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Catástrofe en el Pacífico

Berlusconi suspende su plan de vuelta a la energía atómica

Italia aprobó en 1987 el cierre de todas las centrales

Frente al empeoramiento de la situación en Japón y la decisión de Bruselas de controlar las centrales europeas, la fe nuclear del Gobierno italiano empieza a crujir. "Tenemos que pararnos un momento y razonar sobre lo que estamos a punto de hacer. Necesitamos una pausa para reflexionar", declaró Paolo Romani, ministro del Desarrollo Económico, tras varios días en los que varios miembros del Ejecutivo, con Silvio Berlusconi en primera línea, repetían que la ola emocional de Fukushima no ablandaría su voluntad de volver a producir electricidad con el átomo.

Italia abandonó la energía nuclear en 1987, tras varios meses de pánico debido a la permanencia en los cielos transalpinos de la nube tóxica de la explosión de Chernóbil, que empujaron a los ciudadanos a participar de forma masiva en un referéndum que forzó la clausura de las tres centrales activas en el país y cerró el camino a la energía atómica en el territorio nacional. Sin embargo, en 2008, el Ejecutivo del recién reelegido Berlusconi aprobó un plan de retorno a la energía nuclear, única vía -según los ministros implicados- para reducir de forma ecológica la dependencia energética del extranjero (el 20% de la electricidad que abastece Italia llega de las centrales francesas) y bajar las facturas de la luz.

La construcción de los cuatro nuevos reactores debía empezar en 2014
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El proyecto, promocionado a bombo y platillo, preveía obtener del átomo el 25% del consumo energético antes de 2030. La construcción de los cuatro nuevos reactores debía empezar en 2014. Ahora todo queda suspendido.

Aboga por la prudencia también Umberto Veronesi, oncólogo respetado, elegido senador en las filas del Partido Democrático (centro-izquierda) y ahora presidente de la Agencia de Seguridad Nuclear: "Tenemos la ventaja de que volvemos a empezar desde cero. Podemos elegir con consciencia, inteligencia y sin prisa alguna".

El repentino enfriamiento de la política nuclear de Roma no se debe solo a las preocupaciones por la seguridad de las plantas. A mediados de mayo, algunas ciudades clave -como Turín, Nápoles y Milán- eligen a sus alcaldes y Berlusconi, siempre hábil en moldearse al pulso de la sociedad, ya está bastante abajo en las encuestas como para quemarse defendiendo una causa que asusta a la opinión pública.

El 58% de los ciudadanos se opone a la construcción de plantas y el 32% es favorable, según registró en febrero el instituto de encuestas Ipsos. Hasta Stefania Prestigiacomo, ministra de Medio Ambiente, se ha dado cuenta: "No podemos poner en peligro las elecciones por la cuestión nuclear. No hagamos gilipolleces", se le escapó creyendo que los periodistas no escuchaban.

El 12 de junio se repite el referéndum nuclear y el frente del (es decir, dejar las cosas como están) se presenta compacto, con el apoyo de toda la oposición.

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