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Guerra en el Cáucaso

Las tropas rusas llegan a las puertas de Tbilisi

El Gobierno de Georgia denuncia que la situación se ha deteriorado tras el acuerdo de cese de hostilidades

El conflicto sigue abierto. Las tropas rusas intensificaron ayer su actividad en Georgia y reforzaron sus posiciones en el oeste del país. Este despliegue se mostró ajeno al hecho de que el presidente ruso, Dmitri Medvédev, hubiese ratificado el acuerdo de alto el fuego. Una aparente contradicción que resolvió el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, que precisó que sus fuerzas sólo se retirarán cuando lo estimen oportuno. "No hay ningún límite para nuestro contingente", advirtió.

"Tenemos que garantizar que la retirada se realiza de forma ordenada", se justificaba el teniente Misha, estacionado desde la tarde del viernes en Ingoeti, un pueblo a 40 kilómetros de Tbilisi. La carretera que une la capital del país con la región rebelde de Osetia del Sur era ayer un continuo ir y venir de carros de combate y camiones cargados de militares rusos mientras la policía georgiana aguardaba a que los invasores les permitieran el acceso a Gori, ocupada hace una semana.

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"Nadie nos ha dicho que el presidente Dmitri Medvédev haya firmado la paz. Nosotros tenemos órdenes de mantener la seguridad de esta zona y las cumplimos", añadió el teniente Misha en su posición, situada a las puertas de Tblisi. Hace apenas tres semanas se graduó en la escuela militar de Moscú y fue destinado al batallón de paracaidistas que servía en Chechenia, ahora movilizado en Georgia. "Nunca pensé que entraría tan rápido en combate", confiesa.

Nada más salir de Tbilisi, un control de la policía georgiana impide el tráfico por la autopista occidental. Sólo los periodistas están autorizados a viajar y se les permite sortear la decena de controles establecidos hasta toparse con los tanques rusos. La explosión que destruyó a media mañana un puente ferroviario en Kalpi, a un par de kilómetros de Ingoeti, desató el nerviosismo entre los uniformados.

Georgia acusó de inmediato a Rusia de violar el alto el fuego y atacar el puente sobre el río Mitkvari. Moscú lo niega y en las inmediaciones los civiles aseguran que vieron a "hombres en uniforme bajarse de un jeep y colocar cables y explosivos accionados por control remoto".

La explosión fue tal vez el motivo por el que las tropas rusas retuvieron durante dos horas a la prensa internacional en las puertas de Gori. No se permitía entrar en la ciudad, pero cuando se pretendía volver a Tbilisi, el jefe de un puesto de control militar exigía de malos modos deshacer el camino y esperar órdenes de la comandancia en Gori. "¿Qué quiere, que disparemos? Tiene tres segundos para meterse en el coche y retroceder", gritó a esta enviada uno de los soldados del control.

"Es evidente que hay una expansión de la presencia rusa en el oeste de Georgia. La situación se ha deteriorado considerablemente después de la firma del acuerdo de alto el fuego [por el presidente Mijaíl Saakshvili, el viernes]", afirmó Kaja Lomaya, secretario del Consejo de Seguridad de Georgia. Este alto funcionario -cuarto en la escala del poder georgiano- fue enviado a Gori, donde permanece desde el martes pasado, para coordinar las labores de asistencia humanitaria a la población. También es el enlace de Gobierno de Georgia con el mando de la operación rusa.

Lomaya se acercó al puesto de control militar ruso de las afueras del pueblo para facilitar la entrada de cinco autobuses cargados con alimentos. "En el interior de Gori la situación ha mejorado. Ya se ha restablecido la electricidad y el teléfono. La ayuda humanitaria llega con regularidad a la población", señaló. Lo que quedó totalmente destruido fue la torre de telecomunicaciones. Aún siguen sin radio ni televisión. Según Lomaya, la ansiedad y el nerviosismo comienzan a hacer mella entre la población.

