EE UU y Cuba tratan de abrir una nueva etapa en sus relaciones
Diez congresistas norteamericanos esperan ser recibidos por Raúl Castro en La Habana
Cuba vive un momento histórico y no menos histórica es la visita a La Habana de 10 congresistas estadounidenses, demócratas y republicanos, interesados en abrir una "nueva etapa" en las relaciones, pero poco a poco. La era del tanteo, el diálogo y las proposiciones -abiertas o solapadas- ha comenzado; tanto los dirigentes cubanos como los legisladores estadounidenses parecen conscientes de la necesidad de "aprovechar" la oportunidad y sondear hasta dónde está dispuesto a llegar cada cual.
El diario comunista Granma, al informar ayer de la visita de la delegación, decía escuetamente que los congresistas estaban "interesados en intercambiar con nuestras autoridades sobre diversos temas". Y los políticos norteamericanos, nada más desembarcar en el hotel Nacional, escogido como su cuartel general, admitían que el momento es inmejorable, con una nueva correlación de fuerzas en el Congreso y tras las reiteradas ofertas de diálogo realizadas por Raúl Castro, presidente interino de Cuba desde hace cuatro meses debido a la enfermedad de su hermano.
Nadie habla de negociaciones ni de algo parecido. Pero expectativas hay... "Todavía no sabemos cuáles son las condiciones (...). Nuestro mensaje es de buena disposición, de trabajar con la gente aquí mano a mano, hablando claramente", dijo la representante demócrata Hilda L. Solis, rodeada de cámaras y micrófonos en uno de los majestuosos pasillos del Nacional, los mismos por donde desfilaron personajes como John Wayne.
Diplomáticos europeos que se reunieron ayer con los congresistas consideraron que la delegación no se plantea metas gigantescas, sino cosas concretas que abrirían nuevas puertas. Y en primer término, la flexibilización del embargo en lo relativo a los viajes. Y no sólo los de los cubanoamericanos -desde 2004, Estados Unidos permite sólo una visita cada tres años para ver a la familia-, sino también la eliminación de las restricciones para que los turistas norteamericanos viajen a la isla.
El congresista demócrata William Delahunt, que junto al republicano Jeff Flake lidera el denominado Grupo de Trabajo sobre Cuba en el Congreso, ha expresado que un primer paso sería eliminar las últimas restricciones impuestas por la Administración de Bush. Pero volver a la situación de 2004, a juicio de buena parte de los congresistas, no es suficiente. Según Delahunt, el turismo norteamericano "incrementaría la influencia" de su país en la isla, el intercambio entre ambos pueblos; ahora, afirma, "hay una mayoría significativa del Congreso que cree que ha llegado la hora de involucrarse en el diálogo".
La delegación norteamericana, que ayer seguía pendiente de una entrevista con Raúl Castro, defiende una posición parecida a la europea, de diálogo y contactos para poder influir en un futuro cambio en Cuba, en contraposición a la vieja estrategia de presión de la Casa Blanca. Pero tampoco sobrevalora la importancia del cambio de correlación de fuerzas en el Congreso, más cuando cualquier cambio de política hacia la isla dependerá mucho de lo que el Gobierno cubano esté dispuesto a hacer.
Entrevistas de tanteo
En este sentido, fuentes diplomáticas dijeron que las entrevistas sostenidas en las últimas 48 horas entre funcionarios cubanos y congresistas estadounidenses han tenido mucho de "termómetro", de medir lo que está dispuesto a hacer cada uno. En vísperas del viaje, las autoridades cubanas sacaron uno de los temas polémicos, al publicar Granma un duro ataque contra las ayudas millonarias que el Congreso de EE UU ofrece a la oposición interna.Mientras los políticos de ambos países hablan y se observan, el pragmatismo parece imponerse: según Delahunt, "hay un deseo de entablar un diálogo en áreas en las que podemos estar de acuerdo, a pesar de que seguirá habiendo profundas diferencias con el Gobierno cubano".
'Granma' replica a la CIA
La batalla informativa alrededor de la salud de Fidel Castro y el posible desenlace "inminente" de su enfermedad, tras el anuncio en The Washington Post del director de espionaje de EE UU, John Negroponte, de que el mandatario padece un cáncer terminal y que está próximo a morir, llegó ayer de forma sutil al diario oficial Granma. Sin mencionar a Negroponte ni la palabra cáncer, el rotativo contraatacó con dos noticias en las que da a entender que Castro se recupera y que sigue al tanto de las cuestiones de Estado.
La primera información se hace eco de unas declaraciones del presidente venezolano, Hugo Chávez, quien el viernes dijo que había hablado con Castro por teléfono. Granma relata la anécdota que contó Chávez sobre dos loros que posee y que Castro comparó con George W. Bush, pero no publicó el desmentido que hizo Chávez sobre el supuesto cáncer.
En la segunda noticia, el diario señala que durante una reunión con los presidentes de las Asambleas Provinciales del Poder Popular, Castro llamó por teléfono para informarse de los pormenores de la misma.
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