Putin-Berlusconi, una pareja unida por estilo e intereses
EE UU sospecha que ambos dirigentes se lucran del negocio del gas y teme el efecto que esa relación puede tener en el desarrollo de los contactos entre Rusia y Occidente
Las complejas relaciones bilaterales entre Rusia e Italia, y la intensa relación privada entre el primer ministro ruso, Vladímir Putin, y su homólogo italiano, Silvio Berlusconi, se han convertido en una obsesión recurrente para la Administración y la diplomacia estadounidenses.
Los papeles secretos del Departamento de Estado filtrados por Wikileaks y analizados por este diario revelan que Washington sospecha y desconfía de la amistad entre Berlusconi y Putin, y la considera "corrosiva" para los intereses de Occidente porque determina la política exterior de Italia y "pone en peligro la seguridad energética europea".
Los cables afirman que Berlusconi actúa como "mediador entre Occidente y Rusia", y defiende a menudo los intereses de Rusia frente a los de la OTAN, Estados Unidos y Europa, y "minando los valores humanos y democráticos que promueve la OSCE [Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa]".
La relación "pone en peligro la seguridad energética europea", señala la embajada
Incluso fuentes de su partido denuncian las ganancias de Berlusconi en los pactos con Rusia
Un contacto cuenta que los dos líderes adoban sus encuentros con "regalos suntuosos"
Estados Unidos lanzó una ofensiva para mitigar la "corrosiva" influencia de la amistad
Entre mayo de 2002 y febrero de 2010, al menos 102 documentos emitidos por el Gobierno y las legaciones exteriores de EE UU (12 de ellos secretos y el resto confidenciales) han tratado de desentrañar y desactivar la conexión entre Putin y Berlusconi.
El desasosiego de Estados Unidos se observa en sendos telegramas enviados a Roma y Moscú por la secretaria de Estado, Hillary Clinton (junio de 2009 y enero de 2010), en los que pedía "cualquier información sobre la relación personal" entre ambos primeros ministros, y preguntaba: "¿Qué inversiones personales, si las hay, han realizado que puedan determinar sus políticas exteriores o económicas?", preguntaba Clinton.
Ronald P. Spogli, el embajador nombrado por la Administración de Bush, había dado alguna pista el 26 de enero de 2009, en un cable clasificado como Secreto / Noforn ("no entregable a extranjeros") que afirmaba: "Los contactos de la embajada, tanto en la oposición del centro-izquierda como en el partido de Berlusconi, el Pueblo de la Libertad, nos dicen que hay una conexión nefasta entre los dos primeros ministros. Afirman que Berlusconi y sus amigos (cronies) se están lucrando personal y alegremente con muchos de los acuerdos de energía que se firman entre Italia y Rusia".
El documento era un exhaustivo informe de 13 páginas, elaborado por las secciones de Economía y Política de la legación de Vía Veneto. Y decía: "Todos nuestros interlocutores -en el Ministerio de Exteriores, la oficina del primer ministro, el partido del Pueblo de la Libertad e incluso en ENI- nos dicen que Berlusconi determina de forma individual la política de Italia ante Rusia, sin buscar ni aceptar consejos. Prácticamente todos son reacios a llevarle la contraria incluso cuando se comporta del peor modo sobre Rusia".
"Incluso el ministro de Exteriores [Franco] Frattini admite que no tiene la menor influencia sobre Berlusconi con Rusia", escribía también el embajador.
La legación en Moscú respondió al segundo cable de Clinton el 5 de febrero de 2010 con un informe clasificado secreto que confirmaba que Putin y Berlusconi "tienen una conexión directa". El despacho iba firmado por el embajador John R. Beyrle, quien dejaba este comentario final: "En los asuntos importantes, parece que las relaciones económicas entre Rusia e Italia están dirigidas por los primeros ministros, que mantienen una conexión directa y controlan algunos de los más importantes activos de sus respectivas economías. En cuanto al fin al que destinan esos activos, es probable que no dependa solo de cálculos comerciales o de rentabilidad", añadía Beyrle, que concluía citando a un informador secreto: "Según nuestro contacto, 'parece que todo lo que sucede en los niveles más bajos es mera puesta en escena".
