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El árbitro de la batalla ideológica en Latinoamérica

Moreno, reelegido presidente del BID, augura un gran papel para la región

Antonio Caño

En un continente dominado por los personalismos de Luiz Inácio Lula da Silva y Hugo Chávez, el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Luis Alberto Moreno, ha preferido cumplir su papel de agitador económico de una forma discreta. En una época en la que América Latina vive un fuerte enfrentamiento ideológico entre liberalismo y caudillismo, Moreno ha optado por ser el árbitro y se dedica a levantar proyectos de desarrollo mientras otros pronuncian discursos.

Sentado en el sillón de su despacho en el centro de Washington, Moreno, colombiano de 57 años, está exultante de felicidad el martes por la tarde, minutos después de haber sido renovado en su cargo para un segundo periodo de cinco años. Su alegría, obviamente, responde al reconocimiento por el éxito de su gestión. Pero él la justifica por "el honor de ocupar este puesto en un momento particularmente positivo para este continente". "Esta es la década de América Latina y el Caribe", afirma, sin un ápice de duda.

"El rescate de esta crisis está en manos de Asia y América Latina"

"En otras crisis anteriores, eran los países occidentales y más ricos los que tenían que acudir al rescate de los más pobres. Esta vez, el rescate está en manos de Asia y de América Latina", asegura el presidente del BID. Según sus cálculos, Chile tendrá pronto la renta per cápita de un país desarrollado; Brasil, Argentina, México, Colombia y Perú le seguirán rápidamente.

Eso no solo permitirá mejores condiciones de vida a los latinoamericanos, sino que dará más relevancia política al continente. Moreno destaca que América Latina está adquiriendo tal posición de liderazgo en la producción de bienes básicos y de minerales imprescindibles, como el litio, que va a tener la oportunidad en el futuro de controlar el comercio y los precios.

El mérito hay que atribuírselo, según Moreno, a "la capacidad de los gobiernos democráticos surgidos en la última década de imponer disciplina en los procesos macroeconómicos y a la comprensión y apoyo a esa política demostrados, por primera vez en la historia, por los electorados latinoamericanos". Esa combinación ha conseguido sacar de la extrema pobreza a 70 millones de latinoamericanos y ha permitido al continente salir razonablemente intacto de la misma crisis que ha debilitado a Europa y a otras áreas.

En la visión optimista que Moreno tiene de su región, parece a veces olvidarse del florecimiento de los populismos en varios países, de la persistencia de la injusticia social y de la singularidad de algunos de sus sistemas de gobierno. "Los problemas de gobernabilidad no están resueltos", acepta, "es necesario ahora trabajar para mejorar la calidad de nuestra democracia".

Tampoco se ha atenuado el flujo migratorio hacia el Norte, que Moreno considera "un gasto gigantesco", por la pérdida de recursos humanos que representa para América Latina y el Caribe. Pero cree que "en Estados Unidos hay puestos de trabajo que los estadounidenses nunca más van a ocupar" y que este es un problema que se irá racionalizando a medida que se restablezca la serenidad económica.

Como presidente del BID, una entidad gobernada por sus miembros, no está en condiciones de criticar la actuación particular de un país. Entiende, sin embargo, que han surgido estos años figuras que concentran la atención mediática. "Lula es un hombre con una capacidad de conexión descomunal. El empuje que su personalidad la ha dado al papel internacional de su país es apabullante". Sobre otros líderes latinoamericanos prefiere no opinar en público.

"No es fácil estar por encima de estos debates ideológicos", recuerda Moreno. Su receta para conseguirlo ha sido la de entender que en esta región "se ha acentuado la heterogeneidad". "Ningún país es igual al otro ni hay soluciones que sirvan para todos. Hay que aceptar la división ideológica y el peso que tiene sobre los comportamientos políticos".

Ha costado llegar a este punto. Cuando Moreno tomó posesión del BID, en 2005, sustituyendo Enrique Iglesias, que dejó una huella en esa institución que entonces parecía imborrable, se debatía sobre la desaparición del BID. Chávez creó su propio banco de desarrollo regional, y el auge de una economía ultra liberal invitaba a prescindir de todo organismo estatal. "La gran lección de estos años ha sido entender que hay un papel para un Estado eficiente, proactivo y técnicamente sofisticado para aportar al desarrollo", opina Moreno.

Luis Alberto Moreno, presidente del BID, en 2008.
Luis Alberto Moreno, presidente del BID, en 2008.CLAUDIO ÁLVAREZ

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