Un baño de popularidad para Piñera
La gestión de la crisis consolida al Gobierno tras siete meses en el cargo - "Dijimos que no nos íbamos a rendir y no nos rendimos", declara el presidente
Cada vez que un minero salía ayer de la jaula después de subir por los 622 metros de túnel, siempre se oyó el mismo grito alrededor de la cápsula: "¡Ceacheí, los mineros de Chi-lé!". Allí mismo se podía ver al presidente Sebastián Piñera sonriente a sus 61 años, enérgico y transmitiendo optimismo. Su popularidad aumentó cuando el 22 de agosto, tras 17 días de búsqueda y varios intentos fallidos en los que el ministro de Minería, Laurence Golborne, no había podido sofocar el llanto, se logró contactar por fin con los 33 mineros. Y el ministro de Minería, al que hasta entonces apenas conocía nadie, se ha convertido en uno de los que mayor proyección de futuro tiene.
Piñera, que lleva apenas siete meses en el cargo, supo organizar un buen equipo de trabajo para el rescate. "En una de las primeras reuniones sometió al ministro de Minería a un batallón de preguntas", informó uno de los asesores presidenciales. "Por qué no era viable un plan de rescate, por qué el otro sí, cuál era más rápido, más lento, cuáles eran las ventajas e inconvenientes de cada uno... Y Golborne nos sorprendió. No dudaba un segundo, tenía respuestas para todo".
Desde aquel momento, la popularidad de Piñera empezó a subir. Ha viajado varias veces a la mina y ayer fue la apoteosis. Su equipo le preparó un escenario perfecto para que presumiera del trabajo que se había venido desempeñando en los últimos 69 días. Sobre la imagen a lo lejos del pozo por donde iría rescatándose a los mineros, Piñera recordó que su país había sabido sobreponerse muy bien a "dos de los terremotos más grandes de la historia": el de Valdivia, en 1960, y el que se cebó con el centro y el sur del país en febrero. "Cuando somos golpeados por la adversidad surge la verdadera alma, el temple de nuestro pueblo". Y, poco antes de empezar el rescate, Piñera declaró: "Dijimos que no nos íbamos a rendir y no nos rendimos".
Queda por ver si cumplirá su promesa de mejorar las condiciones laborales y de seguridad. Queda también por ver si algunos familiares insisten en querellarse contra el Estado por haber permitido la apertura de una mina cuya peligrosidad todos conocían. Pero, de momento, el país parece envuelto en una gran bandera de orgullo patrio. Incluso el presidente de Bolivia, Evo Morales, presente en la mina, se deshizo en elogios ante "el esfuerzo" y el trabajo del Gobierno chileno.Todo el país ahora está cubierto de banderas chilenas. Y la imagen de este presidente, que venció en las elecciones por escaso margen, sonríe al grito de "¡ceacheí, los mineros de Chi-lé!".
El hombre al que cazó la fama
Uno de los momentos más emotivos del rescate fue cuando el primer minero estaba a punto de salir y su hijo Byron, de ocho años, lloraba en silencio. Aún no terminaba de asomar la cápsula y el niño no dejaba de llorar. El presidente chileno, Sebastián Piñera, dijo que pocas veces había visto de forma tan clara el amor de un hijo por un padre.
El primer minero fue Florencio Ávalos, de 31 años y capataz del grupo. No es fácil serlo a esa edad. Por encima solo se encuentra en rango el jefe de turno. Pero Florencio se había labrado un prestigio indiscutible en la mina. Sus conocimientos técnicos y su temple inclinaron al grupo a otorgarle un lugar privilegiado en la historia de Chile. Pesó el hecho de que él podría informar con precisión a los equipos de rescate sobre cualquier anomalía. Desde que la mina se derrumbó, trató de huir de la fama. Para no salir en las grabaciones, encontró la excusa perfecta ejerciendo de camarógrafo. Pero la fama le cazó cuando los focos se centraron en él.
A Florencio le hubiese gustado estudiar algo relacionado con la minería en la universidad. Pero su primer hijo, Álex, de 16 años, nació cuando él tenía 15. "Él es muy leal", explica su hijo. "Cuando en la mina no se les pagaba el sueldo a tiempo, se disgustaba mucho". También lo define como alguien muy protector con su familia. "Siempre iba a todas las reuniones del colegio y a interesarse por nuestras notas. Quería que llegásemos a la universidad. Nos decía: 'No importa la carrera que elijan, cueste lo que cueste yo se las voy a pagar. Eso es lo único que les puedo dejar en la vida".
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