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Reportaje:La carrera hacia la Casa Blanca | los Estados clave y las encuestas

El camino al Despacho Oval

El resultado final depende de un puñado de Estados

Oriol Güell

El sistema electoral que decide el presidente de Estados Unidos levanta controversia e imprime notables distorsiones al voto popular, como se vio en 2000 cuando George Bush venció pese a lograr medio millón de votos menos que su rival demócrata, Al Gore. La clave de ello reside en las dos características principales del sistema, que es indirecto y mayoritario. El hecho de ser indirecto supone que los ciudadanos no votan a los candidatos, sino que eligen a 538 miembros (o electores) de un Colegio Electoral que luego será el que nombrará al presidente.

Cada Estado está representado en el Colegio por un número de electores relacionado con su población e igual al de sus representantes en el Congreso (senadores más miembros de la Cámara de Representantes). La mayor distorsión se produce porque el candidato ganador en un Estado, aunque sea sólo por un voto, se lleva a todos sus miembros en el Colegio Electoral.

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Esto deja sin representación a millones de votos que han ido al candidato perdedor en cada Estado. Sólo Nebraska y Maine han tratado de corregir esta distorsión utilizando un método más proporcional, pero su escaso peso demográfico hace irrelevante su impacto en el proceso.

Este sistema tiene también una gran influencia en la campaña que diseñan los candidatos. McCain, por ejemplo, ha pasado poco tiempo en el mayor Estado (California, con 55 electores), porque el apoyo que tienen allí los demócratas hace que le resulte más rentable esforzarse en plazas más disputadas. Lo mismo, a la inversa, ocurre con Obama y Tejas, segundo mayor Estado y feudo republicano.

En la práctica, el sistema conduce a que la victoria de un candidato acabe dependiendo de unos pocos Estados -los swing States, aquellos en los que el resultado es incierto- como ahora ocurre con Ohio, Florida o Virginia, entre otros, mientras que la mayoría del país poco puede hacer por vivir en Estados con una sólida posición demócrata o republicana.

Claves de la noche electoral

-Medianoche en la España peninsular. Cierre de

los colegios en Indiana. Si pierde McCain en este Estado, que ha votado tradicionalmente republicano, sería un indicador de su posible derrota.

- 1.00. Si Obama vence en Florida y Virginia, que votaron a Bush en 2000 y 2004, su victoria estará cantada. Si McCain gana alguno, tendrá alguna opción. Si lo hace en los dos, la noche será larga.

- 1.30. Carolina del Norte, feudo republicano, puede dar oxígeno a McCain o vaticinar la gran victoria de Obama. Ohio puede cerrar la incertidumbre si vota demócrata o disparar la cotización de McCain. En el condado de Franklin, donde viven blancos de clase trabajadora, perdió en 2004 sus opciones frente a Bush

el demócrata Kerry.

- 2.00. En Pensilvania se da por hecha la victoria de Obama. Si McCain gana en New Hampshire y no ha perdido en Florida, se mantendrá el suspense.

- 3.00. Resultados del Este y Medio Oeste. Si Obama gana estos Estados, de tradición demócrata, y suma Pensilvania, Florida y Carolina del Norte, tendrá la victoria electoral

al alcance de la mano.

- 4.00 a 5.00. Cierre en Iowa, Nevada, Nuevo México, Colorado y California. La victoria californiana de Obama obligaría a McCain a ganar en los otros cuatro Estados.

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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