Bahréin declara el estado de excepción
Tres muertos y centenares de heridos en enfrentamientos en localidades chiíes - Los opositores al rey afirman que su protesta no es religiosa sino política
El rey Hamad de Bahréin proclamó ayer el estado de emergencia en todo el país por un período de tres meses y puso la seguridad en manos del Ejército. La medida, al día siguiente de la llegada de las tropas saudíes, generó el inmediato rechazo de la oposición. Desde sus filas se denuncia una campaña para imbuir de sectarismo un conflicto que, aseguran, es esencialmente político. Pocas horas después, las fuerzas de seguridad iniciaron una serie de operaciones en varias localidades chiíes que dejaron por lo menos tres muertos y dos centenares de heridos.
"El Wefaq condena la decisión de declarar el estado de emergencia, ruega que se proteja a quienes protestan de forma pacífica y pide a la comunidad internacional que intervenga", señaló a EL PAÍS Matar Ebrahim Ali Matar, ex diputado de ese grupo islamista chií, el principal de oposición. El político, que como el resto de sus compañeros de formación renunció a su escaño por la intervención policial del mes pasado en la plaza de la Perla, esperaba que el objetivo no fuera desalojar a los allí acampados.
No está claro si habrá toque de queda o se prohibirán reuniones en la vía pública
Irán, rival de Riad, calificó como "inaceptable" la intervención saudí
Nadie aclaró si el recurso a la ley marcial iba a significar la imposición del toque de queda o la prohibición de concentrarse en la vía pública. En cualquier caso, miles de activistas pro reforma marcharon hasta la Embajada de Arabia Saudí para protestar por su envío de un millar de soldados. Aunque las tropas han llegado bajo el paraguas del Consejo de Cooperación del Golfo y también incluyen 500 policías de Emiratos Árabes Unidos, la implicación del país vecino tiene un peligroso efecto regional.
Irán, el principal rival de Arabia Saudí, tachó de "inaceptable" la presencia de las fuerzas extranjeras en esta isla-Estado. Su ministro de Exteriores, Ali Akbar Salehí, pidió a la Organización de la Conferencia Islámica que intervenga para evitar la violencia. Aunque todos los grupos de oposición, incluidos los islamistas chiíes, insisten en que su protesta no es contra los suníes ni tiene que ver con la religión, el régimen islámico siente la obligación de defender a sus correligionarios y, sin duda, ve una oportunidad de aumentar su influencia. Las autoridades de Manama respondieron llamando a consultas a su embajador en Teherán.
"Si el Gobierno recurre a la violencia, todos saldremos perdiendo", advirtió Matar. "La gente ha dejado claro que quiere reformas políticas y que está dispuesta a permanecer en la plaza hasta lograrlas", añadió. Al igual que los manifestantes, el ex diputado niega el carácter sectario de las movilizaciones. "Los gobernantes las presentan así, pero estamos convencidos de que muchos suníes apoyan la reforma", subrayó.
La sede del Waad, una formación política liberal que agrupa tanto a suníes como a chiíes, fue atacada el lunes por la noche. Dado que el Waad es uno de los siete grupos que respaldan la reforma, resulta improbable que los responsables fueran los acampados en la Perla como con calculada ambigüedad dan a entender los medios locales. Las mismas fuentes responsabilizan a la comunidad chií de los ataques contra trabajadores paquistaníes y bangladeshíes que están sembrando el pánico entre esas comunidades.
Matar se muestra escéptico. "Estamos en contra de esos ataques y la gente que los lleva a cabo no representa a los bahreiníes que apoyan la reforma política", afirma. "Es difícil saber quién está detrás porque el Gobierno está pagando a los extranjeros de las fuerzas de seguridad para que actúen sin uniforme y no sabemos si son en realidad civiles", concluye.
La intervención de esos somatenes está transformado el enfrentamiento político en una guerra sucia. Tanto el Centro de Derechos Humanos como la Asociación Juvenil por los Derechos Humanos denunciaron ayer la muerte de un manifestante, identificado como Ahmad Farhan, por un disparo en la cabeza. El incidente se produjo durante un ataque de antidisturbios y hombres armados con espadas y palos en la isla de Sitra, donde también murió un ciudadano de Bangladesh. La televisión estatal informó además de la muerte de un policía al que algunas fuentes habían identificado como soldado saudí. Fuentes hospitalarias estimaron en dos centenares los heridos en incidentes similares en diversos puntos de la isla.
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