El Ejército paquistaní levanta nuevas bases para controlar la zona talibán
Islamabad se blinda y se registra palmo a palmo para evitar ataques terroristas
"No somos una fuerza de ocupación, tenemos el apoyo de la población", declaró ayer el portavoz del Ejército paquistaní durante una conferencia de prensa. El general Athar Abbas respondía a la acusación de que los 28.000 soldados enviados a Waziristán del Sur son pocos para hacer frente a los entre 10.000 y 15.000 talibanes atrincherados allí. Sobre el terreno, sin embargo, el militar admitió estar encontrando una dura resistencia. Pero el temor es que, a medida que se vean rodeados, los insurgentes recurran a acciones terroristas en el resto del país para tratar de quitarse presión.
Abbas, que compareció ante la prensa acompañado por el ministro de Información, Qamar Zamna Kaira, explicó que el Ejército está consolidando sus posiciones antes de continuar avanzando en el territorio de los mehsud, la tribu que constituye la espina dorsal de los talibanes paquistaníes. La Operación Camino de Salvación constituye una prueba de la determinación del Gobierno para enfrentarse a una insurgencia cada vez más osada. En el tercer día de operaciones murieron dos soldados y 18 rebeldes, lo que eleva las víctimas mortales a nueve y 78, respectivamente, según cifras oficiales.
Las autoridades han cerrado numerosas escuelas y facultades en varias ciudades
"Hemos conseguido rodear Kotkai, la localidad natal de qari [recitador del Corán] Hussain, el mentor de los terroristas suicidas", destacó el portavoz militar. También informó del establecimiento de cinco nuevas bases en la frontera afgana para sellar ese distrito y evitar que los insurgentes puedan escaparse. Por su parte, la milicia auxiliar del Punjab ha puesto en marcha patrullas para vigilar el distrito de Blakkar, colindante con la Provincia de la Frontera Noroccidental, y cerrarles una posible huida hacia el Este.
Los medios locales afirmaban que los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los talibanes en Waziristán del Sur se habían prolongado durante toda la noche del domingo al lunes. Pero no hay informaciones independientes porque los periodistas extranjeros tienen prohibido el acceso a las regiones tribales y la mayoría de los paquistaníes han abandonado ese distrito y trabajan desde el vecino de Dikhan.
Hasta ahora, los milicianos parecen haberse atrincherado en posiciones fortificadas desde las que responden a los ataques militares. Abbas señaló que los soldados habían encontrado una "resistencia feroz" en Sherwangi y, según el parte diario, "los terroristas dispararon un cohete contra el Fuerte Shakai". Pero el temor es que en la medida que el Ejército logre contrarrestar sus tácticas guerrilleras, los talibanes recurran a la llamada guerra asimétrica. El país está en alerta.
El diario The News mencionaba ayer en su primera página "el riesgo de que la zona roja de Islamabad pueda ser el próximo objetivo de los terroristas". Informadores y políticos han bautizado como zona roja el distrito donde se encuentran el Parlamento, la presidencia, los ministerios y otras zonas gubernamentales, además del enclave diplomático.
Los puestos de control y las barreras de cemento que cada vez salpican más calles han terminado por convertir esa parte de la capital en un lugar casi fantasma. Los pequeños taxis amarillos omnipresentes en el resto de la ciudad tienen prohibido el acceso. A los demás vehículos se les registra el maletero y sus ocupantes tienen que exhibir la documentación como si atravesaran una frontera. La mayoría de los 10.000 policías con que cuenta Islamabad se concentran allí, pero los expertos estiman que harían falta 30.000 agentes para mantener la seguridad.
Tal vez por ello, las autoridades hayan preferido curarse en salud y cerrar una semana "por razones de seguridad" numerosas escuelas y facultades en las principales ciudades del país. "Desde luego, si piensan que atacando a niños van a ganarse a la población, van muy desencaminados", se quejaba una residente en la capital. Pero, según los medios locales, en este caso la sospecha no es tanto de atentado como de que los talibanes puedan llevar a cabo una espectacular toma de rehenes para levantar la presión militar sobre su feudo de Waziristán del Sur.
Escuelas coránicas, pensiones y pequeños hoteles de Islamabad y las comarcas rurales de sus alrededores están siendo objeto de registros en busca de milicianos que hayan podido huir del asedio militar. Ya hay una decena de detenidos y las autoridades han advertido contra la presencia de predicadores extranjeros.
Por otra parte, la prensa paquistaní daba cuenta de la presencia en el país del jefe del mando central estadounidense, el general David Petraeus, y del senador John Kerry. Petraeus, que es responsable de las operaciones en Afganistán e Irak, está manteniendo conversaciones con los jefes militares, en tanto que Kerry tiene previsto entrevistarse, de forma separada, con los principales dirigentes políticos para abordar la ayuda de 7.500 millones de dólares (unos 5.000 millones de euros) que Estados Unidos ha ofrecido a Pakistán y que algunos políticos locales consideran inaceptable por las condiciones que impone al papel del Ejército en la vida política.
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