Chirac pide en su despedida que los franceses permanezcan "unidos y solidarios"
Tras 12 años al frente de la República, el presidente expresa su deseo de que a partir de mañana su sucesor, Nicolas Sarkozy, conduzca a Francia por el "camino del futuro"
Después de 12 años en el Elíseo, Jacques Chirac se ha dirigido hoy por última vez a los franceses como presidente de la República en un mensaje que han difundido las radios y televisiones. Chirac ha expresado su deseo de que su sucesor, Nicolas Sarkozy, conduzca a partir de mañana a Francia por el "camino del futuro" y ha pedido a sus compatriotas que "sigan unidos y solidarios". El segundo mandato de cinco años del jefe de Estado francés finaliza mañana, día en que tendrá lugar la ceremonia de entrega de poderes a su sucesor, Nicolas Sarkozy. Sobre el nuevo Ejecutivo que prepara Sarkozy, Le Figaro asegura que el socialista Bernard Kouchner ha aceptado ser el ministro de Exteriores.
En su breve mensaje televisado de despedida como presidente, Chirac ha dicho que trasmitirá mañana sus poderes a Sarkozy "con el orgullo del deber cumplido" y con "la confianza en el futuro" de Francia. Chirac ha confirmado, por otra parte, que se va a dedicar a partir de ahora al "diálogo de culturas y el desarrollo sostenible".
Pese a reconocer que los franceses son "profundamente diversos", Chirac les ha instado a unirse en "lo esencial" mediante el "diálogo" y la "concordia". "Unidos tenemos todas las capacidades, todas las fuerzas, todos los talentos para imponernos en el nuevo mundo que se dibuja", ha subrayado Chirac.
La voluntad de "dirigirse a los franceses en la víspera de la entrega de poderes", según indica el entorno del presidente saliente, recuerda a la de Valery Giscard d'Estaing, quien en 1981 pronunció en una intervención televisada un "hasta la vista" para despedirse de los ciudadanos de Francia. En 1995, Franois Mitterrand hizo saber su abandono de la Presidencia de la República a través de la un comunicado, evitando así poner de manifiesto públicamente los efectos sobre su salud del cáncer de próstata que le causó la muerte el 8 de enero de 1996.
Mientras tanto, Sarkozy ha dimitido hoy, la víspera de su acceso al Elíseo, de su cargo de presidente del Consejo General del departamento de Hauts-de-Seine. Ayer, ya dejó la Presidencia de la UMP por considerar que era una "obligación moral". Vencedor de las Presidenciales del pasado día 6, Sarkozy, de 52 años, sucederá mañana a Chirac, que a los 74 años y después de 12 años en el Elíseo, baja el telón sobre más de cuatro décadas en la política. A su salida del Consejo General de Hauts-de-Seine, su feudo electoral a las afueras de París en el que está ubicada la selecta localidad de Neuilly-sur-Seine, Sarkozy ha dicho a la prensa que había dimitido como presidente y ha precisado que había lanzado a sus miembros un mensaje de "unidad".
Pero no ha precisado el nombre de su sucesor al frente del Consejo General, según miembros del organismo. El presidente electo continúa hoy sus gestiones para la formación de su futuro Ejecutivo. Se da por seguro que confiará las riendas del Gobierno a su consejero y ex ministro, François Fillon, el jueves, y se considera probable que la composición del resto del Ejecutivo se dará aconocer el viernes. Sarkozy, que quiere un Gobierno de "apertura", ha contactado con centristas que se decantaron por él en las elecciones presidenciales pero también desea contar con personalidades socialistas en su Ejecutivo. Según el diario "Le Figaro", el ex titular socialista de Sanidad y ex enviado de la ONU en Kosovo Bernard Kouchner, de 67 años, habría aceptado ser el ministro de Exteriores de Sarkozy.
El también socialista Hubert Védrine, que fue ministro de Exteriores en el Gobierno de izquierdas de Lionel Jospin (1997-2002) y que también fue contactado por Sarkozy para el mismo puesto, no será el nuevo jefe de la diplomacia gala, según el rotativo. En todo caso, se espera que ambos se pronuncien hoy al respecto públicamente. La voluntad de Sarkozy de incorporar a socialistas en su Ejecutivo ha levantado ampollas en el Partido Socialista, pero también produce descontento en la derecha. Al limitar a 15 el número de miembros del Gobierno, en el que se respetará la paridad hombre-mujer, unos cuantos fieles de Sarkozy que aspiraban a estar en el Ejecutivo no verán cumplido su deseo.
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