Presión sobre Berlín para cerrar el 'caso El-Masri'
EE UU maniobró para impedir la condena de agentes de la CIA implicados en el secuestro
Los cables secretos de la diplomacia estadounidense diseñan un claro retrato de cómo la superpotencia americana se esfuerza en proteger sus intereses a lo largo y ancho del globo. Ni siquiera aliados del peso económico de Alemania se libran de la intensa presión de Washington cuando, por ejemplo, se trata de frenar un molesto procedimiento judicial. Así, la Embajada en Berlín no dudó en advertir en febrero de 2007 al Gobierno alemán de que "sopesara cuidadosamente en cada paso las implicaciones para las relaciones con EE UU" que podría tener el desarrollo del caso Khaled el Masri, un ciudadano alemán de origen libanés que sostiene haber sido secuestrado y torturado por agentes de la CIA en 2004 durante cinco meses, hasta que sus captores se dieron cuenta de haberle confundido por otra persona.
El episodio no es aislado. En otro encuentro con interlocutores alemanes, los diplomáticos estadounidenses no dudaron en señalar a Berlín que las repercusiones del caso El Masri podrían afectar "a las relaciones bilaterales en toda su extensión". Ante las alegaciones alemanas relacionadas con la independencia del sistema judicial, los estadounidenses no pierden la sangre fría, y observan que "la decisión de emitir ordenes de detención internacional o peticiones de extradición requieren el consentimiento del Gobierno".
La fiscalía de Múnich emitió en 2007 una orden de detención para 13 agentes de la CIA, pero el Gobierno alemán no pidió formalmente su extradición.
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