Cuanto más libre, mejor
El fundador de Weblogs Inc hace más fácil la definición del tema estrella del Internet Global Congress de Barcelona: las redes sociales
A juzgar por el número de asistentes, la segunda sesión sobre Sociedad del Internet Global Congress que estos días se celebra en Barcelona había despertado interés. Y no porque el tema, redes sociales, fuese precisamente nuevo. Lo cierto es que buena parte de la culpa de ese éxito parecían tenerla los apellidos de la cara más conocida del encuentro, y los de sus acompañantes en el estrado. Ninguno de ellos defraudó en una charla que terminó convertida en debate sobre el fenómeno que está cambiando la cara de Internet. Y al que es difícil ponerle etiquetas.
Y es que en lugar de dar vueltas una vez más a la noria de los ingresos, Jason Calacanis (fundador de Weblogs Inc y refundador de Netscape.com como remezclador de noticias), y quienes compartían mesa con él prefirieron dibujar de cero, sobre un papel completamente en blanco, qué son y qué significan las redes sociales, el aspecto más típico (pero no el único) de la llamada Web 2.0.
En ese dibujo, creatividad y reconocimiento han sido las dos palabras con las que Calanis se ha referido a los motivos por los que las redes sociales funcionan. Tomando su experiencia como ejemplo, este emprendedor estadounidense recuerda cuál fue la clave del éxito de Weblogs Inc.: Sacar a los escritores del control de los editores. "Tuve una idea revolucionaria, si se tiene en cuenta cómo funciona Silicion Valley: hacer que la gente ejecutase un trabajo que se les daba bien... y pagarles por ello", dejándoles manga ancha.
Creatividad + Reconocimiento
Que el modelo funcionaba quedó inmediatamente claro. Y las razones eran obvias. La primera, que quienes son realmente creativos producen más y mejor cuanto menos control se ejerce sobre su obra. Pero había todavía una segunda. La gente busca que los demás reconozcan su trabajo. "Si, el dinero es importante, pero lo primero es el reconocimiento". Segundos después de decirlo, consigue que una periodista presente en la sala asuma le ratifique. Y es que, según Calacanis, crear contenidos es mucho más satisfactorio cuando se hace conforme al criterio propio, y cuando se hace con nombres y apellidos.
Eso es lo que explica, seguía Calacanis, el éxito de Weblogs Inc, pero también, y mucho más recientemente, de sitios como Wikipedia, la renovada netscape.com (su penúltimo proyecto), y por extensión, de todas las redes sociales. Mientras que el 80% de la gente es audiencia clásica, que sólo lee y no participa, el 19% sí son comentaristas esporádicos. Y el 1% restante parece, literalmente, "no dedicarse a otra cosa" más que a esas webs, según Calacanis. ¿Y qué mueve a esa masa diminuta, pero muy influyente? Una vez más, la libertad y el reconocimiento.
Con esas premisas ya aceptadas, el siguiente reto sería definir el funcionamiento de esas redes, o dar siquiera una clasificación. Misión imposible, a la vista de la multitud de ejemplos que pueblan la Red. La única solución al enigma tenía más de escapismo que de respuesta: hay tantas redes como infraestructuras, y mientras unas se definen por un objeto en común (aficionados a la pesca, por ejemplo), otras se definen en función de su objetivo (¿aprender construyendo algo? Claro, con un wiki), como se encargó de destacar Oscar Arzdaiz, de la universidad Pública de Navarra.
Cada Red, un mundo
Pero para esto, también, hay una razón. La exponían indirectamente Aylin Savkan, de Passado Ltd (una red social atípica, dirigida a un público bastante más maduro que el habitual) y Hugo Zaragoza, del laboratorio de investigación que Yahoo tiene en Barcelona desde el pasado año. Y se trata de la infraestructura. El propio diseño de una página invita a un tipo de relaciones u otras. Y hay tantos diseños como redes. Calacanis remataba con el ejemplo de Twitter (el último grito: postear a cada rato qué se está haciendo). Si en MySpace "amigos" son todos, en esta última web se puede, entre otras cosas, distinguir entre las verdaderas amistades, y los simples admiradores.
Con esta definición con base sólida, pero poco precisa, llegaba el momento de hablar del futuro de las redes sociales. Estará en manos de "aquellas que sean capaces de conectarse de la mejor manera posible con otras redes sociales", despachaba Arzdaiz. Zaragoza se comprometía más, y reconocía que el fenómeno sigue necesitando de estudios que permitan modelarlo, controlarlo. "Es esencial profundizar en el funcionamiento de los sistemas de recomendación, de reputación", para evitar que las redes sociales puedan morir de éxito. El objetivo: embridar a un caballo que a veces parece desbocado, para poder conducirlo mínimamente y, en su caso, hacer negocio con él. Y todo ello sin matarlo, claro.
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