'Los años bárbaros', de Fernando Colomo
EL PAÍS presenta mañana, por 5,95 euros, una epopeya real de la posguerra española
Los años bárbaros está inspirada "en una aproximación libre y heterodoxa de unos hechos reales", como reconoció el director y coautor del guión, Fernando Colomo: "Unos chicos se fugan de un campo de concentración en un coche que conducen dos extranjeras, tienen un accidente, llegan a Barcelona, les falla el guía y tienen que cruzar a Francia a pie. Pero en la película los personajes principales no corresponden a los reales, y los secundarios son inventados".
Los guionistas Carlos López y José Ángel Esteban propusieron a Fernando Colomo recordar la historia de Nicolás Sánchez-Albornoz y Manuel Lamana, "dos estudiantes antifranquistas que en agosto de 1948 protagonizaron una de las más conocidas evasiones de esa cárcel abierta en aquella inmensa tumba fascista que se construía en Cuelgamuros (el Valle de los Caídos)", como resumió Javier Rioyo en Cinemanía: "Una fuga que irritó al franquismo y que sigue sorprendiendo por sus fantásticas y singulares peculiaridades. Una fuga de película, una historia real que parece una ficción tragicómica".
"La película es una historia de iniciación, de despertar, de fuga y de juventud"
Los jóvenes, hijos de dos significados republicanos, uno de Claudio Sánchez-Albornoz, ministro de Estado de la República, y el otro de un militar demócrata, pertenecían a la clandestina Federación Universitaria Escolar (FUE) y habían sido condenados en 1947 a ocho años de trabajos forzados por haber realizado una pintada con nitrato de plata, es decir, imborrable, en la fachada de su facultad, con el lema "¡Viva la Universidad Libre!". Incorporados a las obras de Cuelgamuros, lograron huir a París ayudados por la escritora estadounidense Barbara Probst Solomon, junto a Barbara Mailer (hermana del escritor Norman Mailer y propietaria del coche con el que se produjo la fuga), y por Paco, hermano de Juan Benet.
Los guionistas se inspiraron en un capítulo del libro Otros hombres (1956), en el que Manuel Lamana narra esta experiencia, así como en Los felices años 40 (1978), de Barbara Probst Solomon. Contaron además con la asesoría personal de Nicolás Sánchez-Albornoz, que incluso inspiró el título de la película. Colomo se lo confesó a Beatrice Sartori: "Se nos ocurrió Los años bárbaros cuando vimos en qué términos expresaba Sánchez-Albornoz sus recuerdos. Era una historia terrible, dura y fuerte, aunque para él también había sido lo mejor de su vida. Fueron 'años bárbaros' porque marcaron sus vidas, y porque al tiempo se lo pasaron bárbaro. Y bárbaros, desde luego, porque fueron los del franquismo más duro... Sánchez-Albornoz no quiso una transcripción exacta de los hechos, sino que insistió en que a partir de ellos inventáramos una historia".
Así que "con los elementos con que contábamos", Fernando Colomo se planteó hacer una comedia: "Los años bárbaros es una historia de iniciación, de despertar, de fuga y de juventud, y de unos hechos que, en tres días, alteraron radicalmente las vidas de sus cuatro personajes. En definitiva, una historia de nuestra posguerra para una película moderna que entenderán los jóvenes y a los que asombrará que hechos así ocurrieran hace sólo 50 años. De aquellos años, sólo pretendemos demostrar que entonces también los jóvenes querían luchar por la libertad".
No todos aceptaron la soltura con que Fernando Colomo afrontó esos hechos. Según escribió Milagros Martín-Lucas en Escena, "muchos de los que sufrieron esa dictadura no ven con muy buenos ojos que se trate en términos de comedia una fuga que se convirtió en un viaje hacia la libertad". Barbara Probst Solomon también manifestó su desagrado tras ver la película, lo que Vicente Molina Foix le discutió desde este periódico: "Me parece que la escritora se equivoca. La película es excelente, y la realidad no tiene una versión oficial, sobre todo cuando un mismo incidente puede ser transmitido por varios de los que en él intervinieron. Ni Sánchez-Albornoz se traiciona, creo yo, a sí mismo, ni Los años bárbaros desvirtúa el espíritu del suceso, por mucho que del producto final desaparezca Benet como personaje y aparezcan otras figuras y situaciones nacidas de la imaginación del director. La realidad de aquella tragicómica epopeya persiste en la memoria y en los relatos personales. La película propone una nueva realidad dramática que del color más negro de la real España de 1948 saca una luminosa aventura de libertades no sólo políticas".
Juan Echanove (que interpreta al perseguidor de los fugados) agradeció en una entrevista "que la película haya sabido contar una historia tremenda sin recorrer las cloacas del fascismo". Su personaje, "un pequeño dictador en el ámbito universitario que encarna un régimen esperpéntico, está en contraposición al ansia de libertad de los protagonistas (Jordi Mollà y Ernesto Alterio), y ésa es la idea que Colomo quiere que el espectador se lleve a casa", opinión con la que Alberto Ferrer, en El Mundo, se mostró de acuerdo: "Las ganas de vivir ayudan a superar los baches más profundos. Éste es el mensaje de la película de Fernando Colomo".
Fue preseleccionada a cinco premios Goya, entre ellos mejor guión y mejor música (Juan Bardem). Ernesto Alterio obtuvo la candidatura al mejor actor revelación.
Babelia
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