El tren de vida de las amantes delató al huido Pelopincho
La súbita riqueza del narcotraficante gallego fugitivo Antonio Pouso Rivas, Pelopincho, y el descomunal nivel de vida exhibido por sus examantes y socios llevó este verano a condenas de cárcel a 30 de los acusados en la Operación Cormorán contra el blanqueo de dinero. Las excompañeras sentimentales del narco, las brasileñas Teresinha de Jesús Carvalho y Lidia Niele Maia Costa, tienen que pagar, además, una multa de 8,1 millones.
"Se ha podido constatar un inusual incremento del patrimonio de todos ellos, que no pudieron explicar dentro de los más elementales parámetros de normalidad por la ausencia de unos negocios lícitos y de un volumen tal que solo les permitiese una vinculación con el tráfico de drogas", señala el fallo.
El origen de este proceso estuvo en el tren de vida de Teresinha de Jesús Carvalho, "cuyo nivel de gasto descomunal despertó comentarios de todo tipo en el lugar donde vivía". Ella atribuyó su riqueza a la prostitución y la lotería. "Parece que hay zonas de Galicia y gente dotada de una suerte envidiable", ironiza el tribunal. El enriquecido Pelopincho era un camarero de Ribeira (A Coruña) cuando se puso al servicio de las mafias del norte de la ría de Arousa. Apenas tenía 33 años cuando fue detenido por primera vez, en una de tantas macrorredadas de la Audiencia Nacional. Pero nunca entró en prisión: cuando fueron a buscarlo, ya había huido. La lista de sus inversiones inmobiliarias ocupa 50 folios.
Esta investigación marcó el camino de una cascada de causas posteriores, casi todas incoadas por la Agencia Tributaria, y que en seis años han inmovilizado 700 millones de euros en bienes y dinero procedentes de la droga. De los recientes golpes de Hacienda no se han librado históricos clanes familiares del narcotráfico ya tocados, como Los Charlines, Sito Miñanco y Laureano Oubiña.
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