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Turcos y armenios se acercan tras un siglo de enemistad

Acuerdo para normalizar las relaciones entre ambos países

La diplomacia del fútbol marcó el pasado septiembre el primer tanto de la distensión entre turcos y armenios, pero el gol definitivo lo metió Barack Obama hace poco más de dos semanas en Estambul. El presidente de EE UU medió personalmente entre ambos países para que normalicen sus relaciones.

Los ministerios de Exteriores de Turquía y Armenia anunciaron la noche del miércoles un acuerdo marco, alcanzado con la mediación de la diplomacia de Suiza, para "la normalización de sus relaciones bilaterales". Una decisión que dará un nuevo impulso a las negociaciones de adhesión de Turquía a la UE.

Las matanzas y deportaciones masivas de cientos de miles de armenios cristianos que vivían bajo el Imperio Otomano en 1915, durante la I Guerra Mundial, dejaron una pesada herencia de odio entre ambos pueblos, que se agravó en 1991 con la independencia del actual Estado de Armenia tras la disolución de la Unión Soviética y el cierre de la frontera turco-armenia dos años después. La presencia del presidente turco, Abdulá Gül, en el palco del estadio de Yereván, la capital armenia, en el partido Armenia-Turquía de clasificación para el Mundial de Suráfrica en 2010, fue el primer gran gesto de reconciliación en casi un siglo de enemistad.

Azerbaiyán se opone a la reapertura de la frontera turco-armenia

A su vez, el presidente de EE UU se reunió el pasado día 7 en Estambul, al término de su primera gran gira internacional, con los ministros de Exteriores de Ankara y Yereván para urgirles a buscar una solución diplomática a sus disputas. El Departamento de Estado saludó ayer el acuerdo entre ambos países y pidió que se aplique "en un plazo de tiempo razonable".

Barack Obama no ha ocultado en declaraciones ante la influyente comunidad armenia de EE UU anteriores a su llegada a la Casa Blanca que considera las matanzas cometidas durante el Imperio Otomano como un genocidio. Precisamente hoy, jueves, coincidiendo con el Día de la Memoria de Armenia, el presidente se había planteado estudiar una resolución del Congreso en la que se condena expresamente "el genocidio de 1,5 millones de armenios en 1915".

Una ratificación de la condena desde la Casa Blanca sólo contribuiría a dinamitar las estrechas relaciones entre Washington y el único país musulmán de la OTAN. En Turquía, cualquier referencia al genocidio armenio puede ser perseguida como delito.

Un diplomático occidental en Yereván precisó que el acuerdo sobre reapertura de fronteras se pondrá en marcha gradualmente en cuestión de "semanas o meses". Armenia y Turquía se han comprometido también a crear una comisión de historiadores para que analicen las matanzas ocurridas en 1915.

Ankara se ha apresurado a tender la mano a Yereván ante la mediación de EE UU, pero teme perder ahora el apoyo de Azerbaiyán, su aliado histórico en el Cáucaso y un país rico en yacimientos de gas y petróleo. El Gobierno turco cerró las fronteras con Armenia tras la intervención de fuerzas de Yereván en Nagorno-Karabaj, un enclave en Azerbaiyán, para apoyar a los separatistas armenios alzados en armas.

La clausura de las fronteras ha supuesto un embargo económico en toda regla para Armenia, que ha quedado privada de su vía comercial natural hacia Europa. "La reapertura de la frontera [turco-armenia] puede desatar nuevas tensiones en la región y afectar seriamente a nuestros intereses", advirtió ayer en Bakú un portavoz del Ministerio de Exteriores azerbaiyano.

Azerbaiyán se ha convertido en una de las principales alternativas a Rusia a la hora de suministrar energía a los países de la UE a través de la red de oleoductos de Turquía. También está previsto que el gasoducto Nabucco conecte a partir de 2014 los grandes yacimientos de gas del mar Caspio con Europa Occidental a través de Anatolia.

Desde que la diplomacia del fútbol reabrió el diálogo turco-armenio, el Gobierno de Bakú comenzó a sentirse en situación de fuera de juego. Por ello, miembros del Gobierno de Ankara insistían ayer en que la reapertura de la frontera deberá discurrir en paralelo a la solución del conflicto de Nagorno-Karabaj.

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