"No tengo ningún empacho en reconocer el liderazgo de Lula"
Felipe Calderón gana en el cuerpo a cuerpo. En sus discursos oficiales se le ve rígido, pero las pocas veces que baja a la arena a explicar su política se muestra elocuente y con ganas de convencer. Lo que sigue es un extracto de la entrevista concedida por el presidente de México a EL PAÍS y a otros diarios españoles ante su inminente visita a España para participar en la Cumbre América Latina-UE.
Pregunta. ¿Ha perdido México liderazgo frente a Brasil y usted frente a Lula?
Respuesta. Lula tiene un gran carisma y Brasil un gran liderazgo y nosotros no tenemos ningún empacho en reconocerlo. ¡Qué bueno que lo tengan! Hacen falta liderazgos responsables. Pero México tiene su lugar y no tiene que disputárselo a nadie. Al contrario. En mi administración hemos hecho un vuelco deliberado hacia Centroamérica y hacia América Latina. Hemos ampliado nuestro lazos comerciales e intensificado nuestras alianzas políticas. No sobra decir que Latinoamérica se ha vuelto una región complicada en términos diplomáticos y políticos. Hay un peso creciente de gobiernos con una alta motivación ideológica, lo que hace más compleja la propia integración de América Latina y su relación con Europa y con el mundo.
"Conocíamos la peligrosidad del narcotráfico, pero no sus dimensiones"
"La ley de inmigración de Arizona tiene un componente racial"
P. La invitación a Honduras por parte del Gobierno español a punto estuvo de dar al traste con la cumbre. ¿Cuál es la postura de México?
R. Lo que vivió Honduras es un golpe de Estado, y la actitud de todos los países democráticos debe ser de rechazo. Es una cuestión de principios. Un golpe de Estado en una sociedad democrática es inconcebible y el rechazo debe expresarse en todos los comportamientos diplomáticos. La situación de Honduras terminará por regularizarse, pero para ello debe darse la máxima aportación del Gobierno hondureño.
P. La situación ahora mismo en Arizona es de sufrimiento y preocupación para muchos migrantes mexicanos que temen ser víctimas de la ley SB1070. ¿Se está produciendo ya una tensión entre los dos países?
R. Sí, hay una tensión desgraciadamente provocada por una ley que a mi juicio fue emitida de manera irresponsable, en un momento electoral, y que es una ley que no soluciona el problema que tenemos y no aborda correctamente el tema migratorio. La migración es un fenómeno natural que no puede contenerse por decreto entre dos economías que son absolutamente complementarias. Una economía intensiva en capital como es la americana y una economía intensiva en mano de obra como es la mexicana. Y entre dos países que comparten 3.000 kilómetros de frontera. Sin embargo, esta ley va más allá de otro tipo de leyes antiinmigrante que se han aplicado hasta ahora en EE UU. Esta ley integró un componente muy peligroso que es un componente racial, que permite que se apliquen criterios de apariencia física y racial para fundar las detenciones de la autoridad, lo cual pues es francamente un retroceso y una política claramente discriminatoria.
P. ¿Qué va a hacer el Gobierno de México?
R. Vamos a defender legalmente a los migrantes, cualquiera que sea su condición migratoria, del uso abusivo que esta ley va a provocar. Nuestra cancillería ya ha aconsejado no visitar Arizona porque representa condiciones de peligro. Y esto ya está generando que la actividad económica fundamental en Arizona, que es el consumo de los mexicanos, decrezca notablemente. Ojalá esto sirva como una llamada de atención: esa ley no puede más que agravar los problemas de la relación bilateral y los problemas de Arizona.
P. ¿Cómo explica que, a pesar de la guerra contra el crimen organizado, el narcotráfico siga teniendo tanta fuerza?
R. Si hubiéramos enfrentado antes a las mafias, cuando el problema empezó a surgir, ya lo habríamos resuelto. Pero se le dejó crecer con un falso concepto de tolerancia, de arreglos implícitos -como algunos asesores del presidente Vicente Fox han sugerido- y precisamente por abrirles la puerta y dejarlos entrar a diversas zonas y territorios del país se apoderaron de buena parte de su estructura social, e incluso institucional. Además, desde que en 2004 desaparece en EE UU la prohibición de venta de armas de asalto, creció de manera muy importante el poder bélico de los carteles. Lo cual lleva a mayor poder de confrontación con otros carteles y con las autoridades. Nosotros hemos decomisado en tres años algo así como 75.000 armas, de los cuales más de 40.000 son rifles de asalto, unas 5.000 granadas, ocho millones de cartuchos, lanzamisiles, un arsenal capaz de armar a un Ejército.
P. Cuando inició su guerra contra el crimen, ¿sospechaba que tenía tanto poder?
R. No había una idea precisa de las dimensiones, pero sí había una certeza de la peligrosidad y de la imperiosa necesidad de cortar esa ola expansiva. El cáncer estaba ahí y, a medida que lo hemos enfrentado, hemos visto la dimensión que tiene. Ese proceso se vio en otros países, sólo que en Colombia se llevó muchísimo tiempo e igualmente generó una gran cantidad de muertos. Pero no se puede medir el éxito o el fracaso por el sólo número de muertes. El número de muertes lo que refleja es la intensidad del problema.
P. ¿Y hay una fecha para terminar esta guerra?
R. Para mí va a ser una batalla muy larga y muy cruenta. Va a implicar mucho tiempo, mucho dinero y, por desgracia, va a implicar, muchas vidas humanas. Pero es una batalla que hay que librar y que unidos vamos a ganar.
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