Discurso de Mubarak tras la marcha del millón de hombres en El Cairo y respuesta de Obama
Texto íntegro de la alocuión televisada en la que el presidente egipcio anunció que no optaría a la reelección en las elecciones presidenciales de septiembre
Discurso de Mubarak
Os hablo durante unos días críticos que están poniendo a prueba a Egipto y a su pueblo y podrían arrastrarnos a lo desconocido. El país atraviesa unos momentos difíciles y vive una dura experiencia que comenzó cuando los nobles jóvenes y ciudadanos quisieron ejercer su derecho a manifestarse y protestar de forma pacífica, expresando sus preocupaciones y sus aspiraciones, pero enseguida cayeron en la trampa de otros que pretendían extender el caos, la violencia y la confrontación, y violar y atacar la legitimidad constitucional.
Las protestas dejaron de ser un fenómeno noble y civilizado de práctica de la libertad de expresión para convertirse en unos choques desafortunados, movilizados y controlados por fuerzas políticas que querían agravar y empeorar la situación. Amenazaron la seguridad y la estabilidad de la nación mediante actos provocadores, robos, saqueos, incendios, bloqueos de carreteras y ataques contra instalaciones vitales, propiedades públicas y privadas, y llegaron a irrumpir en edificios diplomáticos.
Estamos viviendo, todos, unos días dolorosos, y lo más doloroso de todo es el miedo que se ha apoderado de la gran mayoría de los egipcios y ha causado preocupación y angustia por lo que pueda depararles el futuro a ellos, sus familias y su país.
Los sucesos de los últimos días nos exigen, como pueblo y como gobernantes, que escojamos entre el caos y la estabilidad, y que creemos unas circunstancias nuevas y una nueva realidad egipcia en la que nuestro pueblo y nuestras Fuerzas Armadas tendrán que trabajar con prudencia y pensando en el interés de Egipto y sus ciudadanos.
Queridos hermanos y ciudadanos, he tomado la iniciativa de formar un nuevo Gobierno con nuevas prioridades y nuevos deberes, que respondan a las demandas de nuestros jóvenes y su misión. He confiado al vicepresidente la tarea de mantener un diálogo con todas las fuerzas y facciones políticas sobre todos los temas planteados, relacionados con la reforma política y democrática, las enmiendas constitucionales y legislativas necesarias para hacer realidad esas demandas legítimas y restablecer la ley y el orden, pero algunas fuerzas políiticas se han negado a ese diálogo y se aferran a sus propias agendas sin tener en cuenta la delicada situación actual de Egipto y su pueblo.
En vista de este rechazo al diálogo, que es un llamamiento que sigue abierto, dirijo hoy mis palabras al pueblo, musulmanes y cristianos, viejos y jóvenes, campesinos y obreros, todos los hombres y mujeres egipcios en el campo y en la ciudad, en todo el país.
Nunca he buscado el poder; la gente conoce las difíciles circunstancias en la que asumí mi responsabilidad y lo que he ofrecido a mi país tanto en la guerra como en la paz. Soy un hombre procedente de las Fuerzas Armadas y no está en mi naturaleza traicionar la confianza depositada en mí ni abandonar mis responsabilidades y deberes.
Mi responsabilidad fundamental hoy es la seguridad y la independencia de la nación, para garantizar un traspaso pacífico de poder en una condiciones que protejan Egipto y a los egipcios y les permitan entregar esa responsabilidad a quienes decidan escoger en las próximas elecciones presidenciales.
Puedo decir, con toda sinceridad y al margen de la situación actual, que no tenía intención de volver a presentarme para un nuevo mandato presidencial. Ya he dedicado suficientes años de mi vida al servicio de Egipto y mi pueblo.
Estoy totalmente decidido a terminar mi tarea y asegurar el traspaso de su custodia y su bandera... protegiendo su legitimidad y respetando la Constitución.
En los meses que me quedan me esforzaré en tomar las medidas necesarias para garantizar el traspaso pacífico del poder.
De acuerdo con mis poderes constitucionales, pido al Parlamento que debata en sus dos Cámaras la modificación de los artículos 76 y 77 de la Constitución, relativa a las condiciones para ser candidato a la Presidencia de la República y la duración del mandato presidencial. Para que las dos Cámaras del Parlamento actual puedan debatir estas enmiendas constitucionales y las modificaciones legislativas asociadas a ellas, con las leyes complementarias que permitan la participación de todas las fuerzas políticas en esas discusiones, pido al Parlamento que se adhiera a los dictámenes y veredictos de los jueces sobre los casos más recientes que han sido objeto de demandas legales.
Confío en que el nuevo Gobierno actúe de manera que garantice los derechos legítimos del pueblo, que su actuación exprese sus aspiraciones de reforma política, social y económica, con un esfuerzo para crear oportunidades de empleo, facilitar la lucha contra la pobreza y lograr que la justicia social sea una realidad.
En este contexto, encargo al aparato policial que cumpla con su deber de servir al pueblo, proteger a los ciudadanos con honor e integridad y con absoluto respeto a sus derechos, su libertad y su dignidad.
Exijo asimismo a las autoridades judiciales y supervisoras que tomen de inmediato las medidas necesarias para seguir persiguiendo a los delincuentes e investigar a quienes provocaron el caos de seguridad y a quienes han cometido robos, saqueos, han causado incendios y han aterrorizado a los ciudadanos.
