Las encuestas electorales en Israel premian el uso de la fuerza
Tzipi Livni y Ehud Barak recortan distancias con el derechista Netanyahu
Corren días de guerra y de campaña electoral al unísono en Israel, y cuando eso sucede los vaivenes en las encuestas son inevitables, y a menudo bruscos. Una sociedad que premia al Gobierno que emplea el garrote cuando se trata de castigar a los árabes, aúpa en los sondeos a los miembros del Gabinete Tzipi Livni y Ehud Barak, líderes de Kadima y del Partido Laborista. Tras la agresiva embestida contra Gaza, la ministra de Exteriores recorta algún escaño sobre el derechista Benjamín Netanyahu, jefe del Likud y claro favorito hasta ahora en los sondeos para los comicios del 10 de febrero. Pero los laboristas —Barak es titular de Defensa— se disparan desde 10 a 16 asientos en el Parlamento.
La consulta publicada ayer en el diario Maariv —que coloca con el mismo número de escaños al Likud y a Kadima— no tiene excesivo valor a estas alturas del conflicto en Gaza. Hay que esperar a su término. Los porcentajes de apoyo a los líderes en Israel pueden pasar del 90% al 3% en cuatro semanas. Que se lo digan al primer ministro saliente, Ehud Olmert, quien sufrió semejante descalabro después de la guerra de Líbano en 2006.
Lo que sí refleja la encuesta es una seña de identidad arraigada en la idiosincrasia israelí: la justificación de cualquier acción militar de su Gobierno y Ejército sin mayores consideraciones morales. Sólo el 4% de los israelíes se opone a la destrucción y a las masacres que se cometen en Gaza. Una de las claves del empuje de Livni es que se ha convertido en furibunda valedora del uso de la fuerza, empleando un verbo aguerrido y poniendo altísimo el listón de la operación militar: "Derribar al Gobierno de Hamás". Livni, a la que se imputa cierta incapacidad a la hora de tomar decisiones, se muestra ahora más osada que Barak y el Estado Mayor.
Barak, por su parte, saca partido de las mismas circunstancias y de que en periodo bélico se aprecian sus antecedentes de militar más laureado del Estado y ex jefe del Estado Mayor. Es el capitán del barco, que se la juega. Porque Olmert no se presentará a las elecciones. Cualquier precipitación o error de cálculo puede desembocar en un patinazo estrepitoso. El martes, Barak fue el único miembro del Gobierno que se atrevió a considerar la tregua de 48 horas propuesta por Francia, lo que le ha acarreado severas críticas por oportunismo político y porque refleja dudas en el Ejecutivo. El hasta ahora claro favorito, Netanyahu, aguarda a que capee el temporal, a ver cómo termina, y atento a todo conato de resbalón de sus rivales.
Donde con certeza no habrá elecciones es en los territorios palestinos. El 9 de enero concluye el mandato del presidente, Mahmud Abbas, sin visos de que vaya a abandonar el cargo. La profunda división política entre Cisjordania y Gaza hace inviables los comicios desde hace meses. Pero los acontecimientos en la franja son de los que provocan un coste político impactante y duradero. Sobre todo cuando la actitud tibia de los líderes de Fatah y de la Autoridad Nacional Palestina causa la frustración que se observa en la población, incluidos muchos seguidores de Fatah. Hamás acusa a sus contrincantes palestinos de instigar la agresión de Israel contra la franja.
En Ramala, se produjeron ayer enfrentamientos leves entre partidarios de Hamás y de Fatah. "Colaboracionistas", gritaban los islamistas a sus rivales. Los dirigentes y militantes de Hamás, reprimidos con denuedo en Cisjordania por la policía de la Autoridad Palestina, apenas se atreven a asomar el pescuezo. Ayer fue la primera vez en meses que se pudieron observar banderas de Hamás y de Hezbolá.
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