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Columna
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El peligroso oficio de meteorólogo

La creencia de que las predicciones (optimistas o pesimistas) terminan siempre produciendo el resultado de sus anuncios (deseados o temidos) por el hecho mismo de ser formuladas es una simplificación acrítica de la respetable hipótesis de la profecía autocumplida enunciada por Robert Merton. Esa deriva supersticiosa de una conjetura racional ha convertido en peligroso el oficio de los Hombres (o las Mujeres) del Tiempo, que orientan el destino de los turistas en los puentes o las vacaciones sin llegar a percatarse de los daños colaterales de sus pronósticos. De ahí que el anuncio de lluvias en las zonas costeras sea interpretado por el sector hotelero de la región como una maniobra para perjudicarle.

El Ejecutivo arremete contra el gobernador del Banco de España a cuenta de las pensiones

Desde los primeros síntomas de la crisis en agosto de 2007, la economía internacional (y española) se ha convertido en un área de pronósticos aún más peligrosa que el tiempo. Tras haber escuchado tantas predicciones fallidas a los Gobiernos y a los organismos internacionales, los ciudadanos han acabado por adoptar la resignada actitud escéptica del escaldado personaje del chiste: "Si alguien me dijera que el presidente de la Conferencia Episcopal se va a encerrar con seis toros en la Plaza de las Ventas en una corrida benéfica para la campaña del lince ibérico contra el aborto, sólo le preguntaría por la divisa de la ganadería".

El gobernador del Banco de España compareció hace una semana en el Congreso a requerimiento de la Comisión de Seguimiento del Pacto de Toledo para exponer sus puntos de vista sobre las posibles reformas y la actual situación del sistema de pensiones. En una cauta intervención, Miguel Ángel Fernández Ordóñez (nombrado en 2007 por el Gobierno de Zapatero con un mandato irrevocable de seis años para velar "con plena autonomía" por la política monetaria) subrayó primero que la vigilancia del Pacto de Toledo no compete al Banco de España; resumió después las grandes líneas de un trabajo del servicio de estudios de la institución sobre la materia de inminente envío a la Comisión; expresó a renglón seguido el temor a que el superávit de la Seguridad Social "podría desaparecer en un año" (esto es, abril de 2010) si prosiguiera el rápido deterioro de la coyuntura económica; y resumió finalmente el archiconocido inventario de medidas (desde el retraso de la edad de jubilación hasta la ampliación de la base de cálculo de las pensiones) para mantener la sostenibilidad del sistema a partir de 2025.

La airada repulsa del ministro de Trabajo (bajo los focos) y el rechazo más contenido de la vicepresidenta Fernández de la Vega (en declaraciones a la prensa) y del presidente del Gobierno (a puerta cerrada) tras la comparecencia parlamentaria del gobernador del Banco de España revela soterradas pulsiones autoritarias, ajenas al modelo político -sobrecargado de instituciones contramayoritarias y basado en la libertad como no dominación- propuesto por Pettit y abrazado por Zapatero con devoción. Miguel Ángel Fernández Ordóñez -militante socialista durante el franquismo, prestigioso economista y secretario de Estado con Boyer y Solbes- podrá acertar o equivocarse en sus predicciones. Ahora bien, la agresión del ministro de Trabajo al día siguiente contra su obligada comparecencia parlamentaria fue intolerable. Corbacho no sólo le atribuyó la felonía de "jugar con la tranquilidad de más de ocho millones de pensionistas" sino que le llamó ignorante ("me gustaría saber de dónde saca" los datos) y le acusó de sustituir maliciosamente el conocimiento empírico por la ideología ("no sé si expresó una predicción o un deseo"). De ahí a concluir que el gobernador se entristece con los éxitos y se alegra de los fracasos de la lucha por hacer sostenible el sistema de pensiones sólo hay un paso.

El ministro de Trabajo unió a la amenaza ("que sea la última vez" que el Banco de España se atreva a discrepar) la cobardía de golpear a un adversario inerme: la posición institucional del gobernador le impide contestar a la matonería de Corbacho con el mismo tono. La vicepresidenta Fernández de la Vega también le acusó de "alarmar sin fundamento a la ciudadanía". Y hasta Zapatero dictaminó con desdén que las "admoniciones" al Ejecutivo de los gobernadores de los bancos centrales -creyéndose "por encima" de los Gobiernos- suelen basarse en "análisis muy superficiales".

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