"Saben que puede ser un viaje sin retorno"
El Ejército de Colombia tenía preparadas 30 aeronaves para ir al lugar del rescate si la guerrilla descubría el engaño
Interceptación de mensajes, infiltración de agentes secretos, discreción al máximo y un rescate final muy ensayado fueron las claves de la Operación Jaque, que permitió la liberación de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt y otros 14 rehenes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en la selva el 2 de julio.
Todo empezó a fraguarse hace un año, pero el guión final de esta operación llegó al despacho del comandante del Ejército, el general Mario Montoya, a las ocho de la mañana del 1 de junio. A partir de ese momento, el plan se puso oficialmente en marcha.
Los mandos de las FARC picaron el anzuelo por falta de comunicaciones
Dos falsos periodistas debían entrevistar a César para distraerle
Los tres agentes de los servicios secretos militares que visitaron al general Montoya aquel domingo llevaban un mes trabajando en una propuesta para rescatar a varios secuestrados sin tener que disparar ni un tiro. Se trataba de engañar a la guerrilla, de aprovechar sus puntos débiles para hacerles creer que los rescatadores formaban parte de una comisión humanitaria que sólo pretendía trasladar a los rehenes a otra zona, de orden del nuevo dirigente de las FARC, Alfonso Cano. Se trataba de imitar las liberaciones llevadas a cabo a principios de año. Por muy imposible que pareciera la misión, el general les apoyó. La cúpula militar aprobó el plan.
Cada día se van conociendo más detalles de los preparativos del cinematográfico rescate. El diario El Tiempo de Bogotá publicó ayer una entrevista con uno de los militares implicados. "Desde ese momento [la reunión con Montoya] fuimos perfeccionando el plan y acordamos ciertas reglas para seguir hablando de su ejecución", explica. Bajo el máximo secreto se empezó a diseñar la operación. Se hicieron reuniones en lugares diferentes, con los móviles apagados y con la radio y la televisión muy altas, para evitar que algún posible infiltrado de la guerrilla pudiera oírles. La discreción fue esencial, según el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos. "Aceleramos al máximo la operación porque el riesgo de que se filtrara cualquier cosa era muy grande", ha declarado. En principio, el rescate era para dentro de diez días.
Mientras se buscaba a los integrantes del equipo operativo (nueve oficiales y suboficiales de los servicios de espionaje y cuatro tripulantes), los infiltrados del Ejército hacían su trabajo en plena selva. Los secuestrados estaban en tres localizaciones y había que conseguir que la guerrilla los reagrupara para hacer el traslado. Uno de esos infiltrados intercambió varios mensajes falsos entre Gerardo Antonio Aguilar, alias César, el carcelero de los secuestrados, y dos miembros de la cúpula de las FARC, el Mono Jojoy y Alfonso Cano. El falso correo humano llegó al campamento de César la tercera semana de junio con el supuesto visto bueno de Cano. "El mensaje fue que el camarada Cano estaba de acuerdo con mover a los secuestrados, porque abriría una puerta para la libertad de presos de la guerrilla", cuenta el militar al diario.
La falta de comunicación entre los frentes de las FARC explica por qué picaron el anzuelo. Desde los bombardeos que acabaron con Raúl Reyes, que fueron localizados gracias a las comunicaciones, los dirigentes tienen miedo a hablar por radio entre ellos.
Con César convencido de la orden de traslado de los rehenes y con el visto bueno del presidente Álvaro Uribe, la operación entró en su fase final el 27 de junio. Se escogieron los tripulantes y los helicópteros (uno para el rescate y otro que les escoltaría). La operación fue bautizada como Jaque.
Todo se ensayó varias veces. El encuentro con César, cómo debían hablar y moverse, qué hacer si la guerrilla les descubría, puesto que no llevaban armas. En tal caso, 30 aeronaves con 300 hombres estarían listas para despegar cerca de allí para salir en su defensa, según la revista Semana. Vieron una y otra vez los vídeos de la liberación de Clara Rojas, para saber cómo actuar e imitar los personajes, la ropa y la escenografía usada por los venezolanos. Aprendieron a imitar acentos: italiano, árabe, australiano... Dos supuestos periodistas tenían que intentar entrevistar a César para distraerle.
En realidad, toda esta preparación se alimentaba de algo que había comenzado hace un año. La fuga del subteniente John Frank Pinchao, otro secuestrado, proporcionó valiosos datos sobre la ubicación de los rehenes. La segunda pista se obtuvo de las pruebas de vida que el Ejército interceptó en diciembre pasado. Se supo desde dónde se enviaban, para luego poder enviar los correos falsos. Las liberaciones de enero y febrero también proporcionaron datos geográficos.
La noche anterior a la Operación Jaque, el general Montoya se reunió con el equipo, a unos cuantos kilómetros de San José del Guaviare. "Ustedes saben que éste puede ser un viaje sin retorno", les dijo. A la mañana siguiente, el helicóptero emprendió el vuelo con las coordenadas que le permitirían aterrizar en un claro sembrado de coca y llevarse a los 15 rehenes.
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