El documento revelaba la identidad del contacto que informa a los estadounidenses en Moscú. Se trata de un funcionario de la Embajada italiana, al que el cable identifica con cargo, nombre y apellido, antes de un paréntesis que dice: "Proteger". El contacto expresaba su "frustración" porque la intimidad entre Putin y Berlusconi "deja a la embajada en la oscuridad". Y explicaba: "La propia embajada y el ministro de Exteriores, Franco Frattini, a menudo conocen las conversaciones entre Berlusconi y Putin solo después de que se produzcan, y con muy pocos detalles o background".
Además, proseguía el informador, "si es necesario realizar alguna acción, el secretario del Gabinete instruye al ministro de Exteriores o a la embajada sin facilitarles background, limitándose a comentar que Berlusconi y Putin han acordado hacer eso".
Según el diplomático italiano, "aunque esa estrecha relación no es ideal desde el punto de vista burocrático y es más perjudicial que beneficiosa, a veces puede resultar útil". Y daba un ejemplo: durante la negociación de la venta por la petrolera ENI a Gazprom de su 20% de la filial rusa Gazpromneft, la empresa rusa quiso pagar a ENI las acciones "muy por debajo del precio de mercado, pero acabó pagando el valor de mercado después de que Berlusconi lo negociara con Putin".
El cable concluía afirmando que el consejero delegado de ENI, Paolo Scaroni, y el Gobierno italiano mantienen "contacto habitual con Igor Sechin, viceprimer ministro ruso y zar de la energía".
La lectura de otros cables filtrados a Wikileaks revelan que la irritación de Washington por la relación entre Putin y Berlusconi se mantiene constante. En enero de 2009, el embajador del Gobierno de Bush en Roma, Ronald P. Spogli, intentó explicar a Washington las claves de esa amistad que definía como un "verdadero incordio". "Berlusconi admira el estilo de gobernar macho, decidido y autoritario de Putin porque piensa que se parece al suyo", escribió en enero de 2009. Y añadía, entre paréntesis: "Un contacto en la oficina del primer ministro nos cuenta que adoban sus frecuentes encuentros con regalos suntuosos".
El nivel de inquietud de Washington es tal que la Embajada en Roma puso en marcha un "plan para mitigar el problema y contrarrestar la corrosiva influencia" de la amistad entre Putin y Berlusconi. "Hemos emprendido una ofensiva diplomática con figuras clave dentro y fuera del Gobierno italiano", contaba Spogli. La conclusión del informe es agridulce: "Aunque nos queda un largo trecho para modificar ese relato, desgraciadamente tenemos ayuda: en la forma de un primer ministro que parece cada vez más el portavoz de Putin".
Irónicamente, unos meses después, el 18 de septiembre de 2009, el propio Berlusconi confirmó en persona al flamante embajador del Gobierno de Obama, David H. Thorne, que no pensaba dejar de ejercer el papel de adalid de Putin. En un cable del 21 de septiembre, Thorne describe su primera visita al primer ministro italiano y comenta: "Nos ofreció un largo y familiar discurso sobre (a sus ojos) las muchas y estupendas cualidades de Putin como líder. Afirmó que bajo el ex presidente Bush y ahora con el presidente Obama ha conseguido desempeñar un útil papel de mediador en las relaciones Estados Unidos-Rusia, debido a su relación excepcionalmente estrecha con Putin, el verdadero centro del poder en Rusia".
Durante esa entrevista inicial con Thorne, Berlusconi califica al presidente ruso Dmitri Medvédev "con algo de condescendencia, como un aprendiz de Putin", anota el embajador.
Si hay algo que intriga a los diplomáticos estadounidenses en la relación Putin-Berlusconi es el papel que juega un íntimo colaborador de Berlusconi, Valentino Valentini. Los cables muestran que el servicio exterior piensa que "este diputado y figura en la sombra", que "actúa sin equipo y ni siquiera secretaria", es el "hombre clave de Berlusconi en Rusia". En los últimos tiempos, los cables muestran también la inquietud de EE UU por la triangulación del eje ENI-Gazprom hasta Trípoli. Allí vive Muammar el Gaddafi, aliado y socio personal de Silvio Berlusconi.
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