Batacazo de Soraya en Eurovisión

Ni en los peores augurios se esperaba el pésimo resultado cosechado ayer por Soraya, que quedó penúltima en Eurovisión con tan solo 23 puntos. Una vez más, Andorra (12 puntos) y Portugal (7 puntos) apoyaron a la candidata de España. De nos ser por sus puntos el resultado habría sido aún más bochornoso.

Alexander Rybak, el representante de Noruega, arrasó. De 23 años y origen bielorruso, Rybak cantó una canción compuesto por él mismo y que acompañó con el violín, que venció por una goleada histórica la 54 edición del festival. Su balada de amor Fairytale, era una de las más potables de un certamen que volvió a brillar por sus excesos y en el que destacó el impresionante escenario del estadio Olimpiski de Moscú, enorme y plagado de luces y pantallas. Rybak consiguió 387 puntos, un record en el festival.

El astronauta japonés Koichi Wakata se dirigió a las 20.000 personas presentes en el pabellón y a los telespectadores con un "Hello, dobri vecher, Moskva" (Hola, buenas noches, Moscú), tras lo cual invitó a los países participantes a emitir su voto. La Unión Europea de Radiodifusión estrenaba sistema mixto de votación: espectadores y del jurado.

La sencillez brilló ayer por su ausencia en la final de Moscú. La idea general de los representantes parece ser cuantos más brillos, más fuegos de artificio y más coristas, mejor. Los participantes a excepción de los representantes de Francia y Lituania, se entregaron de lleno a la excentricidad.

Si el año pasado Rusia puso a un campeón olímpico a patinar sobre una pista de hielo artificial y ganó, ayer casi nadie se quedó corto: hubo strippers, gladiadores, esferas gigantes, chorros de fuego, sopranos y bailarinas del vientre. La candidata rusa, Anastasia Prikhodko, incluso envejeció en directo en una pantalla gigante con un resultado francamente inquietante.

Del lado musical, mucha balada empalagosa, toques étnicos y tecno machacón de dudosa calidad. Eso sí, impresionante el escenario del estadio Olimpiski, al que se le sacó el máximo partido. Rusia se ha tomado el certamen como un asunto de Estado y lo ha dotado de un presupuesto de 31 millones de euros (cuatro veces más de lo que costó la final del año pasado, que se celebró en Belgrado). El derroche de luces y pantallas fue total.

El espectáculo de apertura corrió a cargo del Circo del Sol y hubo matrioskas, contorsionistas y saltos por el aire, en la línea del itinerante circo canadiense. Uno de los momentos más esperados era la actuación de la stripper estadounidense Dita Von Teese, que bailó con los alemanes, Alex Swings Oscar Sings!. Sin embargo, su actuación fue muy decepcionante. Las cámaras (quizá siguiendo órdenes) apenas grabaron a la bailarina que fue mucho más recatada que en los ensayos.

Los espectadores españoles quizá echaron de menos los ácidos comentarios de José Luis Uribarri, un experto en vaticinar los votos del festival. El locutor de radio Joaquín Guzmán tomó el relevo del popular presentador.

El tenis volvió ayer a merendarse parte de Eurovisión. El emocionante partido de Rafa Nadal y Novak Djokovic, que duró cuatro horas y dos minutos, se zampó el horario que TVE-1 había previsto para su especial Eurovisión 09 el retorno. De las dos horas y media previstas quedó reducido a un ridículo minuto en el que a Alaska, todo sonrisas, solo le dio tiempo a decir un optimista: "¡Lo de España esta noche no ha hecho más que comenzar!".

No ha tenido tino TVE este año en su cobertura del festival. Su decisión de emitir la segunda semifinal en diferido, y no en directo, como le obligan las normas de la Unión Europea de Radiodifusión, le va a costar una sanción aún por determinar en la próxima reunión de la UER.

Las lentejuelas y los fuegos artificiales no consiguieron ayer que pasara desapercibida una de las noticias del día. El Ayuntamiento de la ciudad cumplió su promesa y reprimió en minutos una manifestación convocada por activistas gay para llamar la atención de los medios internacionales sobre la falta de libertad de los homosexuales rusos. La policía detuvo a 80 personas, entre los que están el presidente del proyecto Gay Rusia Nikolai Alekseyev y los activistas Andy Thayer, estadounidense, y Peter Tatchell, británico.

Se da la circunstacia de que el público gay es el más ferviente seguidor del festival.