La guerra fría sigue bajo el Atlántico
El choque de dos submarinos nucleares de Francia y Reino Unido pone al descubierto la nula colaboración entre los aliados de la OTAN
El choque de dos submarinos nucleares con misiles atómicos en el Atlántico ha evocado los tiempos de la guerra fría. Pero este accidente, que ocurrió el 3 de febrero pero trascendió a la opinión pública dos semanas después gracias al periódico británico The Sun, no ha sido entre un submarino norteamericano y otro soviético que jugaban a espiarse el uno al otro, como solía ocurrir en la segunda mitad del siglo XX. Ha afectado a dos países vecinos y aliados, el Reino Unido y Francia, que se ocultan mutuamente la situación de sus submarinos atómicos.
En opinión de Ian Bremmer, presidente de Eurasia Group, una firma consultora que se presenta como líder mundial en investigación de riesgos políticos globales, "la consecuencia clave de este incidente -que no puede ser calificado de muy serio- es que cuestiona de nuevo públicamente si el único sentido de la posición nuclear de Francia y el Reino Unido es mantener el prestigio militar nacional". "Incluso con el Tratado de No Proliferación bajo fuerte presión debido a Irán, Corea del Norte y otros países con ambiciones nucleares, no está nada claro que Francia y el Reino Unido necesiten una fuerza disuasoria propia dado que en realidad estarían bajo el paraguas nuclear de Estados Unidos si fueran atacados", sostiene Bremmer.
La localización de la fuerza estratégica es una información de alto secreto
Los submarinos no se detectaron porque navegan en absoluto silencio
El choque del otro día afectó a los dos submarinos que lideran la disuasión nuclear de ambos países, el Vanguard británico y el Triomphant francés. El Reino Unido posee cuatro submarinos nucleares capaces de transportar cada uno 16 misiles norteamericanos Trident-2 D-5 y un máximo de 48 cabezas nucleares: el citado Vanguard, fletado en 1993, el Victorious (1995), el Vigilant (1997) y el Vengeance (1999).
Francia tiene en estos momentos tres submarinos nucleares lanzamisiles: el Triomphant (1997), el Téméraire (1999) y el Vigilant (2004), cada uno con una tripulación de 110 marineros, una eslora de 138 metros y capaces de desplazar 14.000 toneladas y transportar 16 misiles balísticos M-45 que pueden ser armados hasta con seis cabezas nucleares. La potencia destructora de cada submarino equivale a mil veces la potencia de la bomba de Hiroshima.
En enero fue desarmado el Inflexible (1982), que el año que viene será sustituido por el Terrible, con un nuevo sistema de combate y armado con misiles balísticos M-51.
El choque de los dos submarinos se produjo cuando el sumergible francés se dirigía de regreso a su base en L'Ile Longue, cerca de Brest (noroeste de Francia), y el Vanguard enfilaba el Atlántico procedente de su base de Faslane, costa oeste de Escocia. Los dos iban a muy poca velocidad, sumergidos a gran profundidad. Todo indica que el sumergible francés dio con su morro en el lateral de la popa del Vanguard, sufriendo daños importantes en su sonar, según confirmó el Ministerio de Defensa de Francia. Según la prensa de ese país, también sufrió daños en la torreta y el alerón de inmersión de estribor.
Los dos pudieron llegar por sí mismos a su base, sin tener que ser remolcados. Una vez desvelado el encontronazo, ambos países se apresuraron a garantizar que no había habido fugas radioactivas ni peligro de explosión nuclear y que sus respectivos sistemas de disuasión nunca estuvieron fuera de servicio.
Según un análisis del capitán de navío retirado Stephen Saunders, difundido por el grupo de información Jane's, el incidente plantea tres cuestiones. Primero, "los procedimientos de la Alianza Atlántica en materia de gestión del espacio marino, una especie de control de tráfico aéreo trasladado bajo las aguas que permite a los operadores nacionales de submarinos evitar conflictos en sus operaciones". "Segundo, por qué los submarinos no se detectaron el uno al otro. Y, finalmente, la mala suerte".
Los submarinos no se detectaron porque navegan casi en absoluto silencio precisamente para no ser detectados. El Ministerio de Defensa francés ha dado a entender oficiosamente que cuando el 6 de febrero anunció que el Triomphant había chocado contra un objeto flotante, "probablemente un contenedor", no mentía: los tripulantes del submarino creían que se trataba de un contenedor y no sabían que habían chocado contra otro submarino. Los militares franceses sólo empezaron a atar cabos cuando 10 días después supieron que el Vanguard había sufrido un incidente semejante.
Aunque la posibilidad de que choquen los dos únicos submarinos lanzamisiles nucleares de Francia y Reino Unido que suelen estar al mismo tiempo en el mar es de una entre varios millones, ese porcentaje cae en picado cuando los dos están en la misma zona. Sobre todo porque tienden a operar allí donde la llamada Corriente del Golfo es más fuerte.
Para Jason Alderwick, analista Marítimo y de Defensa del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, "lo que se impone es que franceses y británicos lleguen a un acuerdo de mínimos en lo que podríamos llamar gestión de los espacios marítimos porque es urgente que nos aseguremos que esto no vuelva a ocurrir".
"Hay ya en vigor un acuerdo de gestión de las aguas en la OTAN. El problema es que la seguridad que rodea el despliegue y localización de la fuerza estratégica es muy, muy, sensitiva para ambos gobiernos. Sin embargo, no debería ser imposible que dado el número de submarinos que tienen desplegados al mismo tiempo estadounidenses, franceses y británicos -los rusos también tienen desplegados submarinos, pero obviamente no se enmarcan en la arquitectura de la OTAN- que se repartieran el océano por áreas y periodos. No hace falta revelar la localización exacta, sino de evitar conflictos potenciales con otras fuerzas".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.