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Un juez entre cascotes y soldados

Santiago Pedraz concluye el reconocimiento del escenario de la muerte del cámara José Couso a pesar de los obstáculos del Ejército iraquí

Una simple ojeada desde el puente de la República (Al Yumhuriya) de Bagdad basta para comprobar que un tanque pudo disparar desde allí contra la habitación de José Couso. A simple vista, desde esa enorme pasarela sobre el Tigris, a unos 1.700 metros, se distinguen perfectamente las cuatro plantas superiores de las 17 del hotel Palestina. El cámara de Telecinco tomaba imágenes desde el piso 14 ese 8 de abril de 2003 en el que un obús lo dejó herido de muerte. Ayer, un juez español, Santiago Pedraz, se presentó en ese lugar para analizar si los ocupantes del blindado de EE UU pudieron distinguirlo con su mira telescópica de francotirador. Si el fallecimiento de Couso fue un homicidio o fruto de un error.

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Antes, hacia la una y media de la tarde, la comisión judicial había visitado el hotel, ahora en plena remodelación. Sorteando cascotes y herramientas de los obreros, en medio de un tumulto de policías iraquíes y españoles, Pedraz subió a la habitación 1403. Una vez allí, montó su trípode en el balcón y colocó sobre él una cámara en la misma posición que la del periodista. Después llamó uno a uno a los testigos del caso -los reporteros Jon Sistiaga, Olga Rodríguez, Carlos Hernández y Jesús Hernández- para que hicieran una foto del lugar en el que, en su opinión, se encontraba el blindado. Los abogados de la acusación también tomaron imágenes desde allí.

"Se ve prácticamente igual que cuando lo estábamos grabando", explicó más tarde Carlos Hernández, que recordó cómo en los vídeos de solo dos horas antes del impacto emitidos por Antena 3, la televisión para la que trabajaba, se distinguían perfectamente los tanques en el puente. "Es imposible que los americanos no nos distinguieran", contaba Olga Rodríguez. "Había cámaras en cada balcón. Los periodistas entrábamos y salíamos constantemente para grabar, para fumar, para tomar el aire. No nos ocultábamos. Éramos perfectamente visibles".

Después, el juez recorrió la habitación auxiliado por Sistiaga, quien la compartía con Couso y a quien el impacto pilló poniéndose las botas unos metros detrás del cámara. El periodista explicó a Pedraz cómo la víspera del ataque, cuando las tropas de EE UU estaban ya a sólo unos metros del hotel, los compañeros de otros medios saludaban a los soldados. Algunos, hasta colgaron de la fachada carteles con la palabra "press" (prensa). Sistiaga también enseñó a Pedraz los signos del impacto que, a pesar de las obras, siguen ahí. Varias celosías de las terrazas afectadas aún tienen los agujeros de las esquirlas.

Acabada esa inspección, la comisión volvió a los coches para dirigirse al puente, pero en el punto de seguridad que da acceso al puente comenzaron los problemas. Las autoridades iraquíes no habían avisado a los militares encargados de controlarlo; estos, tras cerca de media hora de discusión, permitieron el paso pero con condiciones: solo ocho miembros de la comisión pudieron descender de los vehículos, controlados permanentemente por una decena de soldados muy nerviosos con fusiles.

Pedraz y los abogados volvieron a montar sus trípodes para tomar imágenes del hotel, pero los testigos les avisaron de que el punto desde el que disparó el tanque estaba más adelante. Cuando el juez ya se dirigía hacia allí, un soldado lo detuvo a gritos y le soltó un manotazo en la cámara. El magistrado tuvo que hacer las fotos a unos 20 metros del lugar en el que el blindado hizo fuego, pero quedó satisfecho con el desarrollo de la prueba. Fuentes jurídicas aseguraron que, a pesar de las dificultades, la visión del hotel desde el puente había sido lo suficientemente "buena y detallada".

Sólo un incidente de trabajo en una ciudad tomada por las fuerzas de seguridad ante el permanente riesgo de atentados. Nada comparado con las dificultades que, según la familia de Couso, fiscalía y Gobierno pusieron en España para que el caso llegara hasta aquí.

El juez Santiago Pedraz habla con un geo en el puente de la República, desde donde se realizaron los disparos que mataron a José Couso.
El juez Santiago Pedraz habla con un geo en el puente de la República, desde donde se realizaron los disparos que mataron a José Couso.EFE
El juez Pedraz y Jon Sistiaga, en la habitación 1403 del Hotel Palestina durante la reconstrucción de los hechos.
El juez Pedraz y Jon Sistiaga, en la habitación 1403 del Hotel Palestina durante la reconstrucción de los hechos.M. A.

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