Hezbolá reaviva la violencia en Líbano
Los enfrentamientos en Beirut causan seis muertos y una docena de heridos - La milicia chií acusa al Gobierno de intentar desmantelar su red de comunicaciones
Beirut revivió ayer el drama de la guerra civil que devastó Líbano entre 1975 y 1990. El jeque Hasan Nasralá, líder de Hezbolá, dejó claro el poderío de su milicia y propició uno de los enfrentamientos armados más virulentos en casi dos décadas en varios barrios del centro de la capital y en el valle de la Bekaa.
En videoconferencia, pues vive en la clandestinidad, el jefe del partido chií lanzó un ataque durísimo contra el Gobierno prooccidental de Fuad Siniora, que la víspera aseguró que la red paralela de comunicaciones telefónicas tendida por Hezbolá "es un ataque a la soberanía nacional". "Estas palabras", clamó el carismático Nasralá, "son una declaración de guerra por parte del Gobierno contra la resistencia y sus armas en beneficio de Estados Unidos e Israel. He dicho que cortaremos las manos de quienes ataquen las armas de la resistencia. Hoy es el día de cumplir esta decisión". Minutos después, las hostilidades, con empleo de fusiles automáticos y lanzagranadas, estallaron.
Los combates entre milicianos de Hezbolá y leales a los grupos políticos que apoyan al Ejecutivo se extendieron rápidamente, clara demostración de que todas las sectas -cristianos, suníes, chiíes y drusos- se han rearmado. Al menos seis personas murieron por disparos de francotiradores y 12 resultaron heridas. Beirut fue un desierto. Los comercios permanecieron cerrados; en el aeropuerto apenas aterrizaron o despegaron aviones; las calles estaban anoche vacías con miles de soldados desplegados para impedir que hombres armados acudieran a la zona de combate. La capital está aislada desde que el miércoles los milicianos de Hezbolá cortaron las carreteras al este y al sur de Beirut.
La gravedad de los enfrentamientos fue tal que gran parte de los líderes políticos se dirigieron por televisión a una nación atenazada por el miedo. Saad Hariri, líder del partido que encabeza la coalición de Gobierno, propuso un pacto con Hezbolá para rebajar inmediatamente la escalada violenta. "Te exijo que detengas la deriva hacia la guerra civil", afirmó dirigiéndose a Nasralá. Aunque luego sugirió una rectificación al hablar de "malentendido" cuando aludió a la declaración del Gobierno sobre la red de comunicaciones del partido chií.
La organización fundamentalista considera su red de comunicaciones una parte esencial de su infraestructura militar, destinada principalmente a combatir a Israel. La lucha contra el enemigo sionista es sagrada para Hezbolá, y cualquier agresión a su arsenal tiene efectos inmediatos. A ello se suma la destitución del general al mando de la seguridad del aeropuerto, cuya restitución en el cargo exige el partido chií. Si el Gobierno no accede a estas demandas, no es previsible que la crisis amaine.
A los libaneses no les extraña lo sucedido. A comienzos de semana, observadores políticos consultados en Beirut coincidían en tildar la coyuntura política de explosiva. Estaban convencidos de que ninguna de las partes va a ceder en sus posiciones y que la parálisis institucional que afecta al país desde hace año y medio -no se reúne el Parlamento y la elección del presidente en la Cámara se ha pospuesto desde el pasado noviembre 18 veces- no remitirá.
La lucha de ayer es un episodio más de la guerra por el poder que se libra en Líbano. Una guerra a la que no son ajenos Estados Unidos ni Francia, que apoyan abiertamente a un Gobierno al que Hezbolá niega legitimidad desde que los ministros chiíes lo abandonaran en noviembre de 2006. Claro está que Siria e Irán también son parte de la macabra disputa por tutelar el pequeño país árabe. Como es cierto que los líderes libaneses son incapaces de alcanzar un compromiso.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.