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Reportaje:

Rescatada para morir

Un comando mexicano interceptó el coche en el que La Pelirroja era trasladada de la cárcel al hospital - Tres días después la secuestradora apareció colgada

Salvador Camarena

El cuerpo sin vida de una mujer semidesnuda, suspendido de un puente de Monterrey, capital financiera de México, fue la inédita imagen con que el Estado de Nuevo León (norte del país) cerró el violento 2010. En los últimos años que los criminales dejen colgados a sus rivales se ha vuelto costumbre. Pero no había ocurrido que la asesinada fuera del sexo femenino, y menos que se tratara de una criminal a la que todo el mundo suponía a salvo.

Cuando en julio de 2009 la policía se aprestaba a detener a Gabriela Elizabeth Muñiz Támez, La Pelirroja, acusada de liderar una banda de secuestradores, otros policías intentaron sin éxito impedirlo. Las autoridades presentaron entonces ante las cámaras a una mujer de pelo corto, rojizo y facciones discretas. Su nombre volvió a sonar la noche del lunes, cuando se supo que había sido "rescatada". Su muerte a los 31 años dejó desolados a los vecinos de una zona agrícola de Nuevo León.

Al inicio de la última semana de 2010, un supuesto malestar provocado por un hematoma en el estómago hizo que el médico de la cárcel de Topo Chico, donde La Pelirroja se encontraba recluida desde agosto de 2009, decretara su traslado de emergencia a un hospital universitario. Sin mayor vigilancia que cuatro custodios, la interna salió alrededor de las nueve de la noche en un vehículo que minutos después fue interceptado por un comando. Todos supusieron ese lunes que estaba integrado por viejos cómplices de la secuestradora, que acudían a su "rescate".

Sin embargo, poco después de las seis de la mañana del viernes, en la transitada avenida Gonzalitos de Monterrey, los transeúntes informaron de que de un puente pendía una mujer colgada del cuello. Por su apariencia física las autoridades supusieron de inmediato que se trataba de La Pelirroja, identidad que no tardó en ser confirmada. La reclusa, cuyo torso estaba desnudo, presentaba huellas de tortura y en su pecho y espalda tenía escrita con tinta negra la palabra "Yair".

El asesinato de Muñiz Támez fue el final de una violenta semana que en ese Estado mexicano se cobró la vida de al menos seis policías, cinco locales y uno federal, este último decapitado. Además, según distintas versiones periodísticas, la ejecución de La Pelirroja estaría ligada a la de otras dos mujeres, cuyos cadáveres fueron localizados en la noche del jueves en Montemorelos, a 80 kilómetros de Monterrey, municipio cercano a Allende, donde operaba la secuestradora colgada.

Por el permiso de traslado de La pelirroja y la forma en que se realizó son investigados el director de la cárcel de Topo Chico, el médico de la cárcel y cuatro guardias. Pero sobre la identidad de los autores del asesinato no se ha pronunciado ninguna autoridad.

Según el periódico El Norte, hasta el 29 de diciembre 602 personas (de ellas 68 policías) murieron en 2010 en Nuevo León, en lo que se conoce como la lucha anticrimen del presidente Felipe Calderón, que no es otra cosa que el controvertido combate a bandas de narcotraficantes y extorsionadores en siete frentes ubicados sobre todo en el centro y el norte del país.

Fronterizos con Estados Unidos, Nuevo León y su vecino Tamaulipas cuentan desde enero de 2008 con apoyo del Ejército, la Marina y la Policía Federal para amainar los efectos de la pugna que tres cárteles -el Pacífico, el Golfo y Los Zetas- sostienen en esa región. Ese operativo fue reforzado el 24 de noviembre pasado, cuando el Gobierno de Calderón anunció que aumentaría "significativamente" el número de efectivos para "continuar con el debilitamiento de las organizaciones criminales e impedir su reagrupamiento, a fin de garantizar la tranquilidad de los ciudadanos de la región".

Policías mexicanos recuperan el cadáver de La Pelirroja, en Monterrey.
Policías mexicanos recuperan el cadáver de La Pelirroja, en Monterrey.EFE

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