La dirección del PP se resiste a suspender a Matas de militancia
El ex ministro fue muy amigo de Mariano Rajoy, pero ahora nadie le apoya
El PP vive el caso Matas como un drama interno. Llegó al poder en 1996 con una idea fuerza de José María Aznar: "El PP es incompatible con la corrupción". Le impulsó el hartazgo por las corruptelas socialistas de los 90, y ahora comprueba desolado cómo uno de sus puntales en los últimos años es acusado de gravísimos delitos.
Matas no es un cualquiera en el PP, insisten sus dirigentes. Fue el ministro del Plan Hidrológico Nacional, presidente de Baleares dos veces y muy amigo de Mariano Rajoy: ambos veraneaban juntos con sus familias en las islas. Ahora Rajoy está totalmente distanciado de él, algo que le ha sucedido con la mayoría de los dirigentes veteranos, a excepción de Federico Trillo y Javier Arenas. Rajoy y Matas, otrora uña y carne, no hablan hace mucho tiempo, según el entorno del líder.
Ana Mato se remite a la presunción de inocencia del ex líder de Baleares
Tal vez por esa relevancia que tuvo el ex ministro, el PP se está resistiendo a suspenderle de militancia. Ana Mato, vicesecretaria de Organización, señaló ayer que hay que defender la presunción de inocencia de "todo el mundo", y que será el PP de Baleares quien decida qué hacer cuando el juez tome medidas cautelares. Está previsto, según fuentes populares, que si mañana se ordena para Matas prisión eludible con fianza, el partido balear pida la suspensión cautelar y la dirección nacional sancione la propuesta.
En Cataluña, la presidenta regional Alicia Sánchez Camacho, fue más contundente. Dijo sentirse "decepcionada" y pidió a la justicia que llegue "hasta el final" para que "el peso de la ley caiga sobre todos". "No podemos permitir que siga en el partido", añadió sobre el ex presidente balear, del que espera una baja voluntaria.
Últimamente el PP castiga con más firmeza la desobediencia interna que las sospechas -e imputaciones- de corrupción. A Ricardo Costa le suspendieron de militancia de forma automática (y sin llamarle siquiera por teléfono) por insinuar que seguía siendo secretario general del PP valenciano. El vicealcalde de Madrid, Manuel Cobo, sufrió idéntico castigo por una entrevista a EL PAÍS en la que cargaba contra la presidenta regional, Esperanza Aguirre.
De momento, tanto Matas como Luis Bárcenas, ex tesorero del PP implicado en el caso Gürtel , conservan la militancia. Y eso que, al margen de lo que el lunes decida el juez, Matas ya ha confesado algo teóricamente inaceptable en un político: el ex ministro niega haber cobrado comisiones, pero sí reconoce que manejó mucho dinero negro, al menos 400.000 euros, provenientes, según su versión, de un alquiler que cobraba su madre en una finca.
El PP tampoco ha sido estricto con otros casos, como el de Carlos Fabra, que, al margen de otros posibles delitos, no logra justificar ante Hacienda 600.000 euros sin declarar. A pesar de esa resistencia para echarle del partido, la distancia de la dirección nacional con Matas es evidente. Rajoy no ha salido en ningún momento a apoyarle, al contrario de lo que hizo con Bárcenas o con Francisco Camps. Y prácticamente nadie de la dirección nacional, ni siquiera de la de Baleares, le ha llamado para interesarse por su situación. "Él se fue a Estados Unidos y rompió con todo y con todos. Ya no quiso saber nada del PP balear ni de nadie. Es lógico que no le llamen", asegura un dirigente. Todos en el PP coinciden en la misma idea: "Hay que respetar la presunción de inocencia, pero esto tiene muy mala pinta".
Los dirigentes más veteranos están a la vez sorprendidos y consternados. "Es alguien muy importante para el partido, sobre todo anímicamente. Todos teníamos buena relación con él. Viene de una familia humilde, republicana, y nunca vimos nada raro. Aunque ahora parece evidente que en los últimos años su nivel de vida cambió", sentencia uno de ellos. "Las imágenes constantes estos días de Matas con todo el PP, con Rajoy, hacen mucho daño", admite otro.
En un intento de alejarse de la herencia de Matas, el PP de las islas ha cambiado por completo, y la dirección nacional ha aupado al frente a José Ramón Bauzá, un alcalde (de Marratxí) que no tuvo ninguna vinculación con los gobiernos autonómicos del ex ministro, de los que han salido los grandes escándalos de corrupción como el del Palma Arena. A ese cambio se aferra Rajoy y su equipo para tratar de alejarse de la peligrosa sombra de Matas ahora que las encuestas sonríen al PP.
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