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PATXI LÓPEZ | Aspirante a 'lehendakari' | Elecciones 1-M | País Vasco

De líder sin brillo a pesadilla del PNV

Fue un congreso traumático. Aquel 23 de marzo de 2002, el PSE se puso en manos de Patxi López (Portugalete, Vizcaya, 1959) para pasar la página de Nicolás Redondo Terreros. Ambos compartían biografía -López es hijo de Eduardo López Albizu, Lalo, sindicalista de La Naval e íntimo de Nicolás Redondo, padre, ambos de Portugalete y cuyos hijos se afiliaron juntos el mismo día a las juventudes socialistas-, pero López enterró la política de Redondo partidaria de formar un frente constitucionalista junto al PP de Jaime Mayor Oreja.

La victoria supuso un peldaño más en su ascensión dentro del partido, que comenzó en 1987. Entonces, con 28 años, dejó sus estudios de ingeniería industrial para ser el segundo diputado más joven de España (el primero era José Luis Rodríguez Zapatero). Fue secretario de Organización del PSE y secretario de los socialistas vizcaínos. Era, sobre todo, un hombre de partido. "Es la pasión de mi vida. La que me transmitió mi padre", declaró sobre su militancia al tomar el mando del PSE. "Un líder sin brillo hecho en el aparato", lo definió entonces este diario.

Al tomar el mando del PSE apostó por no gobernar con el PNV, pero tampoco apoyó al PP
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Ahora, tras la subida que el PSE obtuvo ayer -de 18 a 24 escaños-, puede convertirse en el primer lehendakari no nacionalista de la democracia. Para ello -y a falta del voto exterior- necesitaría los apoyos del PP (13 diputados) y UPyD (1), con los que podría arrebatar por un diputado la presidencia al PNV. El PP ya anunció que votaría por el cambio.

López recogió los frutos del cambio que imprimió en el PSE. Desde su llegada apostó por no gobernar con el PNV pero tampoco se sumó a la oposición del PP. La subida fue continua. En 2005 encabezó la lista del PSE en las autonómicas y desplazó al PP como segunda fuerza en el País Vasco. El PSE ganó entonces cinco diputados (de 13 a 18). Ese resultado le afianzó y el partido lo reeligió como líder con el 96,7% de los votos. En las generales de 2008 los socialistas ganaron por primera vez en las tres provincias y obtuvieron la mitad de los escaños (9 de 18) en liza.

López apostó por el fallido proceso de negociación con ETA. "No me arrepiento de haber llegado tan lejos. ETA está en el peor momento de su historia", declaraba a este diario hace 15 días. Entonces ya se vislumbraba la posibilidad de que el hijo de Lalo desbancase al PNV después de 29 años de lehendakari nacionalista. Fracasada la negociación, López apuesta por deslegitimar a ETA y por "recuperar la unidad de los partidos" frente al terrorismo.

A punto de cumplir 50 años, casado y sin hijos, López se ha labrado una imagen de político conciliador: "Aquí cabemos todos", es uno de sus lemas que resume la campaña, en la que ha presentado a Juan José Ibarretxe como obstáculo al cambio deseado por la mayoría, y a sí mismo como garantía de una política que no divida a la sociedad con propuestas extremas.

En campaña, lanzó continuas apelaciones a favor del cambio: "Hago un llamamiento para llenar las urnas con votos de esperanza, para dejar con la boca abierta a quienes dicen que en Euskadi nada puede cambiar". E insistió en la moderación: "Los socialistas somos los únicos que podemos gobernar tendiendo la mano a todo el mundo y buscando los acuerdos necesarios para construir Euskadi entre todos".

Cultiva una imagen de modernidad. Concedió una entrevista en Twitter (una red social de Internet) y tiene un blog que no descuida ni en el trasiego de campaña. Se presenta como coleccionista de vinilos y posó tocando el saxofón en la revista Rolling Stone. Hace una semana tuvo que escribir dos palabras en un mural en un acto de las juventudes socialistas. López escribió "Amor" y "Soñar". Ha mostrado un optimismo al estilo Zapatero.

El grito de "Ari, ari, ari, Patxi lehendakari", que le persiguió durante la campaña, cobró anoche más sentido que nunca.

SCIAMMARELLA

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