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Temor por la suerte de 245 refugiados eritreos en una cárcel de Libia

El Consejo de Europa pide ayuda a Italia para aclarar la situación de los inmigrantes, entre los que hay muchas mujeres y niños

Nadie parece saber a ciencia cierta qué suerte han corrido los 245 ciudadanos eritreos que hace unos días fueron trasladados desde el centro de retención de inmigrantes de Misrata, en la costa de Trípoli, hasta la cárcel de Al Braq, cerca de Sebha, en pleno desierto del Sáhara.

Gabriele del Grande, un periodista italiano que sigue desde hace años la ruta de los emigrantes del Cuerno de África, ha logrado hablar por teléfono con algunos de los refugiados, y ha sabido que el ejército libio irrumpió en la cárcel de Misrata al alba del 30 de junio para sofocar una revuelta de los inmigrantes, que se negaron a identificarse ante diplomáticos de su país por miedo a ser repatriados.

"Como castigo, los militares sembraron el terror, les torturaron, dejaron varios heridos muy graves, los subieron en tres contenedores de hierro similar a los que usan los trenes de mercancías y los llevaron hasta el sur del país", explica De Grande. "Durante el viaje pude contactar por el móvil con D., un joven que hablaba inglés, y me contó que había mujeres y niños desmayados en el contenedor, que hacía un calor infernal y que apenas podían respirar", añade el periodista y creador del observatorio European Fortress (Fortaleza Europea).

El final del viaje fue la prisión de Al Braq. Desde allí, De Grande volvió a recibir noticias del grupo hace un par de días. "Decían que muchos heridos estaban agonizando, que algunos tienen enfermedades contagiosas, y que les torturan cada poco tiempo", explica.

Los refugiados son en gran parte familiares de otros refugiados eritreos que viven en Italia. Huían de la feroz dictadura que asola el país, pero no lograron llegar a Europa. El secreto tratado bilateral entre Libia e Italia, firmado el 30 de agosto de 2008 por Silvio Berlusconi y el coronel Muammar Gaddafi, permite a las autoridades italianas devolver a Libia a los inmigrantes que intenten alcanzar sus costas desde territorio libio. La devolución se hace de forma colectiva e indiscriminada, sin atender las posibles peticiones de asilo, lo que contraviene la Convención de Ginebra.

Hace un mes, Gaddafi decidió cerrar, sin más explicaciones, el único centro que ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados, tenía abierto en el país africano, y desde ese momento no hay ningún organismo internacional que conozca de primera mano la situación de los miles de inmigrantes retenidos en Libia.

Según De Grande, sus informadores eritreos en Trípoli "tienen tanto miedo que ni siquiera salen de casa para actualizar sus blogs en los negocios de Internet. Temen que los refugiados de Misrata sean repatriados y acaben en una cárcel de Eritrea. Y que los siguientes sean ellos mismos".

La historia, dada a conocer en Italia por el diario L'Unitá, ha llegado hasta el Consejo de Europa. Según se ha sabido hoy, el comisario para los Derechos Humanos, Thomas Hammarberg, escribió sendas cartas el pasado día 2 a los ministros italianos de Interior y Exteriores, en las que solicitaba su ayuda "para aclarar con urgencia la situación con el Gobierno libio". Roma ha dicho hoy que en este momento está en curso "una delicada mediación".

Los informes citados por el comisario Hammarberg afirman que en el grupo de detenidos hay numerosos peticionarios de asilo y personas que fueron reconducidas a Libia después de ser interceptadas en el mar cuando intentaban alcanzar Italia.

La oposición del Partido Democrático ha anunciado hoy que mañana presentará en el Parlamento una interrogación al Gobierno para que explique "las medidas que piensa tomar de cara a defender los derechos garantizados por el tratado con Libia, y para favorecer la ratificación libia de la Convención de Ginebra sobre los refugiados y la reapertura de la oficina de ACNUR".

El senador del PD Roberto della Seta ha afirmado que "la actitud de cinismo e indiferencia asumida por el Gobierno italiano es una bofetada a la tutela de los derechos humanos que Roma defiende en sedes internacionales".

Por "una amable concesión a Gaddafi, el Tratado bilateral no incluyó ningún capítulo dedicado a defender los derechos humanos", ha añadido. "En dos años, nuestro país se ha hecho cómplice de la tortura de miles de inmigrantes que tienen derecho a entrar en Europa por motivos políticos".

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