Ésta es la promesa que hago al pueblo para mis últimos meses de mandato.
Pido a Dios que me ayude a cumplir esta promesa para culminar mi dedicación a Egipto y a su pueblo de manera satisfactoria para Dios, la nación y su pueblo.
Queridos ciudadanos, Egipto saldrá de esta situación más fuerte, más seguro, más unido y más estable. Y nuestro pueblo saldrá más consciente de cómo lograr la reconciliación y con más empeño en no poner en peligro nuestro futuro y nuestro destino.
Quien hoy os habla, Hosni Mubarak, está orgulloso de los largos años que ha dedicado a servir a Egipto y su pueblo. Esta amada nación es mi país, es el país de todos los egipcios, he vivido en esta tierra y he luchado por ella y la he defendido, su soberanía y sus intereses, y en esta tierra pienso morir, y la historia me juzgará, como a otros, por mis méritos y mis defectos.
La nación permanece. Los visitantes pasan, pero el Egipto antiguo es eterno, y su bandera y su custodia pasan de una generación a otra. Nos toca a nosotros garantizarlo con orgullo y dignidad.
Discurso respuesta de Obama
Buenas noches a todos. En los últimos días, los estadounidenses han visto cómo se desarrollaban los acontecimientos en Egipto. Hemos visto inmensas manifestaciones del pueblo egipcio. Hemos presenciado el comienzo de un capítulo nuevo en la historia de un gran país, viejo socio de Estados Unidos.
Mi Gobierno ha estado en estrecho contacto con nuestros colegas egipcios y con amplios sectores de la población, además de otros países de la región y de todo el mundo. Y en todo este tiempo, hemos defendido una serie de principios fundamentales.
En primer lugar, nos oponemos a la violencia. Quiero felicitar al ejército egipcio por la profesionalidad y el patriotismo que ha demostrado hasta ahora, al permitir las manifestaciones pacíficas y, al mismo tiempo, proteger a los ciduadanos. Hemos visto carros de combate cubiertos de banderas, soldados y manifestantes abrazándose en las calles. Insto a los militares a que, de aquí en adelante, continúen sus esfuerzos para contribuir a que este periodo de cambio sea pacífico.
En segundo lugar, defendemos los valores universales, incluidos los derechos del pueblo egipcio a la libertad de reunión, la libertad de expresión y la libertad de acceso a la información. Una vez más, hemos visto la increíble capacidad de la tecnología para hacer más fuertes a los ciudadanos y la dignidad de quienes propugnan un futuro mejor. Estados Unidos va a seguir defendiendo la democracia y los derechos universales que todos los seres humanos merecen, en Egipto y en todo el mundo.
En tercer lugar, hemos hablado alto y claro sobre la necesidad de cambio. Después de que el presidente Mubarak pronunciara su discurso de hace unas horas, hablé directamente con él. Reconoce que la situación es insostenible y que es preciso que cambie. Todos los que tenemos el privilegio de servir en puestos de poder político estamos sujetos a la voluntad de nuestros ciudadanos. En sus miles de años de historia, Egipto ha conocido muchos momentos de transformación. Las voces del pueblo egipcio nos están diciendo que éste es uno de esos momentos; este es uno de esos instantes.
No corresponde a ningún otro país decidir quién va a gobernar Egipto. Sólo los egipcios pueden decidirlo. Lo que es indudable -y así se lo he dicho al presidente Mubarak- es mi convicción de que, para que la transición sea ordenada, debe ser verdadera, debe ser pacifica y debe comenzar ya.
Además, el proceso debe incluir un amplio espectro de voces y partidos de la oposición. Debe desembocar en unas elecciones que sean limpias y justas. Y debe producir un gobierno que no sólo esté basado en unos principios democráticos sino que sea receptivo a las aspitaciones del pueblo egipcio.
Durante todo este proceso, Estados Unidos seguirá tendiendo la mano y ofreciendo su colaboración y su amistad a Egipto. Y estamos dispuestos a proporcionar cualquier ayuda que sea necesaria para que el pueblo egipcio siga avanzando después de estas protestas.
En los últimos días, la pasión y la dignidad que han demostrado los ciudadanos de Egipto han sido una inspiración para todos los pueblos del mundo, incluido el de Estados Unidos, y para todos los que creen en que la libertad humana es inevitable.
El pueblo egipcio, en particular a los jóvenes, les digo rotundamente: Oímos vuestras voces. Tengo la inequívoca convicción de que vosotros vais a decidir vuestro destino y vais a saber aprovechar la promesa de un futuro mejor para vuestros hijos y vuestros nietos. Y lo digo como alguien que defiende a ultranza la relación de amistad entre Estados Unidos y Egipto.
Aún quedan tiempos difíciles. Faltan por contestar muchos interrogantes sobre el futuro de Egipto. Pero estoy seguro de que sus ciudadanos encontrarán esas respuestas. Esa certeza puede verse en el sentimiento de comunidad en las calles. Puede verse en las madres y los padres que abrazan a los soldados. Y puede verse en los egipcios que enlazaron sus brazos para proteger el Museo Nacional: una nueva generación que protegía los tesoros de la antigüedad, una cadena humana que unía una civilización grande y antigua con la promesa de un nuevo día.
Muchas gracias.
Traducciones de María Luisa Rodríguez Tapia
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