Reencuentro en París, 24 años después
Una madre salvadoreña logra abrazar a su hija, desaparecida durante la guerra y adoptada por una familia francesa, en el primer caso resuelto por ProBúsqueda en el extranjero
Una madre soltera salvadoreña de 40 años de edad ha logrado por fin abrazar a su hija mayor, 24 años después de que desapareciera en medio de la guerra civil que devastó El Salvador entre 1980 y 1992. El reencuentro entre madre e hija tuvo lugar en la capital francesa, París, el pasado 1 de febrero, en un acto privado.
Ambas trataron de recuperar parte del tiempo perdido en los 15 días que pasaron juntas y solas en Francia. Y ayer hicieron pública en San Salvador la historia de su separación.
Francisca Quinteros, de pequeña estatura y de piel morena, aparenta ser mucho más joven, “pese a tanto sufrimiento que llevamos dentro”, según narró ayer ante periodistas locales y de medios internacionales.
“Fue algo emocionante, no se puede decir en palabras. Era mi hija, a la que llevé dentro de mi vientre... Fue difícil, por el idioma, pero nos entendimos bien”.
“Mi hija fue inscrita en la alcaldía con el nombre de María Esperanza Guadalupe Quintero. Tenía apenas tres meses de nacida cuando la entregué a una señora que me la llevaría a un refugio para ponerla a salvo”, rememora Francisca con los ojos enrojecidos.
A su modo, explica que, días antes de entregar a su hija en 1983 ?no recuerda con exactitud el mes y el día?, “los soldados llegaron a nuestro cantón de Jucuarán [en el departamento de Usulután] y reprimieron a la población; nos quemaron las casas y las siembras, mataron a varias personas. Nos acusaban de colaborar con la guerrilla... Nosotros éramos pobres. Yo logré sobrevivir con mi hija, a la que aún daba el pecho”, cuenta Francisca.
“No me quedó más remedio que entregar a mi hija a una señora que estaba en un refugio... Eran tiempos de guerra y después ya no supe de mi hija. Hasta que finalizó la guerra y supe que existía la Asociación ProBúsqueda; les pedí ayuda para que me ayudaran a localizarla”, dijo la mujer.
ProBúsqueda es una asociación civil y humanitaria que se encarga de localizar a menores que desaparecieron durante la guerra civil. El de Francisca y Alix, sin embargo, es el primer caso de localización de desaparecidos en el extranjero gestionado por esta entidad.
“Como el caso de Francisca hay muchas familias. Por salvar a sus hijos, los llevaron a orfanatos o a refugios, y de allí entidades estatales y privadas promovieron las adopciones. Como consecuencia de ello, ahora tenemos, en este caso, dos familias sufriendo porque las familias adoptivas también sufren al darse cuenta de que las engañaron”, asegura a EL PAÍS uno de los directores de ProBúsqueda, Mario Sánchez.
En la actualidad, María Esperanza Guadalupe se llama Alix Moulin y tiene 24 años de edad; se ha casado con un africano y tiene una hija. Tiene dos hermanos, también de origen salvadoreño, adoptados por la familia Moulin, que reside en París.
Francisca narró que, tras la finalización de la guerra civil salvadoreña, comenzó a indagar sobre el paradero de su hija. “Fui yo sola, ya que el padre de la niña no me ayudó. Me hice el examen de ADN con las personas de ProBúsqueda y ellos se encargaron de buscarla. Hace tres años la localizaron y me informaron... Yo quería volar, hubiera querido ser aire para traspasar las fronteras, pero los señores de ProBúsqueda me dijeron que debía tener paciencia porque la familia adoptiva debía también prepararse emocionalmente ”, dijo finalmente Francisca, quien cree que se ha quitado “una parte de las angustias, pero está feliz de haber encontrado viva a su hija”.
Los hermanos de Alix, casi de la misma edad que ella, ya saben que son de origen salvadoreño, aunque se llaman Marc y Phillip y llevan el apellido Moulin. Ambos también quieren saber qué ha sido de sus padres biológicos, una tarea en la que ProBúsqueda les ayudará a través de exámenes de ADN.
Esta institución humanitaria tiene constancia de 787 casos de menores desaparecidos de ambos sexos; 323 han sido localizados y 464 están pendientes.
El Estado no investiga el paradero de menores ya que está vigente una amnistía general que perdonó crímenes de lesa humanidad, tales como masacres, desapariciones forzosas y torturas.
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