_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La crisis y los inmigrantes

Sami Naïr

¿Será la inmigración una de las grandes víctimas de la actual crisis económica? Es legítimo hacerse esta pregunta cuando observamos que, en casi todos los países de inmigración, se producen ataques cada vez más abiertos contra los logros de esos últimos años en materia de derecho de residencia y de integración. Los primeros estudios serios sobre las consecuencias de la crisis en materia migratoria permiten poner de relieve varios elementos.

Si tomamos el caso de España, constatamos en 2008 una menor presión de flujos migratorios legales no comunitarios, pero, en cambio, una presión creciente de migraciones internas de la UE. Eso es una ilustración casi mecánica de la circular adoptada por el Parlamento Europeo en junio de 2008, basada sobre el principio de que, al no poder penalizar la inmigración de los nuevos comunitarios de los países del Este, hay que penalizar la de los no comunitarios. Pero constatamos, igualmente, debido al endurecimiento de las condiciones de entrada y de acogida, un aumento del número de entradas ilegales de los no comunitarios en la Europa de la zona euro. Y todo parece indicar que en los próximos años aumentarán en todas partes las bolsas de trabajadores clandestinos.

Los extranjeros instalados en Europa se quedarán, pase lo que pase
Más información
España, el país de la OCDE donde ha caído más la llegada de inmigrantes por la crisis

Esta situación viene acompañada de una degradación de las condiciones de vida de los inmigrantes legalmente instalados: el desempleo que afecta a éstos ha crecido un 5,2% aproximadamente (más de 470.000 extranjeros, especialmente en sectores como la construcción o, en el futuro, los servicios), aunque las cifras muestren que la incorporación de inmigrantes al mercado laboral sigue siendo importante. La crisis también revitaliza fuertemente la economía informal, que se alimenta sobre todo de estos trabajadores sin derechos. Comporta igualmente una bajada drástica de las remesas (cerca del 7,1% menos) hacia los países de origen.

Pero lo más grave son las consecuencias de esta crisis sobre las políticas de integración puestas en marcha en estos últimos años. Los recursos disminuyen en todas partes, como, por lo demás, los que se dedican a la ayuda al desarrollo. En España esta disminución del presupuesto asciende en 2009 al 30% del presupuesto repartido entre las distintas comunidades autónomas y municipios. Esto tendrá consecuencias inmediatas sobre las políticas locales de integración, aun cuando el presupuesto global dedicado a estos programas no permitía responder de manera satisfactoria a las enormes necesidades de los municipios en esta materia. La crisis alimenta también la competitividad entre trabajadores inmigrantes y nacionales, y favorece ya la retórica de la culpabilización de los inmigrantes. En Italia, la extrema derecha de tendencia fascista, aliada del Gobierno de Berlusconi, utiliza el racismo para aterrorizar a los extranjeros. Emergen formas de apartheid, y la sociedad da por desgracia la impresión de acostumbrarse vergonzosamente a ellas.

Hoy día no resulta agradable ser extranjero e inmigrante en Europa. De manera general, la crisis radicaliza las tensiones, y son los estratos más débiles de la población los primeros en sufrirlas. Pero lo que no queremos ver es que, recortando el estatus de estas categorías, son los fundamentos mismos del Estado de derecho los que se ven amenazados. Es cierto que la inmigración nunca se ha considerado una prioridad de la política gubernamental, aunque los Gobiernos no duden en utilizarla para reforzar su postura ante la opinión pública. Pero nada sería más injusto que hacer creer que la inmigración es un elemento de esta crisis y que el regreso al país de origen es una solución a la misma. Los inmigrantes legalmente instalados en Europa se quedarán, pase lo que pase. Para evitar que se conviertan en chivo expiatorio de la crisis, más vale reforzar los programas de ayuda a la integración luchando contra las percepciones negativas y favoreciendo el acceso a la ciudadanía común. Más vale desarrollar programas de formación y de nivelación de los inmigrantes en paro para favorecer su reinserción en el tejido productivo, al mismo título que el resto de asalariados. Y más vale, por último, a imagen de lo que ocurre en otros países europeos, castigar las discriminaciones xenófobas en el trabajo y en la vivienda en lugar de permitirlo silenciosamente. La crisis debe ser una ocasión para reforzar el Estado de derecho para todos.

Traducción de M. Sampons.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Sami Naïr
Es politólogo, especialista en geopolítica y migraciones. Autor de varios libros en castellano: La inmigración explicada a mi hija (2000), El imperio frente a la diversidad (2005), Y vendrán. Las migraciones en tiempos hostiles (2006), Europa mestiza (2012), Refugiados (2016) y Acompañando a Simone de Beauvoir: Mujeres, hombres, igualdad (2019).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_