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El CPI emite una orden de arresto contra el presidente de Sudán por genocidio

La Corte Penal Internacional (CPI) ha emitido una segunda orden de arresto contra el presidente de Sudán, Omar al Bashir, esta vez por tres cargos de genocidio contra las tribus africanas negras fur, masalit y zaghawa. Entre estos cargos, se incluye el de genocidio por asesinato, así como el de genocidio por causar daños graves físicos y mentales y el de genocidio por infligir deliberadamente sobre cada grupo unas condiciones de vida calculadas que llevarían a la destrucción física a los grupos. Naciones Unidas calcula que la guerra en Darfur, en el oeste de Sudán, se ha cobrado unas 300.000 vidas desde 2003. Al menos 2,7 millones más han sido expulsados de sus hogares.

El CPI ya emitió una orden de arresto contra el mandatario en marzo de 2009 por crímenes de guerra y crímenes contra la Humanidad cometidos en la región de Darfur, aunque Bashir niega haber causado la muerte de 300.000 personas y haber llevado a cabo una campaña de "violaciones, hambre y miedo" contra otros 2,5 millones en campamentos de refugiados. La CIP prometió revisar su negativa a acusar de genocidio a Bashir en primera instancia.

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Esta segunda orden de arresto no reemplaza ni revoca en ningún aspecto la primera orden de arresto emitida contra Al Bashir el 4 de marzo de 2009, que seguirá en vigor, subraya el CPI. "En la anterior orden de arresto, la Cámara consideró que hay motivos razonables para creer que Bashir es criminalmente responsable por cinco cargos de crímenes contra la Humanidad -asesinato, exterminación, traslado forzoso, tortura y violación- y dos cargos por crímenes de guerra", consistentes en "dirigir ataques intencionados contra la población civil o contra personas que no tomaban parte en las hostilidades, además de saqueo", prosigue el tribunal.

El mandatario fue reelegido en abril con el 68% de los votos en unos comicios bajo la sospecha de fraude. En sus primeros años en el poder, Bashir lideró la transformación de Sudán en un estado islamista que ofreció refugio a Osama Bin Laden, líder del grupo terrorista Al Qaeda. El episodio crucial de su mandato fue la rebelión armada de la región de Darfur. Bashir armó a las milicias locales para aplastar el levantamiento y desencadenó una intensa oleada de violencia. Washington lo considera un genocidio, pero Jartum rechaza la acusación. De hecho, Bashir respondió a la primera orden de detención de La Haya con la expulsión de los 13 principales grupos de ayuda humanitaria. Y ha amenazado con echar al resto, en una acción que agravaría la situación en Darfur.

Con todo, la beligerancia de Bashir se ha compensado con un oportuno pragmatismo, sobre todo en situaciones de extrema presión. Así fue tras los atentados terroristas del 11-S, cuando el Gobierno de EE UU advirtió a todos los países que quien no se ayudara a Washington sería tomado como enemigo. Entonces, Bashir decidió cooperar y suministró información sobre la estancia de Bin Laden en el país. En 2005, ante las presiones de Washington, Bashir condujo al país a su acercamiento a la comunidad internacional. Logró un acuerdo de paz que puso fin a veinte años de enfrentamientos y acordó el referéndum y las elecciones. Durante los últimos años el presidente se ha fijado como objetivo la apertura a la comunidad internacional, sobre todo en lo que se refiere a las amplias reservas petrolíferas del país. De hecho, varias compañías ya están invirtiendo como la china CNPC o la malaya Petronas.

Foto de archivo del presidente sudanés, Omar al Bashir.
Foto de archivo del presidente sudanés, Omar al Bashir.AP

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