Una mujer de órdago
La nueva ministra de Medio Ambiente recibió el encargo del 'déficit cero' y ahora deberá lidiar con sus inconvenientes
La nueva ministra de Medio Ambiente, Elvira Rodríguez, de 53 años y con cuatro hijos, se incorporó al equipo de José María Aznar desde el primer triunfo electoral, en 1996. Entonces fue nombrada directora general de Presupuestos, y en 2000, secretaria de Estado, también de Presupuestos. Su principal cometido fue lograr el equilibrio de las cuentas públicas, la gran bandera del "déficit cero" enarbolada por Aznar, y prácticamente lo ha conseguido el pasado año.
Buena parte de la hazaña es consecuencia de una personalidad hasta cierto punto inflexible. Con más poder que la mayoría de los ministros, Elvira Rodríguez, de entrada, casi siempre ha dicho "no". Como mucho, si algo le ha parecido razonable, ha cedido pero sólo después de pedir una solución más barata para carreteras, hospitales o escuelas. Su hasta ahora jefe, el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ha preferido a veces delegar en ella los asuntos más conflictivos, aquellos que requerían una mano firme y directa.
El fuerte carácter de la nueva ministra se mezcla con un sentido del humor nada inocente y una mentalidad de cajera de supermercado a la hora de llevar las cuentas públicas. Si al final del día le ha faltado un euro, ha vaciado todos los cajones hasta encontrarlo. Es interventora del Estado desde 1972 y sabe al milímetro quién y cómo gasta los miles de millones de los Presupuestos. Y también conoce el discurrir en las alcantarillas.
Esas cualidades le sirvieron al ministro de Economía, Rodrigo Rato, para empezar la etapa del PP en el Gobierno con un Presupuesto reluciente. Elvira Rodríguez trabajaba en el Tribunal de Cuentas desde el año 1984 y asesoró a Rato en su primera jugada maestra. El vicepresidente segundo, nada más incorporarse al primer Gobierno Aznar, anunció que había descubierto un agujero de 721.170 millones de pesetas, producto de una mala gestión presupuestaria durante la etapa socialista.
Rato obvió la promesa electoral del PP de bajar los impuestos y subió los que gravan el tabaco y el alcohol, con el argumento de que debía tapar ese agujero, y apenas dos meses después de haber logrado el triunfo en las urnas.
En los años siguientes, con Elvira Rodríguez de directora general de Presupuestos en el ministerio de Rato, el Tribunal de Cuentas detectó agujeros de medio billón cada año, prácticamente por los mismos motivos que se achacaron al PSOE. La diferencia es que tales agujeros pasaron a llamarse "desfases" y no se vio en ellos más problema que el derivado de la aplicación de diferentes criterios contables.
Elvira Rodríguez ha conseguido así situar a España en condiciones de dar ejemplo de rigor presupuestario a países como Alemania o Francia. La larga etapa de crecimiento que ha vivido la economía española hasta el año 2000, la posibilidad de cargar hacia el pasado una cifra muy elevada de intereses de la deuda y la dispersión de gastos de inversiones hacia organismos satélite (sin incluir en el déficit), han hecho el resto.
Esa mezcla de austeridad y magia contable está en la base del éxito de la incorporación de España al euro. Pero está también en el origen de la falta de medios públicos que evidenció el desastre del Prestige. La nueva ministra de Medio Ambiente verá ahora la cruz de su propia moneda. Tendrá que aplicar el Plan Hidrológico y deberá ingeniárselas para sacar el dinero de debajo de las piedras. Pero, como jugadora de mus que es, se crecerá con las nuevas dificultades.
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