Los falsos papeles sobre el uranio de Níger se fabricaron en Italia
Los documentos falsos sobre la falsa importación de uranio de Níger por parte de Irak fueron fabricados en Italia por un ex carabiniere y espía de tercer orden llamado Rocco Martino. Una investigación del diario La Repubblica, que aportó, entre otros testimonios, el del propio Martino y el de James Schlesinger, ex director de la CIA y asesor del presidente George W. Bush, reveló que una cadena de trampas, chapuzas y dobles juegos hizo que esos documentos llegaran a Londres y a Washington y fueran dados por buenos, aunque todo el mundo parecía saber que no lo eran. El subsecretario de la Presidencia del Gobierno italiano, Gianni Letta, y el director del Sismi (Servicio de Inteligencia Militar), Niccoló Pollari, reafirmaron ayer, ante la comisión parlamentaria para secretos de Estado, que Italia no tuvo nada que ver con el asunto.
La peripecia, según La Repubblica, empezó a mediados de 2000. Martino, de 67 años, expulsado del Sismi italiano en 1977 "por defectos de comportamiento", detenido en 1985 por extorsión y en 1993 por tenencia de cheques robados, andaba muy mal de dinero. Residía en Luxemburgo y trabajaba como free lance para los servicios de espionaje de Italia y Francia, vendiendo a los unos pequeños secretos de los otros. Necesitaba una buena idea y le llegó de París: uno de sus contactos le comentó que Jacques Chirac estaba preocupado porque las minas de uranio de Níger, país africano en el área de influencia francesa, habían sido reabiertas, y temía que comenzara un tráfico clandestino de ese material.
Robo fingido
Martino contactó con su amigo Antonio Nucera, subjefe de negociado en el Sismi, quien le procuró los códigos cifrados que utilizaban las embajadas de Níger. Luego pagó al primer consejero de la Embajada de Níger en Roma, Zakaria Yaou Maiga, para organizar un robo en la sede diplomática durante la noche de fin de año de 2000: Maiga simuló un robo, oportunamente denunciado el 2 de enero, para llevarse tan sólo papel timbrado y sellos oficiales. Con ese material y el código de claves, Martino fabricó un supuesto acuerdo entre Níger e Irak para una venta de uranio realizada el 6 de julio de 2000. El documento fue vendido al espionaje francés por una módica suma, que Rocco Martino se gastó en unas vacaciones en Niza. Los franceses, que conocían bien Níger e Irak, comprobaron que el papel era falso y lo ignoraron.
Normalmente, todo debía haber acabado ahí. Pero llegó el 11 de septiembre de 2001. Y Silvio Berlusconi exigió al nuevo jefe del Sismi, Nicoló Pollari, que consiguiera informaciones de auxilio para EE UU. A falta de nada mejor, Pollari sacó del archivo la falsificación de Martino y, según La Repubblica, la envió al MI6 británico y a la CIA estadounidense. Los expertos de la CIA no dieron credibilidad al documento. El ministro de Defensa italiano, Antonio Martino, recomendó a Pollari que volviera a intentarlo por otra vía: la ofrecida por un espía llamado Michael Ledeen, recién integrado en la Oficina de Planes Especiales del Pentágono. Esa oficina había sido creada por Paul Wolfowitz, número dos de Donald Rumsfeld, para acumular documentos que justificaran la invasión de Irak. Ledeen recibió con entusiasmo la falsificación. A principios de 2002, el Pentágono informó al Senado de que "un servicio extranjero" poseía "pruebas" sobre la importación iraquí de uranio de Níger.
Nicoló Pollari mantuvo en los meses posteriores el contacto directo con el Pentágono y con la oficina de la asesora de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, "puenteando" a la escéptica CIA (que insistía en que Níger no podía haber vendido 500 kilos de uranio porque sólo era capaz de producir la mitad) y a su propio delegado en Washington, el almirante Giuseppe Grignolo. El creador de la patraña, Rocco Martini, comprobó que el invento había triunfado mucho más de lo que esperaba y recuperó una fotocopia que había guardado, para revenderla a la revista Panorama, propiedad de Silvio Berlusconi. Con esa base, Panorama hizo una portada con el titular La guerra ya ha comenzado.
El Gobierno italiano no ha dado explicaciones, escudándose en el "secreto de Estado" y se limita a calificar de "infundada" la reconstrucción de La Repubblica.
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