Inaceptable, pero no inminente
Los analistas rusos han llegado a la conclusión de que el programa de misiles iraní no está suficientemente desarrollado y que sus intenciones de usar los misiles contra EE UU o Rusia son inexistentes
Rusia está cooperando con EE UU para contener el programa nuclear iraní, según se desprende de numerosos despachos. Sin embargo, no considera que la amenaza sea inminente. Sus analistas constatan que Irán ha desarrollado versiones mejoradas de sus Scud para el corto alcance, sin embargo estiman que ha tocado techo en los misiles de alcance medio y está lejos de lograr uno intercontinental, la mayor preocupación de EE UU. Por eso, discrepa de que se trate de una amenaza inmediata, tal como se revela en un informe de la Secretaría de Estado sobre las conversaciones bilaterales para evaluar amenazas conjuntas que ambos países mantuvieron en diciembre del año pasado (documento 250573). Aún así, del lado ruso se deja claro que los intereses estratégicos a largo plazo de EE UU y Rusia coinciden en buena medida y que la adquisición de capacidad nuclear y/o de misiles por parte de Irán, Corea del Norte, u otros estados a punto de conseguirla es inaceptable.
Los rusos entienden que debido a la compleja y desafiante situación del contexto regional que rodea a Irán, sus líderes consideran la adquisición de capacidad de misiles como [un elemento de] disuasión ante las amenazas existentes. Más interesante resulta su convicción de que los iraníes exageran de forma consistente sus logros en producción de misiles. Entre otras cosas dudan de que el Shahab-3 iraní, una variación del ruso Scud-C, haya alcanzado los 2.000 kilómetros que asegura Teherán. También de que el Sejjil, el misil de combustible sólido que tratan de desarrollar, pueda llevar una carga suficiente para ser de utilidad militar. En su opinión, pasarán 5 o 6 años antes de que esté listo. Los norteamericanos temen sin embargo que puedan desplegarlo, en cantidades limitadas, antes de un año.
Otro punto de contención es el cohete espacial, que EE UU teme que sirva para avanzar la tecnología para un misil de largo alcance. De nuevo los rusos dudan de que tenga utilidad militar y recuerdan que el Safir, lanzado el pasado febrero, sólo puso en órbita un satélite de 26 kilos de peso, el Omid. Los rusos también insisten en que los iraníes carecen de los materiales avanzados que son necesarios para progresar por ese camino. Pero Washington ha detectado que Irán está buscando "varias aleaciones de aluminio" en los mercados internacionales y sospecha que esté usando ese metal en vez de acero para aumentar el alcance de los cohetes.
Los analistas rusos han llegado a la conclusión de que el programa de misiles iraní no está suficientemente desarrollado y que sus intenciones de usar los misiles contra EE UU o Rusia son inexistentes, por lo tanto no constituyen una amenaza que requiera el despliegue de defensas antimisiles. No obstante, un año después, Moscú ha aceptado el nuevo plan de escudo antimisiles de la OTAN aprobado en Lisboa, sin que quede claro si durante este tiempo (en que Rusia también apoyó las nuevas sanciones de la ONU a Irán) ha cambiado su percepción de peligro o ha obtenido otras contrapartidas.
El intento de Irán de adquirir materiales prohibidos ocupa parte de las conversaciones EE UU-Rusia y también decenas de despachos que la Secretaría de Estado intercambia con sus embajadas en todo el mundo. Los rusos admiten que Teherán tiene programas para tratar de adquirir tecnología rusa. Entre los equipos que trata de adquirir destacan dispositivos de medición, amplificadores de alta precisión, indicadores de presión, varios materiales compuestos y tecnología para crear nuevos motores para misiles. Para ello utilizan falsas compañías dirigidas por los servicios de seguridad iraníes, pero desde Moscú se asegura que su trabajo está frustrando ese empeño.
No está claro que ese éxito sea universal. EE UU identifica dos compañías alemanas de productos de precisión industrial que parecen estar en el objetivo de varias de empresas tapadera e intermediarios iraníes que actúan por cuenta de la Organización de Industrias Aeroespaciales (que coordina toda la investigación, desarrollo y producción de los misiles) o sus subordinadas (listas en el documento 226534). La secretaria de Estado escribe a la Embajada en Berlín para que comunique el caso a las autoridades pertinentes. Al menos en dos ocasiones, la legación rebota un mensaje alemán según el cual las sociedades afectadas no han recibido los encargos que se les refieren y ni siquiera han tenido noticias de los supuestos compradores.
También preocupa a EE UU una empresa supuestamente iraní pero con sede en Malasia, Electronics Component Limited (ECL), que está intentando comprar giroscopios a la china VibTel. Los giroscopios, que pueden utilizarse en los sistemas de guía de los misiles balísticos o en los aviones no tripulados, están sujetos al MTCR, por lo que Washington pide a Pekín que investigue el caso. No consta cómo se resuelve el asunto, pero la ECL es objeto de varias gestiones similares. El objetivo, explica uno de los informes, es que "Irán no logre acceder a las tecnologías que necesita para desarrollar misiles de mayor alcance" [que los que actualmente tiene], y en definitiva, hacer inviable su eventual capacidad nuclear.
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