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LOS PAPELES DEL DEPARTAMENTO DE ESTADO | Cuba tras medio siglo de castrismo

"La Iglesia católica ha capitulado"

EE UU dibuja una jerarquía resignada a las escasas concesiones del régimen

Juan Jesús Aznárez

Los diplomáticos de Estados Unidos no tienen grandes esperanzas de que la Iglesia católica sea el elemento que cambie el régimen castrista. Los informes confidenciales emitidos desde La Habana consideran que la Iglesia católica ha renunciado al activismo político en la isla, e incluso optó por distanciarse de los disidentes católicos, a cambio de que el régimen le permita mantener un espacio para el culto y pueda reconstruir su infraestructura en templos y seminarios.

"Desde el cardenal [Jaime] Ortega hasta las monjas de provincias, la Iglesia católica evita desafiar al Gobierno", comunicó a Washington Jonathan Farrar, jefe de la Sección de Intereses de EE UU en La Habana en el año 2008. A ojos estadounidenses, la estrategia eclesial no ha cambiado, y los objetivos son conservar las concesiones recibidas, poner en marcha una emisora de radio, y rejuvenecer la feligresía tras años de ostracismo. Para ampliar su geografía pastoral, el cardenal Ortega gestionó, sin éxito, una visita a Cuba del papa Benedicto XVI en enero de 2009, según revelan los cables de la oficina diplomática.

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"El miedo a despertar la ira del Gobierno reduce los programas de la Iglesia a labores muy limitadas, como el cuidado de enfermos mentales", indica el cable, que dibuja una Iglesia acobardada, resignada a la caridad gubernamental y a una "mínima autonomía". La legación diplomática se reunió con el cardenal Ortega y el obispo auxiliar de La Habana, con monjas de la provincia de Matanzas y sacerdotes de nueve parroquias de la capital y una de Santiago para conocer sus criterios. La conclusión de las conversaciones es que la Iglesia católica no desafiará al régimen "ni siquiera mínimamente".

La percepción del jefe de la Sección de Intereses es demoledora, al subrayar que la estrategia de la Iglesia es la sumisión en cualquier asunto: "capitular a las posiciones del Gobierno cubano, con anticipación si es posible. La prioridad del cardenal Ortega es aumentar el número de sacerdotes, renovar las iglesias y completar el nuevo seminario". El objetivo parece ir cumpliéndose, ya que el número de religiosos ha saltado de 300 a 600 en el último decenio, aunque la mitad son extranjeros. Las clases de catequesis para jóvenes y menores son, sin embargo, poco concurridas.

"Siempre tienes que ceder", dijeron a funcionarios de la Embajada a sus interlocutores en la Iglesia católica, que perdió todas sus prerrogativas cuando triunfó la revolución comunista de Fidel Castro, en 1959. Los templos albergaron museos o auditorios, y los curas fueron sometidos a estrecha vigilancia cuando no expulsados. Las complicadas relaciones entre la Iglesia y el Estado durante decenios han tenido sus consecuencias. Pero progresivamente convencido el régimen de que la Iglesia ha renunciado al activismo político, y gracias en parte a la visita de Pablo II a la isla en 1998, cedió más espacios para la actividad religiosa y asistencial.

La legación diplomática norteamericana parece sorprenderse de que pese a todas las limitaciones sufridas "en lugar de guardar rencor al Gobierno, miembros de la jerarquía le agradecen que no bloquee los fondos recibidos de fundaciones y otras fuentes para construir o reconstruir instalaciones".

La emigración al extranjero, por otra parte, diezma las filas de los laicos más susceptibles a engrosar las filas de la Iglesia; también los movimientos migratorios internos, principalmente el de afrocubanos no católicos, tienen su efecto en el "equilibrio natural" de las parroquias domiciliadas en los barrios más pobres de la capital. El comportamiento de la Iglesia católica en defensa de los presos políticos no convence a Farrar, que abordó el asunto en una conversación con el cardenal de La Habana. "Ortega dijo que la Iglesia prefiere interceder ante las autoridades entre bastidores. Él tiene a la Iglesia como una de las pocas instituciones capaces de interceder, si bien silenciosamente, en tales asuntos. Es difícil determinar la frecuencia o la efectividad de esa mediación".

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Fidel Castro saluda al cardenal Jaime Ortega (derecha) en 2005.
Fidel Castro saluda al cardenal Jaime Ortega (derecha) en 2005.AFP

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