Cinco militares mueren en una práctica con explosivos en Madrid
Otros tres artificieros de la base de San Fernando resultan heridos
Una explosión durante unas prácticas en desactivación de minas acabó ayer por la mañana con la vida de cinco militares en la Academia de Ingenieros del Ejército, en el municipio de Hoyo de Manzanares (Madrid). Otros tres compañeros resultaron heridos, dos de ellos de carácter grave. La Guardia Civil y el Ejército han abierto sendas investigaciones sobre lo ocurrido, porque el origen del suceso aún no está del todo claro.
El incidente se produjo a las 10.30 en la zona conocida como El Palancar, un área dentro de la academia preparada para hacer prácticas de explosiones. Unos 16 militares habían iniciado un ejercicio para destruir varias minas anticarro, una munición aparentemente inerte. Esta práctica resulta habitual y se hace con artefactos desactivados y sin detonador, según fuentes del Ministerio de Defensa. En ese momento, y sin que se conozcan aún las causas, se produjo la deflagración, mientras se colocaban las cargas y antes de que los militares pudieran alejarse.
Defensa y la Guardia Civil abren sendas investigaciones para esclarecer el siniestro
El hecho de que el ejercicio se llevara a cabo junto a la ladera de un monte, dentro de una pequeña oquedad, provocó que la onda expansiva golpeará de lleno a los militares. Tres de los fallecidos pertenecían a la Brigada Acorazada número 12 de El Goloso, en Madrid. Son el sargento primero Sergio Valdepeñas Martín Buitrago, de 35 años; el sargento Mario Hernández Mateo, de 34, y el cabo Miguel Ángel Díaz Ruiz, de 25. Las otras dos víctimas mortales estaban destinadas en la Brigada de Infantería de Marina de San Fernando (Cádiz). Son el sargento primero Víctor Manuel Zamora Letelier, de 44 años, y el cabo primero Javier Muñoz Gómez, de 36 años.
Otros tres militares, también pertenecientes a la base de San Fernando, resultaron heridos, dos de ellos de carácter grave.
Al lugar se trasladaron varias UVI móviles del Servicio de Urgencias Médicas de la Comunidad de Madrid para atender a las víctimas. Las que tenían peor pronóstico fueron trasladadas en un helicóptero medicalizado al Hospital Central de la Defensa Gómez Ulla, donde se encontraban ingresados anoche. El tercer herido, con un diagnóstico menos grave, fue ingresado en el servicio de Urgencias del hospital Puerta de Hierro, en Majadahonda.
La fuerza de la deflagración complicó las labores de identificación de los cuerpos. Los técnicos en desactivación de explosivos, tanto del Ejército como de la Guardia Civil, acordonaron la zona y se cercioraron de que no hubiera riesgo de nuevos accidentes por el material empleado. Al lugar acudieron agentes de la Policía Judicial del Instituto Armado, además del comandante del Juzgado de lo Militar número 11 de Madrid, que se encargará de las investigaciones.
La inspección ocular del lugar duró hasta entrada la noche. Los especialistas comprobaron los restos del explosivo para ver qué desencadenó el mortal accidente. Las investigaciones se han centrado en dos frentes: uno, si han podido fallar los protocolos de seguridad en este tipo de prácticas, y dos, si el material utilizado sufría algún problema que pudo provocar la deflagración. Los militares llevaban cascos y petos protectores y eran experimentados.
Nada más conocerse la noticia, se desplazaron a la Academia de Ingenieros del Ejército la ministra de Defensa, Carme Chacón; mandos militares y la delegada del Gobierno en Madrid, Amparo Valcarce. Chacon describió la explosión como "de gran magnitud" dentro de un campo de maniobras. Explicó además que los militares estaban realizando el adiestramiento previo a una misión en Líbano que comenzaría el próximo mes de abril. "Se preparaban para salvar vidas y han perdido las suyas", afirmó Chacón.
La ministra, que calificó el accidente como "desgraciado". Desde el primer momento estuvo informado el Rey y el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, que por la noche acudió junto a Chacón y al Jefe del Estado Mayor de la Defensa, el general José Julio Rodríguez Fernández, a la capilla ardiente en El Goloso. "Entre los fallecidos estaban algunos de los mejores expertos en explosivos, en especial del Ejército de Tierra", lamentó Chacón.
Los restos mortales fueron trasladados al tanatorio de Colmenar Viejo, donde se practicarán las autopsias y las pruebas de ADN. Allí se cotejaran con las bases genéticas remitidas desde la base militar de El Goloso y el hospital Gómez Ulla.
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