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EL OBSERVADOR GLOBAL
Columna
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Betty la Fea

Moisés Naím

América Latina es Betty la Fea.

Esta telenovela colombiana de gran éxito mundial, y que en España se tituló Yo soy Bea, cuenta la historia de una muchacha inteligente y trabajadora cuyo progreso económico y social se ve limitado porque es poco agraciada. Un día decide cambiar su aspecto físico y aprovechar mejor lo que la naturaleza le dio. El mundo la descubre, su talento es reconocido e, inevitablemente, sus sueños se hacen realidad.

La historia reciente de Latinoamérica es similar a la de Betty: una región económica y socialmente fea se está volviendo más bonita. Y al igual que Betty, esto se debe a cambios que le permiten aprovechar mejor lo que tiene. Latinoamérica se aplicó un tratamiento de belleza económico, que si bien fue doloroso y aun no está terminado, le está dando frutos.

Hoy, Latinoamérica es fiscalmente más disciplinada que Estados Unidos

Los últimos cinco años han sido los mejores que la región ha tenido en más de tres décadas. Las economías de América Latina han crecido al 6% cada año y el ingreso personal aumentó a más del 3% anual. Así, en muy poco tiempo 30 millones de latinoamericanos salieron de la pobreza y 28 millones de indigentes dejaron de serlo. Hasta la legendaria desigualdad económica de América Latina ha comenzado a disminuir en estos últimos años. La región también ha experimentado una acelerada expansión de su clase media.

Estos fabulosos resultados son producto de cuatro factores: las reformas económicas que implantaron los gobiernos, los altos precios de las materias primas que exporta América Latina, un ambiente financiero internacional muy favorable y la explosión en el volumen de las remesas que los latinoamericanos que emigraron a EE UU y Europa mandan a sus familias. Sólo en México, las remesas pasaron de 5.000 millones de dólares a 24.000 millones en menos de una década. Los emigrantes envían más dinero a la región que lo que invierten todas las multinacionales del mundo en América Latina.

Gracias a las tan criticadas reformas económicas de los años noventa, la inflación dejó de devastar la región y de devorar los ingresos de los más pobres. Se redujeron también los inmensos desbarajustes fiscales producidos por el despilfarro en el gasto público.

Hoy en día, Latinoamérica es fiscalmente más disciplinada que Estados Unidos. La enorme deuda exterior que estrangulaba las economías ha sido reducida a mínimos históricos. Innovadoras políticas sociales que transfieren recursos y servicios asistenciales a los más pobres a condición de que sus niños asistan a la escuela han contribuido a aliviar la pobreza y mejorar la salud.

Una gran paradoja en todo esto es que a pesar de que la economía ha mejorado, la conflictividad política en muchos países se ha agudizado. Esto se debe, en parte, a que los latinoamericanos están cada vez más impacientes. Sí, las cosas están mejorando, pero millones siguen viviendo en una situación desesperada y muchos más, a pesar del progreso, no logran mejorar a la velocidad que esperan.

Según encuestas realizadas en 140 países por la empresa Gallup, los latinoamericanos son quienes tienen las mayores expectativas del mundo acerca de cuán rápidamente mejorará su situación personal. Este nivel de optimismo es nutrido en parte por el progreso mismo ("si a los demás les va bien a mí también me tocará").

A Betty la fea -que ahora es más bonita- se le avecinan tiempos difíciles. Si las tormentas políticas en muchos países no amainaron durante esta reciente bonanza, ¿qué pasará cuando la situación económica de América Latina se deteriore? Al fin y al cabo su progreso durante estos últimos años también le debe mucho a un ambiente económico mundial favorable. Los precios de las exportaciones de cobre, soja, carne y otros productos básicos seguirán altos, pero para muchos de los países latinoamericanos los altísimos precios del petróleo y de la comida agravarán la situación social y política. La disponibilidad de fondos del resto del mundo también se restringirá así como los flujos de remesas. En enero, las remesas de los emigrantes a México sufrieron su mayor caída en trece años.

Ciertamente, las reformas económicas de América Latina la han fortalecido y la región está ahora mejor preparada para enfrentar las turbulencias que le manda el mundo. ¿Pero logrará Betty mantener sus recientes mejoras sociales, o el deterioro económico y sus nocivos efectos políticos la devolverán a la fea situación que tenia hace unos pocos años atrás? Para saberlo tendremos que esperar, ansiosamente, el próximo capítulo.

mnaim@elpais.es

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