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Reportaje:

Espías de andar por casa

El FBI detiene a una decena de agentes rusos que vivían desde los noventa como típicas familias estadounidenses - Rusia califica los arrestos de "improcedentes"

Yolanda Monge

John Le Carré no lo habría imaginado mejor. Contactos clandestinos en un banco a la entrada de Central Park en Nueva York; entregas de dinero en un sobre escondido dentro de un periódico doblado que se deja caer en una papelera de Arlington, cerca de Washington; intercambio de información entre espías rusos y agentes encubiertos del FBI a pocos metros de la Casa Blanca; dos agentes rusos que, sin cruzar palabra, canjean maletines naranjas idénticos en un paso de cebra.

El FBI desmanteló el domingo por la noche una red de espionaje ruso y detuvo a 10 personas en Nueva York, Boston y Arlington; una más logró salir de EE UU y ayer fue detenida en el aeropuerto de Chipre cuando intentaba volar a Budapest. La operación ha supuesto la culminación de una investigación que roza el surrealismo y que se remonta a los años en el poder de Bill Clinton, aunque es probable que la célula operara desde mucho antes.

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Las detenciones se produjeron apenas 48 horas después de que el presidente Barack Obama invitara a hamburguesas a su homólogo ruso, Dmitri Medvédev, en Washington. El portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, indicó ayer que Obama estaba al corriente de la operación, pero "no sacó a relucir" el asunto con Medvédev. La explicación es que se temía que los agentes pudieran huir. El Gobierno ruso ya ha hecho constar su protesta y ha calificado las detenciones de "improcedentes y sin base". La Casa Blanca, por su parte, ha asegurado que el caso de espionaje no afectará a las relaciones bilaterales, informa Efe.

Ocho de los 11 supuestos agentes ilegales -término que se usa en el argot del espionaje para los agentes que operan bajo nombre falso y sin cobertura diplomática- formaban matrimonios que tenían vidas absolutamente normales y que llevaban décadas integrados en la sociedad norteamericana, hasta el punto de que sus hijos han nacido en EE UU y permanecían ajenos al trabajo que en realidad desempeñaban sus padres.

Ese era el objetivo: americanizar a los espías para que se pudieran infiltrar en altos círculos de poder del país. Vecinos de uno de esos matrimonios manifestaron así el impacto sufrido tras la detención de los agentes: "Con lo bonitas y bien cuidadas que tenían las hortensias", acertó a decir Jessie Gugig, citada por el diario The New York Times.

Según documentos judiciales, el FBI interceptó un mensaje del Servicio de Inteligencia Exterior ruso (SVR, el antiguo KGB) dirigido a dos de los acusados, donde se les decía que su principal misión era "buscar y desarrollar vínculos" con universidades, grupos de presión, think-tanks y el Gobierno estadounidense.

Otros mensajes pedían información sobre armas nucleares, Irán, rumores sobre la Casa Blanca, el liderazgo de la CIA, las elecciones presidenciales, el Congreso y los partidos políticos. Se desconoce por el momento el éxito que tuvieron los agentes rusos en sus misiones, pero parece que es mínimo.

Algunas cuestiones -muchas, en realidad- están por resolver. Desde por qué se seguían usando métodos propios de otra era hasta por qué, si lo que Moscú buscaba era la compra de influencias, no recurrió a un grupo de presión o de relaciones públicas.

Ninguno de los detenidos ha sido acusado de espionaje. Se les han imputado cargos de "conspiración" y de actuar como agentes de un Gobierno extranjero sin notificar su presencia a la justicia de Estados Unidos, lo que está castigado con hasta cinco años de prisión. Algunos de ellos también están acusados de lavado de dinero, delito que puede acarrearles hasta 20 años de cárcel. Entre los detenidos está la pareja formada por Vicky Peláez, periodista peruana y columnista del diario hispano El Diario/La Prensa, y su esposo, Juan Lázaro.

De los documentos en posesión del FBI se desprende que Moscú temía que los espías se estuvieran americanizando demasiado y se olvidaran del verdadero objetivo de su misión. Una de las parejas, residente en Nueva Jersey, solicitó autorización para comprar la casa en la que vivían de alquiler. "Tenemos la sensación de que C [se refieren al Centro, una forma de llamar al SVR] considera la adquisición como una desviación de nuestro verdadero trabajo aquí", escribió a la sede del SVR en Moscú el matrimonio. "Desde nuestro punto de vista, la compra de la casa responde al refrán 'donde fueres haz lo que vieres', y los americanos valoran la propiedad privada".

Los medios a través de los cuales se comunicaba la red de espías durmientes eran tan clásicos como la tinta invisible o tan de última tecnología como los mensajes cifrados a través de fotografías pixeladas en Internet. Las radios de onda corta y los pasaportes falsos también formaban parte de su día a día.

Eso, y mantener las hortensias del porche en buen estado y que los niños acudieran al partido de béisbol para no levantar sospechas.

Gente corriente

- Algunos de los 11 agentes detenidos llevaban en EE UU desde los años noventa. Poseían cuentas, participaban en asociaciones y asistían a cursos en la universidad.

- Su misión era recopilar información sobre la política de EE UU en temas como Afganistán, el programa nuclear de Irán, el tratado START o el uso que los terroristas hacen de Internet.

- No se sabe si la red consiguió información relevante; solo se les acusa de lavar dinero y de ser agentes infiltrados ilegalmente.

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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