Tierra natal de Josif Stalin, como anuncia un letrero en la carretera que invita a visitar el museo del dictador soviético, Gori tiene 49.000 habitantes, pero según la Cruz Roja, organización que tiene acceso al interior de la ciudad, el 80% de la población ha huido desde que comenzaron los bombardeos rusos, el pasado día 8.

El Gobierno georgiano teme que Moscú trate de controlar todo el oeste del país. De ahí la furia con la que condenó la destrucción del puente de Kalpi, que ha interrumpido las comunicaciones por tren entre el este y el oeste. Por esa vía ferroviaria recibían Georgia y Armenia parte de su suministro de petróleo procedente de Azerbaiyán. Las autoridades azeríes anunciaron anoche la suspensión de todos los cargamentos. La semana pasada se cerró el oleoducto que transporta el petróleo desde el Caspio hasta el puerto georgiano de Supsa, en el mar Negro, así como el que conduce hasta el puerto turco de Ceyhan, la única vía de paso de crudo del Caspio hacia Europa que escapa al control de Rusia.

El acuerdo de alto el fuego elaborado por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y que la secretaria de Estado de EE UU, Condoleezza Rice, llevó personalmente a Saakashvili el viernes, permite a Rusia un mayor control de Osetia del Sur y Abjazia, las dos regiones que se opusieron por las armas a someterse a Tbilisi tras la independencia de Georgia de la Unión Soviética, en 1991. En ambas regiones se estableció una fuerza de paz rusa.

El supuesto intento de Saakashvili de bloquear el túnel de Roki, por el que penetra la ayuda rusa en Osetia del Sur, fue el desencadenante del actual conflicto. La guerra de propaganda desatada por Moscú y Tbilisi impide hasta el momento conocer el número de víctimas mortales y el alcance de la destrucción. Hay decenas de miles de georgianos desplazados, que aseguran que tras los soldados rusos llegan unidades de paramilitares surosetios que cometen graves abusos contra la población.

Vestida de negro y en zapatillas, Eteri, una campesina de 62 años lloraba al relatar la tragedia de su aldea, Karateli, que abandonó el miércoles pasado: "Primero vinieron los rusos con sus tanques y se quedaron allí, pero no pasó nada. Lo malo llegó cuando se fueron. Horas después entraron bandas de osetios que asaltaron las casas, las robaron y les prendieron fuego. Incluso mataron a algunos vecinos. Todos huimos. Ya no queda nada", dice sin poder reprimir el llanto. Según Eteri, todas las aldeas que se encuentran entre Gori y Osetia del Sur han sufrido la misma suerte que la suya. Bandidos y paramilitares osetios se han dedicado al saqueo y el pillaje y han cometido violaciones y asesinatos.

Aunque no hay quejas de abusos de los militares rusos, su rudeza es evidente. "Esto es lo que les ha traído [a los georgianos] la democracia americana, la que jodió todo con la descomposición de la Unión Soviética", gritó uno de los soldados rusos a los periodistas internacionales a las afueras de Gori.

Soldados rusos se toman un descanso tras avanzar ayer hasta Ingoeti, localidad georgiana a 50 kilómetros de la capital Tbilisi.
Soldados rusos se toman un descanso tras avanzar ayer hasta Ingoeti, localidad georgiana a 50 kilómetros de la capital Tbilisi.REUTERS
El Ministerio del Interior de Georgia ha informado de que tropas rusas han atacado con explosivos un puente de ferrocarril situado a unos 45 kilómetros de la capital, Tiflis. El ataque se produce tan sólo unas horas después de que el presidente de Georgia, Mijail Saakashvili, firmara un alto el fuego con Rusia para poner fin a las hostilidades por la región separatista de Osetia del Sur. Hasta el último momento Rusia apura las hostilidades para machacar a su enemigo. Antes de que Moscú suscribiera el plan de paz que ayer ya firmó Georgia, sus ejércitos continuaba hoy en la ofensiva para destruir las redes de comunicación de este país. Rusia sigue, por lo tanto, fuerte, controlando numerosas poblaciones georgianas, entre ellas Gori.Vídeo: AGENCIA ATLAS

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