Veltroni abandona la dirección de la izquierda italiana
La derrota electoral en Cerdeña fuerza la renuncia del candidato del Partido Demócrata
Walter Veltroni ha dejado este martes de ser el jefe de la oposición italiana y líder del Partido Demócrata. Veltroni ha puesto hoy su cargo a disposición de la Ejecutiva del PD tras la derrota de su candidato, Renato Soru, en las elecciones regionales de Cerdeña. El comité dirigente no ha aceptado la dimisión en un primer momento, pero él ha insistido en que abandona la dirección del partido. "Para muchos, soy un problema y estoy listo para marcharme por el bien del partido", ha afirmado Veltroni ante la ejecutiva. La crisis de identidad y liderazgo del partido reformista, nacido en noviembre de 2007, es ya un hecho indiscutible.
A sólo cuatro meses de las elecciones europeas, Veltroni ha puesto al partido al borde del abismo y las reacciones no suenan precisamente a suicidio colectivo. Los barones del heterogéneo grupo que amalgama a ex comunistas y ex democristianos han rechazado su dimisión alegando que no pueden acudir a las europeas sin un líder. Veltroni ha insistido en que muchos lo ven a él como "el problema" y ha afirmado que no quiere seguir adelante. La hipótesis de convocar una asamblea constituyente que elija un nuevo líder gana fuerza en la deprimida sede del PD. La reconciliación entre las numerosas familias y corrientes que dividen al PD parece de todos modos difícil.
Soru, de 51 años, gobernador saliente e intachable empresario, fundador de Tiscali y dueño del diario L'Unità, perdió por nueve puntos de diferencia (52% contra 43%, con el 91% de votos escrutados) frente al candidato del centro derecha, Ugo Cappellacci, de 48 años, el hombre de Silvio Berlusconi, a quien el primer ministro ha mimado durante la campaña como a un ahijado. Quizá porque, como confesó en uno de sus numerosos mítines, "elegí a Cappellacci porque es hijo de mi asesor fiscal".
El resultado es devastador para el PD, porque dilapida uno de sus bastiones electorales y porque Soru obtiene cinco puntos más que la lista parlamentaria de su propio partido. El dato ilustra la profundidad del KO del proyecto de Veltroni, un intelectual convincente cuyas últimas y recurrentes derrotas electorales (en las generales y municipales de abril de 2008, en las regionales de Abruzzo de diciembre y ahora en Cerdeña) le han valido el apelativo de Walterloo.
La nueva victoria de Berlusconi resulta más difícil de entender. Primero, porque coincide con la inmersión del país en una profunda crisis económica, con la recesión más aguda desde la posguerra (-1,8% del PIB en el último trimestre de 2008) y la caída del consumo más profunda en 25 años. "La crisis ha empezado a morder al país; la paradoja es que la culpa no se le echa al Gobierno sino a la oposición", analizaba ayer Massimo Franco en Corriere della Sera.
La credibilidad del magnate-político no parece haberse resentido de la brutal polémica vivida la semana pasada, cuando Berlusconi atacó a la Justicia, a la Constitución y al presidente de la República para hacer frente común con los integristas pro-vida en el caso Eluana Englaro, la mujer que vivió 17 años en coma gracias a la alimentación artificial y que falleció el lunes pasado.
Nada de eso ha influido en los votantes sardos. Aunque la abstención fue superior en cuatro puntos a la última votación regional, muchos entre los 1,6 millones de ciudadanos de la isla mediterránea creyeron las promesas de Berlusconi, dueño de una millonaria mansión en la Costa Esmeralda. Basadas apenas en una idea. Con Cappelacci al frente de la región, el Gobierno central ayudará más a Cerdeña de lo que lo haría si ganaba Soru.
El recuento fue lentísimo debido al fracaso de la maquinaria electoral y a la enorme cantidad de votos nulos contabilizados, más de 15.000, y serán los tribunales los que proclamen los resultados finales. Pero Berlusconi anticipó su triunfo el lunes por la tarde, poco después de que se cerraran las urnas. "Venceremos. He dado yo la cara...", dijo. Seducida con las dotes de persuasión de su jefe, la ministra de Educación, Maria Stella Gelmini, emitió una nota para explicar su sensación: "Berlusconi es un verdadero gladiador de la política italiana, tiene coraje e inteligencia y comprende como nadie al electorado".
Además, los casos de corrupción que ha protagonizado el PD en los últimos meses, la carencia de una política firme en Roma y la manifiesta división en corrientes han actuado como frenos del voto al centro izquierda.
Irónicamente, Soru, un hombre honesto que, como buen sardo, habla poco, y a quien muchos veían como la gran baza anti Berlusconi, ha acabado siendo la catapulta de la crisis demócrata.
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