En la fábrica israelí de la guerra teledirigida
La demanda mundial de aviones no tripulados se dispara
Un grupo de técnicos españoles asiste a la disección de las tripas de un avión no tripulado en un hangar de la Industria Aeroespacial Israelí (IAI), la empresa pública que lidera el mercado europeo de la guerra teledirigida. Estudian el cableado del Searcher, el avión sin piloto que España vuela en Afganistán, tapizado con varios sensores. Puede volar de día hasta 12 horas seguidas, y grabar lo que sucede a ras del suelo sin hacer apenas ruido. Puede también filmar de noche con el sensor térmico, que distingue la temperatura de un cuerpo humano de la de un edificio.
Hasta 47 países compran aviones no tripulados (UAV por sus siglas en inglés) a los israelíes, que han visto multiplicarse la demanda mundial. La mayoría de estos aparatos acaban pululando los cielos afganos, donde el trasiego de estos moscardones con control remoto es cada vez más intenso. Con una facturación cercana a los 400 millones de euros y un 15% de crecimiento anual en los pedidos, en esta miniciudad aeroespacial israelí tienen claro que en la guerra del futuro, los pilotos serán casi lo de menos. "Hace 15 años, había que convencer a los compradores. Hoy todos los países tienen claro la importancia de los drones en las guerras de Irak y Afganistán. Es, de lejos, el sector que más crece, comparado con helicópteros y otros aparatos que fabricamos", sostiene Avi Pansky, de la División Malat, especializada en estos aparatos. Añade que en lo que va de año tienen contratos equivalentes al año y medio anterior. En el caso del Ejército estadounidense, la pasión por los aparatos no tripulados ha hecho que en dos años el número de estos haya crecido de unos cientos a los 6.000 actuales, según Aviation Week.
Hay una gran variedad de estos aparatos con o sin licencia para matar
Incluso Turquía, cuya relación con Israel atraviesa sus horas más bajas, tras la muerte de nueve activistas durante el abordaje a la flotilla de la libertad en mayo, llama a las puertas de la aeronáutica israelí para comprar aviones no tripulados con los que sobrevuela los territorios kurdos. Ya han comprado 10 drones por valor de 140 millones de euros. La última entrega -cuatro Heron- está prevista para el mes que viene. Peter Singer, autor de Wired for war, el libro que explica cómo la robótica está cambiando las guerras, apunta que la proliferación de UAV supone un dilema político para países como Turquía que desearían reducir su dependencia de otros países. "Por eso Reino Unido, China y Turquía trabajan en la fabricación de sus propias versiones. Lo que ahora vemos es solo el principio de un gran cambio en la aviación mundial", explica por teléfono desde Washington este experto en asuntos de defensa de la Brookings Institution.
Lo que se ve en esta fábrica israelí es el esqueleto. Que se dote después a los drones de armamento es algo que depende de la demanda del país comprador y un tema muy delicado. Los ataques desde el aire son un asunto tan opaco en EE UU como en Israel, los dos países que compiten en su desarrollo y que, a pesar de tratarse de un secreto a voces, mantienen cierta ambigüedad a la hora de reconocer el empleo de aviones no tripulados para disparar y matar. Desde el Ministerio de Defensa español explican que los Searcher que usan en Afganistán se utilizan solo para inspeccionar el territorio, no para disparar.
"El país más prolífico en asesinatos selectivos es hoy en día EE UU, que fundamentalmente utiliza drones en sus ataques. Cerca de 40 países tienen la tecnología y algunos o ya tienen o están desarrollando la capacidad para disparar misiles desde los aparatos", sostiene Philip Alston, relator de la ONU sobre ejecuciones extrajudiciales en un informe publicado el pasado junio. Cita a Rusia, Turquía, China, India, Irán, Reino Unido o Francia entre los países que o tienen o pronto tendrán misiles en sus aviones no tripulados. Parte de los asesinatos selectivos israelíes se ejecutan con UAV, según Alston.
Israel no confirma ni desmiente, pero admite la fabricación de los Harop, que autoexplotan en lugar de lanzar misiles; es el llamado drone suicida. En general, los estadounidenses prefieren fabricar sus aparatos antes que importar. Los Hunter, de diseño israelí, constituyen una excepción. Son los que lanzan las llamadas bombas inteligentes, aunque abundan las dudas sobre la inteligencia de estas y otros explosivos que se lanzan desde UAV. El relator de la ONU sostiene que "cientos de personas", incluidos civiles, han muerto en operaciones llevadas a cabo por la CIA y alerta del peligro de la mentalidad playstation que pueden generar este tipo de aparatos, manejados con un simple mando desde alguna oficina a miles de kilómetros del campo de batalla. La asepsia que rodea a las muertes a distancia las convierte además en más digeribles para la opinión pública. Al menos a juzgar por el incremento de estos ataques en EE UU desde que Barack Obama ocupa la Casa Blanca, sin que hayan suscitado grandes protestas, afirma Jane Mayer en un extenso artículo en el New Yorker titulado The predator war.
La variedad de estos aparatos con o sin licencia para matar es inmensa. En esta macroempresa israelí fabrican desde el diminuto ojo de pájaro, que se levanta con una mano, a la joya de la corona de la industria israelí: el Heron HP, lanzado recientemente. Este mide 27 metros de ala a ala, lo que le convierte en uno de los más grandes del mundo y puede volar hasta 30 horas de tirón. Hace muy poco ruido y vuela a gran altura, lo que le permite abarcar una gran superficie al tomar imágenes. Por sus características podría volar desde Israel hasta el país archienemigo: Irán. Los israelíes lo han probado en Gaza en varias ocasiones, también durante la Operación Plomo Fundido.
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