China limpia las calles de 'indeseables' ante los Juegos
Amnistía Internacional denuncia que decenas de miles de personas están arrestadas en centros de reeducación
Limpiar las calles de indeseables que perjudican la imagen de China y enviarlos a centros de detención. Es tan sólo una de las prácticas de las autoridades chinas, según denuncia Amnistía Internacional, que está a punto de presentar un informe muy crítico con la situación de las libertades en el gigante asiático. Según sus informaciones, la detención y persecución de dirigentes pacíficos se ha intensificado en los últimos meses y las violaciones de derechos humanos, lejos de remitir, aumentan con la cercanía de los Juegos Olímpicos.
Amnistía Internacional (AI) se muestra preocupada por la escalada de violaciones de derechos humanos que se ha producido en los últimos cuatro meses. Subrayan el creciente número de detenciones de líderes pacíficos y la permanencia de los centros de reeducación por el trabajo, instrumento que el régimen utiliza para limpiar las calles. Las autoridades chinas habían prometido reformar la ley de reeducación.
Consumidores de droga y prostitutas han sido enviados a los centros, según AI
Taxistas sin licencia, comerciantes ambulantes, prostitutas e incluso consumidores de droga son enviados a centros de detención, señala Esteban Beltrán, presidente de AI en España. Asegura que son decenas de miles los chinos que han sido enviados a estos centros.
Las autoridades chinas prometieron a los periodistas libertad de acceso a Internet y de movimiento, y la crisis del Tíbet ha demostrado otro incumplimiento flagrante, como demuestran las excursiones organizadas por el régimen de Pekín para pasear a la prensa por Lhasa. Se han registrado 180 denuncias de violaciones del derecho a la información.
AI reconoce un paso positivo en los últimos meses por parte del régimen: las condenas a muerte aprobadas por los tribunales locales ya están siendo revisadas por el Tribunal Supremo. No obstante, denuncian la falta de transparencia en las estadísticas de ejecuciones. "Lo ocurrido en el Tíbet es un elemento adicional en el aumento de la represión en China", manifiesta Beltrán, que apuesta porque los líderes que acudan a Pekín expresen públicamente su visión de los derechos humanos. "Si los Gobiernos europeos no las condenan claramente, están aceptando las violaciones como un hecho consumado", declara.
Ésta ha sido la semana del debate sobre cómo enfrentarse a la cuestión china. El ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, fijó el viernes el desmarque español del boicot frente a la puerta abierta por Sarkozy días antes. "En las relaciones internacionales hay bastante de cálculo y poco de discurso moral", declara Jordi Xuclà, diputado por CiU: "Si Europa estuviera madura para plantear un boicot, yo me apuntaría: sobre cosas como los derechos humanos no se puede pasar".
Thubten Wangchen, líder de la Casa del Tíbet de Barcelona, tiene claro que los Gobiernos occidentales deben hacer algo: "Todo el mundo calla por los intereses económicos, pero los derechos humanos son más importantes".
AI, que no se pronuncia sobre el boicot, cuenta con una lista con los nombres de 15 monjes detenidos desde el 10 de marzo. Su presidente en España sostiene que el inicio de las protestas en el Tíbet obedece al intento de las autoridades chinas de "reeducar patrióticamente" a los monjes. "Les pidieron incluso que se desmarcaran del Dalai Lama", asegura. Ése fue, dice, el primer episodio de una protesta que luego degeneró en violencia: los monjes se quejaban del proceso de reeducación al que estaban siendo sometidos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.