Seis muertos en un asalto al Parlamento de Chechenia
Dos terroristas suicidas se hacen explotar en la entrada del edificio
La guerrilla fundamentalista lanzó ayer un audaz ataque contra el Parlamento de Chechenia en el que utilizó al menos a tres suicidas que penetraron en el edificio cargados con explosivos. Todos los terroristas murieron durante el asalto, en el que también perdieron la vida un civil -empleado del Parlamento- y dos policías, según informó el presidente checheno, Ramzán Kadírov. El ataque pone de manifiesto, una vez más, la incapacidad de Rusia para controlar al terrorismo islamista en el Cáucaso.
Los rebeldes no lograron su objetivo: tomar el edificio, situado en Grozni, la capital chechena. El asalto comenzó a las 8.45 (dos horas menos en la España peninsular), cuando tres hombres fuertemente armados (algunos medios hablaban de cuatro) entraron en el Parlamento. Dos de ellos hicieron explotar los cinturones bomba que llevaban. El tercero fue abatido a tiros antes de que pudiera accionar la carga. La operación para eliminar a los atacantes no duró más de 20 minutos, según Kadírov, y fue realizada por 12 policías. En total, 17 personas resultaron heridas: 6 policías y 11 civiles.
El ataque muestra la incapacidad de Rusia para poner orden en el Cáucaso
El presidente del Parlamento, Dukuvajá Abdurajmánov, considera que la operación contra el legislativo estuvo "coordinada desde el extranjero" y perseguía desestabilizar la vida política de la república. El ministro del Interior de Rusia, Rashid Nurgalíev, de visita en Chechenia, elogió la actuación de la policía y subrayó que el ataque de ayer "no es típico de la situación" en esa república norcaucásica, que ahora es "estable y segura".
A pesar de las palabras de Nurgalíev, es evidente que el Cáucaso ruso es hoy inestable y que los ataques y atentados de la guerrilla islamista, que aspira a crear un califato en la región, se han multiplicado en los últimos tiempos, a pesar de las pérdidas que ella misma ha sufrido.
Los extremistas no se contentan con actuar en el Cáucaso, sino que este año han vuelto a llevar la guerra al corazón de Rusia: en marzo pasado, dos mujeres suicidas se inmolaron en el metro de Moscú y causaron la muerte de 40 personas.
El anterior ataque perpetrado por la guerrilla independentista en Chechenia fue nada menos que contra Tsenterói, el feudo del mismísimo Kadírov, en agosto pasado. En septiembre, los fundamentalistas organizaron dos atentados sangrientos en Daguestán, uno contra un mercado de Valdikavkaz y otro contra un polígono militar ruso.
Sin embargo, el Kremlin considera que ha cumplido su principal objetivo: eliminar el peligro de que el Cáucaso corriera la misma suerte que la Unión Soviética y se desintegrara. Y lo ha conseguido en gran parte gracias a Kadírov, que gobierna con mano de hierro Chechenia, persiguiendo no solo a los guerrilleros y a todo sospechoso de simpatizar con ellos, sino también a sus familias.
Kadírov ha aplastado también a todos los que se le oponían, y perseguido a los que le critican, incluidos los activistas de derechos humanos.
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