Obama lanza su campaña electoral para las presidenciales de 2012
El presidente de EE UU busca la reelección sobre el mismo movimiento popular que lo llevó a la Casa Blanca
La carrera ha comenzado. Con el anuncio oficial de la candidatura de Barack Obama se puso ayer en marcha el reloj hacia las elecciones presidenciales del 6 de noviembre de 2012. El presidente, el primer candidato en liza, quiere tener tiempo suficiente para colectar una cantidad récord de dinero y para reconstruir el movimiento popular que lo llevó a la Casa Blanca en 2008.
Ya han empezado a amueblarse las oficinas de Chicago donde se instalará el cuartel general de la campaña de Obama. Su director, Jim Messina, ha comenzado a contratar ayudantes y a poner en marcha el complejo mecanismo para reunir los fondos que se requieren. El objetivo es juntar más de 140 millones de dólares antes del final de año, cuando los potenciales rivales republicanos ni siquiera habrán empezado su competencia en las primarias.
Simultáneamente, intentará levantar la enorme estructura de organizaciones de base que, de forma tan original, convirtió a Obama hace tres años en una figura de seguimiento popular sin precedentes. Así lo ha explicado el propio presidente en el vídeo y el correo electrónico enviado a sus seguidores: "Hacemos esto ahora porque la política en la que creemos no empieza con caros anuncios en televisión o extravagancias sino con la organización de la gente manzana a manzana, hablando a los vecinos, a los compañeros de trabajo y a los amigos. Ese es el tipo de campaña que queremos construir".
Recolectar dinero por ese medio es lento y difícil. En 2008, la campaña de Obama se centró en los pequeños donantes y consiguió la cifra de más de 700 millones de dólares. Esta vez se pretende superar esa cantidad y no se descarta rebasar el techo de los mil millones de dólares, aunque para ello no se desestime la ayuda de las grandes empresas, que ahora está legalmente autorizadas a hacer donaciones generosas. Para los próximos días hay ya previstos actos de recolección de fondos en California y Nueva York a más de 35.000 dólares el cubierto en algunos casos.
Pero el dinero no es la garantía del éxito. Obama tendrá que convencer a sus compatriotas de que su obra está inacabada y ha hecho méritos suficientes para permitírsele continuarla. Desde ese punto de vista, el presidente tiene argumentos suficientes como para lanzarse a una campaña con optimismo pero está lejos de tener garantizada la reelección.
Hasta la fecha, cuando solo pasan tres meses del ecuador de su gestión, Obama constituye una cierta frustración para quienes depositaron en él la esperanza de cambios radicales e inmediatos, pero no puede decirse que su presidencia sea una decepción. Su popularidad, según una última encuesta del diario The Washington Post rebasa ligeramente el 50% y, hoy por hoy, es el favorito.
En los dos años transcurrido, Obama ha conseguido superar la crisis económica más grave en una generación y colocar de nuevo al país en tasas positivas de crecimiento y de creación de empleo. La Bolsa de Nueva York registra beneficios desconocidos desde 2008 y, como reflejo de esta situación positiva, las ventas de las principales compañías de automóviles subieron el mes pasado un 10%. Las empresas están volviendo a contratar y los norteamericanos vuelven a ser mayoritariamente optimistas sobre su futuro.
Aún si el tiempo que resta hasta las elecciones se cumple sin grandes conquistas -el control republicano de la Cámara de Representantes hace muy difícil la labor legislativa-, Obama podrá presentarse ante los ciudadanos con el saldo de una reforma sanitaria, polémica pero que empieza a mostrar sus beneficios, la conclusión de una guerra, en Irak, y el comienzo del final de otra, en Afganistán. Poco se habrá avanzado, probablemente, en las promesas de una reforma energética o una nueva ley de inmigración, pero en esos y otros temas se han presentado proyectos que pueden servir para justificar un segundo mandato.
Obama cuenta, además, con la ventaja del desorden entre sus oponentes. El Partido Republicano no ha sido capaz hasta ahora de rentabilizar políticamente su gran victoria en las legislativas de 2010. La oposición ofrece a diario una imagen de división entre su sector más moderado y el ala radical representada por el Tea Party. A este último sector pertenece la única candidata que hasta ahora ha manifestado claramente su intención de concurrir, Michele Bachmann. Otros muchos se lo están pensando, entre ellos Mitt Romney, que ya fue candidato en 2008, Newt Gingrich, el capitán de la revolución conservadora de los años noventa, y Sarah Palin, la más popular de todos pero la improbable vencedora también.
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