Corea del Norte moviliza a su Ejército
EE UU, China y Rusia aceleran las gestiones diplomáticas para frenar la crisis
Mientras los medios de comunicación de Corea del Norte hablan de la inminencia de "una guerra santa" contra sus vecinos del Sur, el régimen comunista ha roto todos los lazos con el Gobierno de Seúl, ha expulsado a los trabajadores surcoreanos y ha puesto en alerta a un ejército de más de un millón de hombres. Estados Unidos, Rusia y China actúan por diferentes vías para resolver una crisis que ha alcanzado un punto alarmante.
La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, llega hoy a la capital de Corea del Sur para escenificar con más claridad si cabe el compromiso estadounidense en la defensa de ese país. El Pentágono ha anunciado unas inmediatas maniobras conjuntas de sus 28.500 soldados estacionados en la península coreana con el Ejército surcoreano a fin de preparase para responder a una agresión del Norte.
El régimen comunista ha roto todos los lazos con el Gobierno de Seúl
Washington quiere que Pyongyang vuelva a la mesa de diálogo multilateral
El temor a una guerra ha desatado la alarma en toda Asia -donde ayer, entre otros signos de preocupación, cayeron las Bolsas-, y se ha apoderado de la población coreana. Seúl se encuentra a menos de un centenar de kilómetros de la línea de demarcación establecida tras la guerra de 1953 y cualquier ataque podría tener trágicas consecuencias.
Las autoridades de Corea del Sur han empezado la instalación de altavoces en la frontera para dar cuenta de la situación a los ciudadanos del otro lado, aislados por un régimen totalitario sin el más mínimo resquicio de libertad de información. Está previsto también el lanzamiento sobre el territorio norcoreano de octavillas revelando la responsabilidad del Gobierno de Pyongyang en el hundimiento, en marzo pasado, del buque de guerra Cheonan, en el que murieron 46 miembros de la tripulación. Una investigación internacional demostró que el barco fue atacado por un torpedo de Corea del Norte, lo que dio lugar a la escalada de la tensión hasta el grado actual.
El régimen norcoreano ha amenazado con disparar contra los altavoces de propaganda, aunque estos se encuentren en territorio surcoreano, y ha puesto en marcha diversas represalias por la decisión tomada el lunes por Seúl de cortar el comercio con Pyongyang.
Entre las medidas anunciadas ayer, Corea del Norte ha decidido romper todas las comunicaciones existentes con el Sur, ha ordenado la salida del país de varios miles de ciudadanos surcoreanos que trabajan en un parque industrial conjunto y ha prometido reanudar su propia ofensiva propagandística.
Las grandes potencias mostraron ayer su inquietud creciente por el riesgo de que esta guerra de nervios acabe trasladándose al campo de batalla. Estados Unidos, que se vería implicado de lleno en un eventual conflicto militar, analizaba ayer con China una solución negociada.
Aunque obligada por sus intereses estratégicos en Asia a intervenir del lado de Seúl, la Administración norteamericana, ya ocupada en dos guerras en Oriente Próximo, no está en el mejor momento para participar en otro frente aún más lejano. Su intención es la de obligar a Pyongyang a regresar a la mesa de diálogo multilateral que se suspendió por el ataque al Cheonan. El régimen norcoreano prefiere conversaciones bilaterales.
Para Washington es esencial involucrar en esa negociación a China, el único país con influencia real sobre Corea del Norte. "Nadie está más preocupado por la paz y la estabilidad en la región que los chinos. Sabemos que esto es una responsabilidad compartida y en los próximos días trabajaremos con la comunidad internacional y con nuestros colegas chinos para dar una respuesta eficaz y apropiada", declaró ayer Hillary Clinton en Pekín, donde concluyó la segunda ronda del Diálogo Estratégico y Económico entre China y Estados Unidos. Un alto dirigente chino, el consejero de Estado Dai Binguguo, pidió, a su vez, "a todas las partes relevantes" abordar esta crisis "de forma apropiada y serena para evitar una escalada de la tensión".
Rusia, que es parte de las conversaciones a seis países sobre Corea, también ha intervenido con el ánimo de rebajar la temperatura del conflicto. Según fuentes surcoreanas, el presidente ruso, Dmitri Medvédev, habló ayer por teléfono con el presidente surcoreano, Lee Myung-bak, para comunicarle que estaba dispuesto a realizar una gestión ante las autoridades de Pyongyang "en la dirección apropiada".
Unos y otros deben advertir a Corea del Norte del drama que se cierne sobre su población, ya hambrienta, si a la ruptura del comercio de Corea del Sur se suma un embargo internacional. Tanto Seúl como Washington intentan llevar en los próximos días esa propuesta al Consejo de Seguridad de la ONU, aunque Estados Unidos quiere primero contar con el respaldo de China y de Rusia.
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