La crisis del transporte en Chile acaba con cuatro ministros
Bachelet pide disculpas a los usuarios tras el reajuste del Gobierno
La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, realizó una cirugía amplia en su Gabinete, que incluyó cuatro relevos de ministros y la designación de dos nuevos, para afrontar el descontento ocasionado por el Transantiago, el nuevo sistema de transporte colectivo de la capital, que cambió todos los recorridos de autobuses, los coordinó con el metro y tiene a los pasajeros viajando apretados como sardinas en lata en las horas punta y con poco servicio en las barriadas pobres.
Los partidos de la coalición gobernante apoyaron este reajuste ministerial, el segundo en poco más de un año de Gobierno.
La mandataria espera que los cambios detengan la caída de su popularidad
"Aquí las cosas no se han hecho bien", admitió Bachelet en la noche del lunes [madrugada de ayer en España]. "No es explicable que un sistema de transporte hecho para integrar mejor a la ciudad esté siendo una fuente de dificultades y de discriminación. Eso no lo voy a tolerar", dijo. En un gesto inédito, afirmó que los habitantes de Santiago, y en especial los más pobres, "se merecen una disculpa de todos nosotros" por las penurias que han debido soportar y agradeció su paciencia.
La presidenta responsabilizó al Gobierno y a los empresarios involucrados en el sistema por minimizar las dificultades y no tener a tiempo partes vitales del Transantiago. Explicó que ajustaba el Gabinete para enfrentar estos problemas, en una nueva etapa en la que no se aceptarán errores. En las cuatro carteras donde hubo relevos, Bachelet cambió a los ministros por militantes de los mismos partidos, conservando los equilibrios en la coalición y repartiendo entre todos los costes. Mostrando pragmatismo, la presidenta no mantuvo la paridad de género entre los ministros en las designaciones y eligió en varios casos a dirigentes experimentados, terminando con su criterio de buscar sólo rostros nuevos.
Los relevos se ordenaron a partir del ingreso en Transportes de René Cortázar (Democracia Cristiana, DC) en lugar de Sergio Espejo. Economista y ex ministro del Trabajo en el Gobierno de Patricio Aylwin (1990-1994), Cortázar tiene la misión de mejorar el Transantiago. Bachelet le encomendó presentar un plan y cronograma de medidas, entre las que deberá incluir más autobuses y recorridos, así como más trenes del metro para descongestionarlos, y mayor fiscalización a las empresas.
De haber abordado sólo el cambio en esta cartera, la crisis del transporte habría quedado endosada a la Democracia Cristiana (DC), algo a lo que este partido no estaba dispuesto. La DC responsabiliza al Gobierno de Ricardo Lagos del diseño del Transantiago. Para evitar esta situación, Bachelet aprovechó para hacer otros ajustes en el Gabinete y preservó los equilibrios. Removió a dos miembros del equipo político: la ministra de la Presidencia, encargada de la relación con el Poder Legislativo, Paulina Veloso, y nombró en su lugar al ex senador socialista José Antonio Viera Gallo, y también relevó al ministro de Justicia, Isidro Solís, designando al abogado y subsecretario Carlos Maldonado (radical). Ambos tienen la tarea de mejorar el diálogo de sus antecesores con la oposición y la Corte Suprema, respectivamente.
En Defensa, Bachelet nombró al actual embajador de Chile en México, Carlos Goñi (Partido por la Democracia, PPD), en sustitución de Vivianne Blanlot. Designó también ministros en dos nuevas carteras: Medio Ambiente (Ana Lya Uriarte, socialista) y Energía (Marcelo Tokman, PPD).
Con estos cambios, en La Moneda esperan detener la caída de Bachelet en las encuestas y frenar las protestas en barrios periféricos desde que comenzó en febrero el Transantiago, en la que ha sido considerada la mayor crisis de la Concertación en 17 años. El nuevo sistema de transporte de la capital reemplazó al anterior, anárquico e inseguro, en que todos los autobuses pasaban por el centro, en largos recorridos sin conexión con el metro, producto de la liberalización del transporte en la dictadura.
Pero las promesas de modernidad para los seis millones de santiaguinos no se cumplieron. No están listas las paradas, estaciones de transferencia y vías especiales para los nuevos buses, ni tampoco los GPS que regularán las frecuencias según la demanda.
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