Kirchner vuelve al ruedo político para apuntalar el Gobierno de su esposa
El ex presidente argentino encabeza la lista de Buenos Aires en las legislativas
El regreso de Néstor Kirchner a primera fila de la política argentina (de la trastienda no se ha ido nunca) amenaza con ser más complicado de lo que tenía previsto. En un clima de gran pesimismo entre la población por el futuro económico y político, el ex presidente ha decidido presentarse como cabeza de lista en la provincia de Buenos Aires para las elecciones legislativas del próximo 28 de junio, pero quiere que le acompañe como número dos el actual gobernador de la provincia, Daniel Scioli, un peso pesado del peronismo oficialista que maneja los resortes de la región más grande y poblada del país.
El problema es que Scioli nunca tomaría posesión de su escaño en el Parlamento nacional ni abandonaría su importante cargo actual. ¿Son democráticas las "candidaturas testimoniales" que intenta impulsar Kirchner, con gobernadores y alcaldes que "prestarían" sus nombres en puestos prominentes, pero que, pasadas las elecciones, renunciarían a sus escaños y se quedarían tranquilamente en sus trabajos actuales? La polémica hace furor entre políticos, constitucionalistas y periodistas en Argentina, y ha endurecido la ya de por sí crispada vida política del país.
La oposición se organiza para lograr la mayoría en el gran Buenos Aires
Una derrota en los comicios de junio pondría en aprietos a Cristina Fernández
Una muestra patente de esa crispación la dieron esta semana el vicepresidente del Gobierno, Julio Cobos, enemistado desde hace meses con la presidenta y esposa de Kirchner, Cristina Fernández, y el ministro de Justicia, Aníbal Fernández, gran aliado de los Kirchner. Cobos calificó la idea de las candidaturas testimoniales como "aberración institucional" y el ministro no se molestó lo más mínimo en guardar las formas: "Cobos es un sinvergüenza", replicó instantáneamente.
Daniel Scioli no ha confirmado aún su candidatura, pero está claro que su inclusión sería una jugada muy buena para Kirchner porque le ayudaría a tomar distancias respecto a sus seguidores. Una de las características más curiosas de la política argentina es la facilidad con la que esposas, hermanos y otros familiares de los políticos entran a formar parte de listas electorales, de los Gobiernos o de los organismos dependientes de éstos, según la ocasión. En el entorno de Scioli, por ejemplo, se deja caer que el gobernador podría "ofrecer" a su hermano José para acompañar a Kirchner, en el caso de que, finalmente, crea que su candidatura testimonial pueda perjudicarle.
Con el cada día más inestable apoyo del alcalde de la capital, Mauricio Macri, la oposición se concentra en la difícil batalla por arrebatar la mayoría a Kirchner en el llamado conurbano de Buenos Aires, el cinturón de empobrecidas poblaciones en las que el ex presidente confía para reunir los escaños que le permitan proclamar su victoria. La principal ventaja de Kirchner es la tradicional desunión de la oposición. En este caso, sin embargo, se ha conseguido un acuerdo entre dos familias de peronistas disidentes, encabezadas por Francisco de Narváez y Felipe Solá.
La lista opositora la encabezará De Narváez, un empresario millonario, que ha empezado ya la campaña por su cuenta con carteles y anuncios televisados que paga de su propio bolsillo y en los que denuncia la creciente inseguridad que padecen los bonaerenses. Los problemas de falta de policía (o la policía corrupta) afectan fundamentalmente a los barrios más pobres del conurbano, donde la delincuencia ha aumentado notablemente. De Narváez cree que esa desesperante ola de inseguridad que sufren esos barrios, sumado al miedo a la epidemia de dengue, que las autoridades de la provincia no han sido capaces de evitar, pueden debilitar el formidable aparato que controlan Scioli y Kirchner.
De Narváez cuenta como número dos con Felipe Solá, un importante peronista disidente con una larga carrera en el justicialismo, que ha aceptado ser segundo porque espera revertir ese orden en las presidenciales de 2011, en las que De Narváez, nacido en Colombia, no podrá participar. Un buen resultado de esta candidatura, sumada a la oposición tradicional de los radicales, podría hacer tambalear la victoria de Kirchner y comprometer el futuro político de la pareja presidencial.
La batalla de Buenos Aires se juega a una especie de todo o nada, en la que Néstor Kirchner pretende introducir el máximo de crispación posible. Aunque hasta ahora el ex presidente no ha dicho nada al respecto, en su entorno son frecuentes las alusiones a que una derrota en las elecciones de junio podrían llevar a Cristina Fernández a considerar una dimisión. La pérdida de las elecciones dificultaría extraordinariamente su mandato, teniendo que negociar día a día mayorías parlamentarias, pero aun así resulta difícil creer que esté dispuesta a abandonar el cargo sin dar la pelea y cuando falta realmente tanto tiempo para cumplir su periodo presidencial.
Por si acaso, Julio Cobos, que sigue siendo muy popular, se las ha arreglado para volver a la Unión Cívica Radical (UCR) de la que fue expulsado cuando aceptó ir en las listas de Kirchner, y se prepara, con contactos a un lado y a otro, por si la conocida terquedad de Néstor Kirchner le concede la oportunidad de su vida.
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