_
_
_
_

Miles de palestinos protestan contra el bloqueo en Gaza

Hamás organiza una cadena humana desde el sur hasta el norte de la franja

En los kibutzim de Nahal Oz, Netiv Haashara y Nir Am se paralizaron ayer las labores agrícolas y ganaderas. Ubicadas a sólo cientos de metros de Gaza, parecían bases militares. Miles de soldados y policías israelíes vigilaban en las cercanías del muro fronterizo y las alambradas en estado de alerta.

Israel desplegó miles de soldados y policías para vigilar la frontera
"Vuestro asedio no quebrará nuestra voluntad", se leía en las pancartas

A muy pocos kilómetros, a lo largo de la franja mediterránea, miles de mujeres y niños palestinos formaban una cadena humana para exigir el levantamiento del bloqueo económico del territorio. Un capítulo más de la guerra que libran Israel y Hamás. Con abrumadora ventaja en el campo de batalla para el Ejército hebreo, y mucho más equilibrada la balanza en el ámbito político. El movimiento islamista dicta la agenda y sabe obtener provecho mediático, no sólo en el mundo árabe, de las penurias de los civiles.

La voladura de la frontera de Gaza con Egipto, a finales de enero, fue una obra maestra de la estrategia de Hamás que situó al presidente Hosni Mubarak entre la espada y la pared. Fue también un mal trago para el Gobierno de Ehud Olmert: el brutal bloqueo impuesto a la franja se desmoronó, aunque durara 12 días. Entonces, Hamás dio un paso al frente en su objetivo de lograr el reconocimiento internacional: cada semana, sus dirigentes viajan a Egipto para negociar la apertura de la frontera.

Para Israel, sin embargo, la repetición de lo sucedido en Rafah es inadmisible. Los uniformados israelíes tenían ayer orden de impedir por todos los medios -incluso con disparos de francotiradores- que los palestinos se acercaran al linde. No cae en saco roto la advertencia lanzada hace un mes por Ahmed Yussef, consejero político del primer ministro Ismail Haniya: "La próxima vez enviaremos medio millón de personas a la frontera de Erez". Si alguna vez se lleva a cabo semejante desafío, no era ayer la fecha elegida. Este tipo de apuestas no se airea en los medios de comunicación, como hicieron los portavoces de Hamás. Más pareció un tanteo para averiguar la reacción del enemigo jurado. Olmert, escarmentado tras el fiasco de la guerra contra Hezbolá, no soportaría otra sorpresa amarga: "Israel", dijo, "siempre tiene en cuenta todos los escenarios". No faltaron en el despliegue decenas de carros de combate.

Los organizadores de la protesta -Comités Populares contra el Bloqueo de Gaza- ya advirtieron el domingo de que sería pacífica y que se impediría que los jóvenes y mujeres se aproximaran a la frontera. Controlados por la policía del Gobierno de Hamás, sin cuyo visto bueno no es posible un acto de esta naturaleza, apenas unas decenas de chavales se atrevieron a lanzar piedras contra los soldados israelíes cerca del cruce fronterizo de Erez. Los militares israelíes los dispersaron sin despeinarse.

La cadena humana pretende que no caiga en el olvido la pavorosa coyuntura económica de la franja: cortes de luz diarios se prolongan durante 10 horas; una actividad comercial bajo mínimos; un tráfico rodado que ha caído en picado para fomento de la tracción animal. "Vuestro asedio no quebrará nuestra voluntad", "¡fin al bloqueo ya!", se leía en las pancartas, escritas en árabe e inglés, que portaban los chavales. Pero no es casual que la protesta coincida con las cada vez más frecuentes declaraciones de políticos e instituciones de todo el mundo -el Parlamento Europeo, entre ellas- que consideran el asedio a Gaza un error político y una violación de la legislación humanitaria internacional.

La iniciativa demuestra también que Hamás, a pesar de su escasa capacidad militar frente al Ejército israelí, es capaz de marcar el paso a los dirigentes hebreos. Desde su victoria en las urnas, en enero de 2006, los islamistas han logrado propinar varios golpes que provocan chorros de tinta y un sinfín de declaraciones: la captura del soldado Gilad Shalit, todavía cautivo; la formación de un Gobierno de unidad nacional con Al Fatah, frustrado a los pocos meses; la toma del poder en Gaza, y la ruptura de la frontera con Egipto. En Jerusalén se escruta cada palabra de los líderes islamistas. "Son mucho más influyentes de lo que permite su capacidad como organización semiestatal. Su habilidad propagandística es increíble. Israel está descolocado", apunta Mario Sznajder, profesor de Ciencia Política de la Universidad Hebrea.

Palestinos en una cadena humana para protestar por el bloqueo israelí a la franja, en el paso de Rafah.
Palestinos en una cadena humana para protestar por el bloqueo israelí a la franja, en el paso de Rafah.AP
Soldados israelíes toman posiciones en la frontera con la franja de Gaza.
Soldados israelíes toman posiciones en la frontera con la franja de Gaza.AP

Tensar la cuerda

Los ataques de la aviación y las operaciones terrestres del Ejército israelí son diarios en Gaza. Más de 200 milicianos -tres fallecieron ayer- y civiles han perecido desde diciembre en el territorio palestino. Un goteo incesante que ni conmueve ni es noticioso ya para el resto del mundo. Tampoco para los milicianos ni dirigentes islamistas, acostumbrados a los entierros prematuros, supone nada especial. Así que los líderes de Hamás se las apañan para atraer la atención por otras vías: proliferan ahora las protestas pacíficas, algunas tan llamativas como las manifestaciones nocturnas a la luz de las velas por la carencia de electricidad.

Sami Abu Zuhri, portavoz islamista, amenazó: "La cadena humana es un mensaje a Israel y a otros países de que Gaza es una bomba de relojería que estallará en cualquier momento si el bloqueo no es levantado". Hamás necesita tensar la cuerda.

Mientras suena el tictac de esa bomba, el disparo de cohetes kassam prosigue. Tres artefactos impactaron ayer en Sderot, diana predilecta, hiriendo a un niño de 10 años. "Hamás ha convertido los kassam en un arma estratégica. Con un lanzamiento logra un impacto similar al de una campaña de radio y televisión", explica el profesor Mario Sznajder. La población israelí que bordea Gaza, exasperada, clama venganza, y la derecha y numerosos expertos militares piden que la cuerda se rompa de una vez con una invasión en toda regla de la franja de Gaza.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_