La caza de brujas en Polonia alcanza al fallecido Kapuscinski
El Gobierno de Varsovia amenaza con desenmascarar a "falsas figuras de prestigio"
La caza de brujas lanzada en Polonia para limpiar cualquier resto del pasado comunista ha alcanzado a uno de los escritores y periodistas más prestigiosos del país, Ryszard Kapuscinski. El reportero, que falleció en enero, colaboró con los servicios secretos del régimen comunista mientras viajaba por medio mundo para escribir las crónicas que le hicieron famoso, según un expediente archivado en el Instituto de la Memoria Nacional, organismo utilizado por el Gobierno para su campaña de depuración ideológica anticomunista.
Kapuscinski no delató a ningún compañero, ni proporcionó información útil a la policía secreta, según se desprende del expediente secreto que ayer publicó la revista Newsweek Polska. Como todos los corresponsales extranjeros de las agencias estatales de noticias de la Europa comunista, debía colaborar con los servicios secretos si quería salir del país. Pero en el estado de histeria anticomunista que ahora vive Polonia, impulsada por los gemelos conservadores Lech y Jaroslaw Kaczynski (presidente y primer ministro), cualquier indicio de haber ayudado a la dictadura comunista es motivo de polémica. El Gobierno ha amenazado varias ocasiones con destapar el pasado comunista de lo que los Kaczynski llaman "falsas figuras de prestigio".
"Durante su colaboración, se ha mostrado cooperador, pero no ha proporcionado a la GB [policía secreta comunista] informaciones interesantes", según escribió un agente en uno de los informes que aparecen en su expediente y en los que se dice que trabajó para los servicios secretos entre 1967 y 1972. Sin embargo, el periodista se limitaba a describir la situación política general de los países que visitaba. Tres documentos muestran que recibió dinero a cambio.
Fuentes periodísticas polacas afirmaban ayer que la filtración del documento es un intento de desacreditar al escritor, que entre 1959 y 1981 cubrió los conflictos más importantes como corresponsal de la Agencia Nacional Polaca y retrató la pobreza de África y América Latina. El mismo Kapuscinski reconoció hace tiempo que, cuando trabajaba, tenía que escribir tres versiones de la misma historia: una para él mismo, otra para que se pudiera publicar en la agencia y otra para los espías.
La filtración de este expediente, archivado en el Instituto de la Memoria Nacional (investiga el pasado comunista), se produce después de una serie de informaciones que han salido a la luz estos días sobre la supuesta colaboración de prominentes figuras de la vida polaca con la policía secreta del régimen que dirigió el país de 1945 a 1989.
Entre los más destacados figuran dos magistrados del Tribunal Constitucional, cuya colaboración con los servicios secretos salió a la luz hace dos semanas, justo dos días antes de que el tribunal analizara una ley clave. El Constitucional debía decidir sobre una polémica medida del Gobierno que obligaba a periodistas, profesores y directores de empresas cotizadas a confesar si colaboraron con los servicios secretos. Un diputado del partido de los Kaczynski aireó entonces los informes secretos de dos de los 15 magistrados. Los jueces afectados dimitieron, aunque ayudaron a los espías tan poco como Kapuscinski. Pese a las presiones, el Constitucional declaró ilegal la iniciativa del Gobierno.
Kapuscinski, que sonó como candidato al premio Nobel, escribió libros que son auténticos referentes para los periodistas de hoy, como El emperador, El sha y La guerra del fútbol. "Los reporteros estadounidenses no tenían que trabajar con la CIA para salir del país", explicó a Reuters Ernst Skalski, periodista y amigo del reportero polaco. "Kapuscinski tuvo que hacerlo... Si no lo hubiera hecho, no habría escrito sus libros".
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