Karina, la guerrillera arrepentida
La insurgente colombiana pide perdón a "toda la sociedad" por sus crímenes
"Pido perdón al todo el pueblo colombiano, a ustedes presentes aquí, a toda la sociedad... especialmente a los que fueron mis víctimas". Así se expresó ayer Karina, una curtida guerrillera de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que hace un año decidió entregar las armas y que hace apenas una semana fue nombrada por el Gobierno colombiano gestora de paz.
Karina, una mujer morena y de facciones fuertes, se sinceró ayer en público: "Les pido perdón de todo corazón". Así empezó una larga declaración de arrepentimiento delante de la prensa en la sede del DAS, máximo organismo de seguridad colombiano; en los calabozos de esta instancia permanece la ex guerrillera desde mayo del año pasado, cuando decidió entregarse a la justicia y poner fin a más de 20 años de guerra.
La declaración fue un repaso de su vida. Ingresó en las filas guerrilleras a los 16 años: "Me reclutaron como a cualquier joven sin tener conocimiento del país", contó. Sus más de dos décadas en la organización la convirtieron en una mujer temida, una de las duras de las FARC. Organizó violentas incursiones en varias poblaciones, secuestró y fue una guerrera sanguinaria que torturaba a sus víctimas.
Con una cinta blanca a modo de diadema, pendientes largos y mirada tranquila, aseguró ayer: "Karina no se mandaba sola; cumplía órdenes". Y se mostró dispuesta "a resarcir todo el daño causado".
Muchos creen que el beneficio de excarcelación que le ha concedido el Gobierno es inmerecido. Lo ha repetido estos días, entre otras personas, la esposa de un soldado que desapareció tras uno de los asaltos que ella dirigió. Sólo espera verse cara a cara con la ex comandante para preguntarle dónde esta su marido. Se critica, además, que durante sus declaraciones ante la justicia Karina no haya confesado ni la mitad de sus crímenes.
"No quiero seguir siendo más Karina [su nombre de pila es Elda Neyis Mosquera], quiero luchar por esa posibilidad que me dio el presidente Álvaro Uribe", dijo. "No piensen que estoy feliz por salir de la cárcel; soy consciente de la responsabilidad que asumo".
No es la única guerrillera arrepentida que a partir de ahora trabajará en el bando de la paz; también lo hará Raúl Agudelo, Olivo Saldaña, capturado en 2004 cuando llevaba en sus bolsillos varios millones producto de secuestros y extorsiones. Saldaña prometió el miércoles desde la cárcel trabajar por la paz y acompañar a los familiares de las víctimas de las FARC a buscar en fosas comunes los cuerpos de sus seres queridos. Saldaña lidera el movimiento Manos por la Paz, que ha logrado convencer a guerrilleros presos de romper los lazos con las FARC.
Y ésta es la tarea que seguirá haciendo, al igual que Karina fuera de prisión: atraer guerrilleros a la vida civil. Aunque los procesos judiciales contra ellos siguen vigentes, la sensación que deja en el aire la decisión presidencial es la de la impunidad.
El lugar en el que los dos nuevos gestores de paz cumplirán su tarea se mantendrá en secreto. En un mes, si las autoridades consideran que los riesgos de seguridad no son grandes, se levantará el veto. Los dos figuran en la lista de "objetivos militares" de sus ex compañeros de armas.
Según un protocolo dado a conocer ayer, sólo podrán moverse en Bogotá, pero deben informar seis veces al día a la entidad penitenciaria. Tendrán a su disposición teléfonos fijos e Internet durante cinco horas al día y se habilitará un apartado postal para que reciban correspondencia.
Ayer ya empezaron a ser reales los riesgos que se anunciaban tras esta decisión gubernamental. Dos paramilitares desmovilizados que cumplen condena pidieron ser incluidos en la lista de gestores de paz. Una de ellas, Rocío Arias, ex congresista de uno de los movimientos uribistas, envió una carta al presidente apelando a su "corazón grande". Fredy Rendón, El Alemán, hermano de Don Mario y uno de los cinco delincuentes más buscados del país, es el segundo paramilitar que desea por este camino salir pronto de prisión. Sus crímenes atroces son incontables.
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