_
_
_
_

La oposición iraní se moviliza tras la muerte de su líder espiritual

Miles de seguidores del ayatolá Montazerí se dirigen a Qom para su funeral

Ángeles Espinosa

El movimiento reformista de Irán perdió ayer a su referente espiritual. El gran ayatolá Hosein Ali Montazerí murió de madrugada, de un ataque al corazón, a los 87 años. El que fuera delfín del fundador de la República Islámica, Ruholá Jomeini, se había convertido con el tiempo en el más destacado de los clérigos críticos con el sistema de gobierno religioso que implantó la revolución. Su fetua en la que consideraba fraudulentas las elecciones de junio dio un respaldo a la oposición que el régimen no le ha perdonado. Los medios estatales mencionaron su fallecimiento de pasada.

La movilización para acudir a su entierro hoy, en Qom, refleja la popularidad de Montazerí. Nada más conocer su muerte, una multitud se congregó frente a la casa donde vivía en esa ciudad santa del chiísmo. Además, miles de personas salieron hacia allí desde Nayafabad, su localidad natal en la provincia de Isfahán, Shiraz y otras ciudades, según informó la web conservadora moderada Parlemannews. En Teherán se organizaron concentraciones espontáneas de duelo en varias plazas y de nuevo sus habitantes salieron a las azoteas para gritar el Alá-u akbar (Dios es el más grande) y muerte al dictador, que se han convertido en la consigna de la oposición.

El régimen teme que se aproveche el entierro para volver a tomar las calles
Miles de policías antidisturbios controlan la ciudad santa del chiísmo

"Hosein Ali Montazerí ha muerto en su domicilio la pasada noche", anunció a media mañana la agencia oficial de noticias, Irna, sin mencionar si quiera su título. Apenas un puñado de ulemas chiíes alcanzan el rango de marja, o fuente de emulación, que distinguía a Montazerí y le convertía en una de las figuras más respetadas de esa rama del islam. La televisión estatal dio la noticia después de la información del tiempo y tan sólo se refirió a él como "teólogo y autor prolífico". Era un signo de que la muerte de Montazerí evidencia las profundas divisiones del régimen.

El Gobierno teme que su entierro se convierta en una manifestación de descontento de los opositores. De hecho, las autoridades no han autorizado el desplazamiento a Qom de la prensa extranjera y anoche la web reformista Tagheer se hacía eco del despliegue de fuerzas antidisturbios en esa ciudad. En ese contexto, el mensaje de condolencias que el líder supremo, Alí Jamenei, emitió al final de la tarde sonaba a compromiso.

"Es una gran pérdida para la oposición", interpretaba por su parte un observador occidental en Teherán. Montazerí respaldó desde el principio las denuncias de que el régimen había manipulado el resultado electoral que dio un triunfo aplastante al presidente, Mahmud Ahmadineyad, con cuyas políticas discrepaba. "Si las autoridades continúan por este camino, está claro que el pueblo va a distanciarse por completo del régimen y que la crisis actual va a agravarse", escribía en su página web el pasado miércoles.

Alumno de Jomeini, primero, y compañero de fatigas, después, Montazerí fue uno de los teóricos del velayat-e-faqih, la doctrina del Gobierno del jurisconsulto que es el fundamento de la República Islámica y que subordina el poder político al poder religioso. También participó en la redacción de la Constitución. Su independencia iba a convertirle en una espina para el poder establecido.

Jomeini no toleró sus críticas contra las ejecuciones masivas de opositores y le apartó de la sucesión en marzo de 1989, pocos meses antes de su muerte. Se retiró a su seminario, pero mantuvo su voz crítica. En 1997, el heredero de Jomeini, Alí Jamenei, a quien superaba en la jerarquía religiosa, ordenó su arrestó domiciliario por cuestionar los poderes del líder supremo. Le prohibieron enseñar, borraron su nombre de los libros de texto y la propaganda oficial se dedicó a denostarle. Imbuido de su "sentido del deber religioso", Montazerí siguió acusando a los gobernantes de "imponer la dictadura en nombre del islam" y de su deriva militarista.

Familiares del gran ayatolá Montazerí, congregados junto a su cadáver en la localidad de Qom.
Familiares del gran ayatolá Montazerí, congregados junto a su cadáver en la localidad de Qom.EFE

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_